domingo, 11 de marzo de 2012

Capitulo Trece " Excursión"

    "Gloria victis!"
     Gloria a los vencidos!


   -Preparad las armas-ordenó Iñaki- Listos?, tirad!- gritó.
  Nueve arqueros hicieron llover sus flechas incendiarias sobre unos cuantos inhumanos que circulaban por uno de los portones de la Ciudadela. Las flechas se metían en sus cabezas y el fuego hacía que esos pelos descoloridos y malolientes se encendieran como velas de cumpleaños. Era todo un espectáculo verlos correr tratando de sacarse el fuego de la cabeza, eso si, si le acertaban de pleno ya no corrían más. Dejaban de sentir aunque  casi todos ya lo habían hecho años atrás. Otros les arrojaban cócteles con la poca gasolina que Iñaki les dejaba utilizar. La operación consistía en limpiar este acceso para dejar salir a los expedicionarios. Aunque alguna vez alguno se colaba dentro de la Ciudadela donde era bien recibido. Las flechas y lanzas estaban diezmando inhumanos de los que deambulaban por la Avenida del Ejército. Los ocupantes del viejo autobús poco a poco iban subiendo y colocándose en posición. Este vehículo que anteriormente funcionó como línea urbana de transporte de la linea 7 que unía Barañain con la Chantrea fue remodelado en su totalidad. Sus ventanillas fueron recubiertas con placas metálicas, se le agregó una puerta trasera y el conductor solo podía mirar por una especie de abertura semejante a la de los bunker. Más que un autobús aquello era un acorazado remendado por todos lados. A sus costados tenía seis u ocho mirillas donde los ocupantes se asomaban de vez en cuando para observar el mundo actual de Pamplona. Dentro, casi a oscuras, estaban Merlín, Carlos, Matías, Andrea, el australiano y el viejo de la Chantrea. Delante de ellos irían las dos máquinas de descargar con Julia y Jota Jota "abriendo camino". Tenían dentro de la operación, que ejecutar dos misiones. La primera:  ir hasta el campo de cultivo del estadio de Osasuna, que en las primeras épocas del desastre se convirtión en refugio y una especie de granja donde los humanos levantaron con picos y palas el terreno de juego para descubrir la tierra negra de Pamplona y cultivar algunas semillas y además construyeron unos conductos que canalizaban el agua de lluvia para convertirla en riego. La segunda misión era ir hasta el Polígono Comercial de Berriozar. Allí existieron algunos hiper de alimentación que quizás todavía conservaran algo de provecho. Tenían armas, pocas de fuego ante la escasez de munición y otras fabricadas en el fortín. Lanzas, arcos, hachas de piedra y tirachinas que arrojaban unas piedras puntiagudas que se clavaban facilmente en la carne podrida de los infectados.
   Cuando  la entrada se vió mas o menos despejada se escuchó la voz potente del Jefe:
-Abrid el portón, y estad atentos!
Uno de los portones de salida que se usaba para estas ocasiones se abrió lentamente y las dos máquinas delanteras salieron primero, después el acorazado al que habían apodado " Siete de Julio". Otra lluvia de flechas cruzó el cielo de Pamplona y los carros de combate empezaron a desparramar inhumanos por todos lados. En la Avenida del Ejército a esa hora no había muchos, quizás unos quinientos, pocos para lo habitual.
  -Buena suerte- dijo en voz alta Iñaki al tiempo que ordenaba el rápido cierre del portón. Esta vez nadie se había colado dentro.
   Salvo Matías y Carlos que tuvieron una escapada unas semanas atrás, los demás hacía mucho tiempo que no salían a las calles, a Pamplona, la ciudad de los parques y avenidas, sus calles cuidadas y limpias, la ciudad de los Sanfermines. Ahora esta ciudad estaba irreconocible. Sus calles abandonadas (bueno, abandonadas de humanos) y sucias, basura por todos lados, llenas de muerte, edificios semi-destruidos por los ataques del Ejército, inhumanos por todos lados en lucha contra perros rabiosos, ratas comiendo restos de inhumanos e inhumanos comiendo ratas, jabalíes que habían tomado también la ciudad y se enfrentaban todos los días con inhumanos y casi siempre perdían. Era como que la naturaleza, lo salvaje, la muerte se habían apoderado de la ciudad. Pamplona, ciudad de la furia.
