jueves, 12 de abril de 2012

Capitulo Diecisiete: "Tarde agitada"

   "Bellum omnium contra omnes"
   La guerra de todos contra todos.


   Oficina de telefonía móvil, 17:55

    Matías estaba impaciente. Se había podido escapar un ratito de su trabajo para averiguar en aquella oficina de telefonía porque su teléfono le estaba dando tantos problemas. Pero como siempre pasa, cuando uno tiene prisa más lento va el mundo. La mujer de la chaqueta roja no se decidía ante las supuestas bondades que le ofrecía el vendedor.
   -Este teléfono tiene lo último en tecnología-sentenciaba después de darle las mil y una explicaciones.
   -Ya,ya-le respondía la señora-Pero para lo único que lo quiero es para llamar a mi hija-continuaba-además...donde están los números?-preguntaba confundida.
   -El teléfono es táctil, señora. Tocando este comando le aparecen los números y puede marcar-contestaba suficientemente el vendedor.
   -No sé yo-la señora no era fácil de convencer
   Matías cada vez mas nervioso. Llevaba más de treinta minutos allí y seguramente tendría que irse sin solucionar nada. Cinco minutos más y se marcharía. Era San Fermín y ya había quedado con María su novia para verse por la noche. Y el tiempo volaba. Miró su reloj, las seis y veinte. Escapado de su trabajo, de un informe para la Universidad de Navarra y de su jefe, ausente con aviso. Se dió la vuelta y se orientó a la salida de esa minúscula oficina teléfonica. Casi al abrir la puerta se escuchó la voz de la señora de la chaqueta roja -No tendría otro? un poco más sencillo?- la gota que colmó el vaso. Abrió la puerta y el viento cálido de aquellos días de Sanfermín le pegó en la cara. La Plaza de Merindades estaba repleta de gente de blanco y rojo. Ahora la misma plaza, algunos años después también estaba repleta. Pero de otras "cosas".
   -Aseguremos las entradas-dijo Merlín-aprovechemos ahora que hay pocos,despacio! -
   -Déjame ver tu frente australiano-le dijo al ver el hilito de sangre-no es nada. Cosas peores te habrás hecho con algún boomerang allá en tu tierra-finalizó Merlín.
   Se pusieron ambos a la obra en silencio. Recogían aquellos que les podía servir y empezaron a cubrir la entrada. Unos escritorios desvencijados, unas maderas viejas , alguna silla. En realidad nada contundente.
   -Tendremos que tener mucho cuidado-sentenció. Ahora estamos solos acá afuera y tendremos que arreglarnoslas para volver a la Ciudadela. Esto es una ratonera. Si nos descubren....  
   Matías fue hasta atrás de la ofician arrodillado, casi cuerpo a tierra, como estaban todos. Entró en el baño. Merlín, ven por favor. Merlín fue hasta allí no sin antes decirle a los demás que vigilaran el exterior.
  -Qué pasa?-preguntó.
  -Allí-dijo Matías señalando el techo-
  -Ya veo-contestó Merlín.
  En la parte superior de aquel baño de la oficina había un boquete abierto y dejaba entrar un poco de claridad de la tarde que se estaba yendo. 
   -Eso debe ir a alguna parte-pensó en voz alta Merlín
   -Tráeme una silla de ahí afuera -le ordenó Merlín
   En la calle las cosas se empezaban a poner feas. Unos cuantos inhumanos seguramente atraídos por el olor a carne fresca se empezaban a arremolinar alrededor de la oficina.
   -Merlín!-exclamó Andrea-Visitas!
   Merlín asomó la cabeza fuera del baño y a través de la empalizada construida con sobrantes de otras épocas los vió aparecer. Eran cerca de cincuenta y parecía que los habían descubierto.
   -Silencio!-les ordenó, para agregar-rápido, la silla Matías!-
   Se subió y sus manos trataron de elevarse por encima de sus hombros. Un olor penetrante le inundó ls pulmones...-Alguien parece que huyó por aquí arriba-dijo.
   -Que ves Merlín ? -le preguntó Andrea.
   -Es como un tunel-le contestó. Sube un par de metros y luego tuerce. Entra la luz, así que debe ir a la azotea o algún lugar parecido. Pero hay algo que huele mal aquí-terminó Merlín.
   Un ruido de cristales rotos hizo volver la vista a la entrada. Algunos inhumanos con piedras estaban golpeando las rejas de la oficina. Un golpe y otro. Eso era contagioso. El australiano sacó su lanza. Y todo que se desencadena rápido. Carlos cogíó su arco y apuntó. La flecha silbó el espacio y mató a otro. Pero cada vez se agolpaban más.
   -Rápido, venir!- gritó Merlín-tendremos que arriesgarnos, esto ya no es seguro!, Tú, Carlos sube primero!