Uno de los portones de la Ciudadela
 Los dos vehículos delanteros abrían el camino entre inhumanos. Sus poderosas  uñas desmenbrando inhumanos a diestra y siniestra. Las criaturas se colocaban delante de las máquinas sin saber lo que les esperaba. Pero su instinto de hambre era muy poderoso. Muchas veces el golpe les daba en la cabeza y se acababa su tortuosa vida pero muchas otras solo los descuartizaba y así seguían; sin piernas, sin brazos, arrastrándose como babosas, dando alaridos. El cazador cazado. La llama de la vida no se apagaba en ellos a no ser que se acertara de pleno en su cabeza, esa parte del cuerpo que antes alojaba sentimientos, recuerdos, fechas, amor...
   El convoy dobló por la Avenida de Yanguas y Miranda y atravesó la rotonda de la Plaza de los Fueros. A la izquierda la iglesia de la Misericordia, cubierta de hiedras y musgos, semi destruida.
  -Yo venía a jugar al fútbol allí- dijo Andrea.
  -Fútbol?- preguntó Merlín-No sabía que te gustara.(muchas veces todavía se hablaba en presente de cosas que hacía años que no funcionaban)
  -Si-contestó Andrea-solo aficionada.
  -Así que teníamos a Messi en el fortín y no lo sabíamos-se mofó el vijo de la Chantrea.
  -Muy gracioso-le replicó Andrea.
  -Yo no creo en las iglesias, ni para el rezo ni para el fútbol-dijo el viejo y agregó- Dios nos tiene abandonados-
  -Abandonados?- pregunto Andrea-Quizás porque nos tiene presente todavía estamos vivos-
  -¿Esto es vivir?-ironizó el viejo-¿escondidos todo el día dentro de una madriguera?
Y así se enfrascaban en esas dialécticas interminables que derivaba después en cualquier cosa alejada de la discusión original. Mientras el autobús daba saltos cada vez que golpeaba y pasaba por encima de cuerpos de inhumanos. Para romper la tensión Carlos cogió el walkie y dijo: -Aquí Siete de Julio a Oruga Uno- me recibes Julia?,cambio-
  -Aquí Oruga a uno a Siete de Julio-contestó Julia. Por aquí fuera todo tranquilo,matando el tiempo y rematando inhumanos,jejeje- dijo Julia.
  -Oruga Dos,¿me copias? dio Carlos.
  -Aquí Oruga Dos- contestó Jota Jota y agregó-Esto está un poco aburrido,jajaja.¿Pero vieron como está Pamplona?
  -Una pena de ciudad-Dijo Matías a los del autobús.
  -Bueno, conducid sin prisas que no hay apuro-señalo Merlín.
Su recorrido sería por la Avenida Zaragoza hasta la calle del Sadar, donde está el estadio. Allí recogerían todo lo que pudieran. Una vez terminada esta tarea se dirigirían a Berriozar, a los hiper.
  -Cuidado Merlín,el semáforo está en rojo!-dijo  el australiano-sin ver nada desde la oscuridad total del autobús al tiempo que largaba una carcajada.
  -Otro gracioso-contestó Merlin.
  No había semáforo pero si unos viandantes inhumanos que sintieron en su cuerpo todo el peso del vehículo.
  -Ahí llevaba mi moto a arreglar-dijo meláncolicamente Matías mirando por una de las mirillas del acorazado Siete de Julio.
  Cada uno viajaba en ese carro blindado pero todos estaban viajando más por sus recuerdos a través de esa mirilla.Uno a uno de iban turnando por las mirillas, de izquierda a derecha y viceversa. Todos querían ver en que había quedado convertida Pamplona. Las imágenes pasadas volaban en sus cabezas como volaban en los viandantes cuando eran golpeados por el convoy. Cuando doblaron en l acalle del Sadar el australiano sacó algo del bolsillo que nadie se percató. Todos estaba tensionados por los próximos pasos a seguir. No había muchos inhumanos. El carro retrocedió y se posicionó en una de las puertas de entrada ,la número ocho. Levantaron el doble cerrojo de la puerta trasera y se bajaron rápidamente con sus armas. Todos menos Merlín que se quedaría en el autobús. Cerró la puerta y se quedó dentro, otra vez a oscuras y solo con ese haz de luz que entraba por las mirillas y por la rendija delantera. El australiano corrió hasta una de las paredes y escribió unas siglas y entró en el estadio. Tras él la puerta se cerró fuertemente y comenzaría la labor de recolectar.