    Carlos obedeció-qué olor! -dijo-casi no se puede respirar-
   -Ahora tú, Andrea, arriba!-Afuera los inhumanos estaban descontrolados y se estaban agolpando y haciendo presión contra la entrada. Muy pronto todas las defensas caerían.
   -Vamos, vamos! gritaba Merlín. Uno a uno iban subiendo pero ese olor los echaba para atrás.
  -Sube Merlín!dijo Matías extendiéndole la mano. Fue en ese preciso momento que las barreras cedieron. Tuvieron que dejar las lanzas ya que no se podían introducir por el espacio que hacia curvas. Los inhumanos entraron...directo al baño. Merlín los observaba desde arriba. Los inhumanos alzaban sus brazos, estaban nerviosos...sus presas a escasos centímetros y no podían hacer nada. Merlín, que era el único que los podía ver pensaba lo bajo que había caido la humanidad. Esos rostros sin dueño...
   Por el estrecho pasillo avanzaba la comitiva al tiempo que los gruñidos de los inhumanos en la oficina les llenaba los oídos.Los gruñidos, el oido y ese olor nauseabundo los pulmones.
  -Que asco!-dijo Andrea. Pero después de tantos años pocas cosas podían asombrar a la gente de la Ciudadela.
  -Lo que sea qué es, está cerca-contestó el australiano tapándose la nariz.
  Apenas se veían, ya que en ese pequeño tunel no había luz. Solo se intuían. Cada uno sabía quien iba delate y quien detrás. Nada más. De pronto Matías que era el primero dijo-Aquí hay algo! - Allí en el medio de la oscuridad había algo en descomposición. Quizás llevaba varios meses, pero no se podía ver que era. Lo que era innegable era que se trataba de un cuerpo. Un cuerpo que quizás en la desesperación quedó atrapado allí para siempre. 
   Como no había espacio para apartarlo Matías no tuvo más remedio que pasarlo por encima. Cada centímetro que hacía encima de " aquello" sentía como se le clavaba en el cuerpo partes de huesos, ropa de un humano que ya no existía. Todos, uno a uno pasaron por encima de aquellos restos hasta que por fin desembocaron en otro cuarto un poquito más grande que el baño de la telefónica. Era el piso superior. Pasaron una puerta y salieron a un cuarto más grande. Allí estaban todos de pie, juntos con las pocas armas que les quedaban.
 Merlín se asomó a la ventana y vio como estaba Merindades. 
   -Por poco no la contamos-dijo-han invadido la oficina-concluyó
   Jota Jota estaba en silencio. Pensativo. A pesar de los tensos momentos que se estaban viviendo estaba en otro lado. Solo pensaba en su mujer y en su hijo. Los volvería a ver?. Ese pensamiento lo carcomía por dentro. Alojados en ese lugar con una única ventana que los comunicaba con el mundo y una puerta clausurada a cal y canto.
   -Este sería el escondite de alguien-dijo Andrea.
   -Seguro que si le respondió Merlin-y agregó-selló la puerta y saldría por la oficina de abajo. Ese tunel lo comunicaba con el exterior-hizo silencio.
   -Estás pensando lo mismo que yo-preguntó Carlos a Matías.
   -Sí, que ese cuerpo que encontramos en el tunel sería de esa persona. Pobre!
  -Ahora tenemos  que pensar como salir de aquí- dijo Merlín- la cosa está complicada- Se asomó a la ventana, la abrió un poco y escuchó como las bestias ahí afuera levantaban sus garras y miraban con esos ojos que no miran. Eran más de doscientos!.La única manera es salir por la cornisa de la ventana y saltar a la azotea vecina y así hasta encontrar la forma de bajar, no lo sé-dijo dubitativo.
 Estaban en el primer piso de esa casa, abajo,  el abismo de la muerte, pocas armas, poca agua y pocas esperanzas en algunos.
   -Esperaremos a que anochezca un poco-de noche no hay tantos-dijo Matías
   -Si-contestó el australiano-pero es más peligroso.
   Esperaron unas horas hasta que los inhumanos una vez pasada la exitación de ver carne fresca se empezaron a dispersar.
  -Atención-dijo Merlín-Saldremos por la cornisa. Es lo bastante ancha para poner los pies y pasaremos hasta la casa de al lado. Veo que tiene una ventana rota, no nos será dificil entrar allí-
   Todos estuvieron de acuerdo. Sabían que desde la Ciudadela poco se podía hacer,Sin vehículos nadie se atrevería a salir a rescatarlos, aunque quisieran. Como había dicho Merlín, allí fuera estaban solos.
   Como pudieron y agarrándose a una cuerda que llevaba Jota Jota en la mochila pasaron a la casa de al lado e ingresaron por la ventana.El piso era amplio,un poco lujoso y con sus muebles casi intactos.
  -Despacio-dijo Merlín-como presintiendo algo.
  Una sombra se apareció de la nada y atacó al australiano.Este pudo esquivarlo y le aplicó un fuerte golpe en la nuca con su hacha. Acto seguido cuatro o cinco inhumanos más gruñieron de placer. Parecían medios dormidos... Alargaban sus garras y hacían gestos mostrando sus dientes. Todos se pusieron alertas. Sacaron sus hachas y empezaron a desparramar golpes. Los cuerpos caían Un flechazo acabó con la vida de uno de ellos. Un inhumano se tiró encima de Andrea que gritaba horrorizada. Estaba en el suelo , esquivando los arañazos de sus garras y sus mordidas al aire. El australiano le clavó su hacha. Luego le extendió la mano a Andrea y le ayudó a levantarse.
   -Gracias John-le dijo agradecida.
   -Un placer-le contestó el australiano.
   -Cuidado Jota Jota -gritó Carlos.Otro inhumano estuvo a punto de cogerle la pierna. Matías le tiró un "aro de la muerte de Julia" que le dió en toda su frente. El inhumano retrocedió unos metros y Matías aprovechó y le clavo un palo que había encontrado ahí arriba y el monstruo que retrodeció y cayó al suelo junto a la ventana. Hubo silencio. Sólo se escuchaba el jadeo de todos los presentes. Más silencio, hasta que Merlín lo rompió:
   -Ya pasó chicos-
   -Alguno está herido?- preguntó luego. Nadie lo estaba, por suerte.
Bajaron unas escaleras sigilosamente. Escalón por escalón, en silencio. No querían más sorpresas. Llegaron a la planta baja. Un vestíbulo y una puerta pesada al fondo. Merlín miró por la mirilla.- Todavía están dando vueltas-dijo preocupado- Esperaremos-concluyó.
Luego de media interminable hora no había muchos de ellos.Abrió la puerta lentamente. Le hizo una seña al australiano y a Matías. Estos apuntaron sus arcos a dos inhumanos que cayeron al instante. Otros inhumanos miraron como se desplomaron pero ni se dieron cuenta de lo que pasaba. Otros dos al suelo.
   -Me estoy quedando sin flechas -dijo Matías
   -Guardarlas para más adelante-ordenó Merlín
   Salieron a la calle. Primero Merlín, luego Matías,Jota Jota y todos los demás. Avanzaron despacio hacia la esquina de Conde Oliveto. Estaba todo tranquilo. Había solo trescientos metros hasta la Ciudadela. Un mundo. Un mundo lleno de muertos.
   El pelotón seguía por la calle. Autos volcados, olores penetrantes. Un cúmulo de sensaciones mezclados. Una ciudad perdida, un mundo olvidado. Por las mentes de todos ellos pasaban imágenes de un pasado tan lejano y tan cercano a la vez.
Andrea pisó algo en medio de la oscuridad  y pegó un grito. No era un grito. Era un aullido. Un gruñido. Carlos que reaccionó a tiempo le cortó el brazo primero y luego el cuello. Pese a eso el inhumano seguía vivo. Otro golpe y se acabo. Pero ello atrajo la atención de otros que empezaron a correr a la comitiva.
  -Corred,corred- gritaba Merlín. Pero de todos lados salían más criaturas. Parecía que dormían pero su instinto podía más.Y el hambre, por supuesto.
 Corrían por la calle y se daban vuelta para ensartar a algunos. Así y todo eran demasiados. De la esquina anterior a Yanguas y Miranda salían a su encuentro unos cuantos más. Estaban rodeados. El cerco se cerraba sobre ellos. Y de repente lo que jamás se hubieran imaginado. Unas luces poderosas que aparecían en la calle. Un ruido olvidado. Unos cuerpos volando por los aires. Y entre esas luces siluetas cayendo. Disparos y gritos. El camión que se detuvo frente a ellos y ellos que raudamente subieron a la parte trasera donde varias personas agazapadas disparaban sus armas contra los más cercanos. Eran gritos de muerte, pero gritos humanos. Todos se ayudaron para subir. De vez en cuando alguno tenía que retroceder para cubrir la espalda a algún compañero y utilizar su hacha.Todos arriba. Y todos se asombraron de ver otros humanos en ese viejo camión militar cargado de cosas. Y esos tres encapuchados con esos cascos.
   El camión que arrancó golpeando algunos autos aparcados a modo de barricada en la Avenida del Ejército. Uno de los encapuchados se sacó su máscara y extendió la mano a Merlín.
   -Capitán Marcos Salvadores, del antiguo Pais vasco-dijo- Ya era hora de encontrarnos con algunos de los últimos Doscientos!
 Y los dos se fundieron en un abrazo.
  

  
 


  












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