 -Cosecharás tu siembra-pensó Andrea.
Pero poco había que juntar. Fuera unos gruñidos comenzaban a oirse. La comida de los inhumanos estaban en ese momento dentro del estadio.
  En el antiguo campo de fútbol del Osasuna poco había para recolectar. La ausencia de lluvias de los últimos meses hicieron que lo poco que estaba plantado se perdiera.
  -No tenemos nada aquí- dijo Matías apesadumbrado.
  -Que pena,maldita lluvia-exclamó el viejo de la Chantrea.
  -Aprovechemos y juntemos toda la madera que podamos. La necesitamos para el invierno que se viene y además Julia las necesita para sus armas- aconsejó Carlos.
  El sonido del walkie de Merlín rompió el desolador presente del estadio.
   -Aquí Siete de Julio, me escuchan, cambio-dijo desde el autobús Merlín
   -Sí, Merlín,te escuchamos-contestó Carlos.
   -Aquí se está poniendo feo, se está poblando de inhumanos,cambio-dijo con tono preocupado Merlín.
  -Juntamos un poco más de cosas y nos largamos-respondió Carlos.
  El australiano cogió su hacha y acarició la parte superior-creo que tendremos mucho trabajo. No me defraudes,eh!
  -Bueno chicos-dijo Matías-tenemos que salir-
  -Estamos listos-dijo Andrea.
  Los dos vehículos de protección con Julia y Jota Jota estaban rodeados de inhumanos. Sin detener sus motores daban vueltas reventando cabezas y cuerpos.
  -Merlín, como lo ves?-preguntó Julia a través del walkie.
  -Mal-le contestó-
  -Jota Jota, estar atentos que ya están por salir-le comunicó Merlín.
 La puerta de salida estaba colmada de inhumanos. La operación salida sería realmente complicada.
  -Atención Merlín,vamos a salir-dijo Carlos.
 Merlín en la parte posterior del autobús estaba atento hacha en mano. La puerta del estadio se abrió lentamente. Carlos asomó un poquito la cabeza, luego abrió la puerta despacio y salió. Detrás salieron los demás. Pero los inhumanos siempre huelen el olor a carne fresca. De repente se vieron a escasos cinco metros de la puerta del autobús rodeados de inhumanos. El viejo de la Chantrea sacudió su lanza y la ensartó en la cabeza de uno de ellos.  Dos inhumanos empezaron a acorralar a Andrea contra la puerta de entrada. Ella blandió su hacha y le cortó la mano a uno de ellos. Esa parte del cuerpo con sus uñas largas voló por el aire y golpeó a Matías en la espalda.
  -Agáchate Andrea!-gritó Matías apuntando con su arco. La flecha circuló a gran velocidad y entró en el ojo del otro acosador.
  -Bien hecho!- gritó Carlos
  Julia con su máquina se acercó hasta el autobús y arremetió contra un grupo que se acercaba poco a poco a los luchadores.
  El australiano con su hacha sacudía su brazo de izquierda a derecha sin importar si les daba en la cabeza, en las piernas o en los brazos. El viejo de la Chantrea se vió entre cinco inhumanos que le cortaron el camino. Uno de ellos le ancanzó en el brazo.
  -Hijo de puta, me mordió,me mordió!!!-gritó con desesperación.
  -Malditos- dijo el australiano y arremetió contra todos ellos ayudado por Matías.
  Un hachazo certero de Matías le partió la cabeza a uno de ellos. Merlín que hasta ese momento había observado toda la escena desde el autobús abrió la puerta posterior del vehículo y bajó envuelto de ira. Con su lanza ensartaba todo lo que se movía torpemente. Uno y otro caía delante de él. El viejo de la Chantrea cayó al suelo mientras Matías y el australiano se veían rodeados por muchos inhumanos. Andrea golpeó con su hacha a uno en la pierna y su arma quedo clavada en su hueso. Tuvo que dejarla ya que el inhumano estiró su brazo para cogerla y tuvo que retroceder. El australiano se abalanzó sobre dos que estaban a punto de atacar al viejo. A uno pudo tirar pero el otro se ensañó contra el viejo que tendido en el suelo nada podía hacer. Un primer mordisco le arrancó un pedazo de brazo ante el grito de dolor de éste. Otro mordisco y su cara se vio desfigurada. La sangre brotaba de esa cara que en nada  se parecía a la del viejo, que pese a todo, gritaba con todas sus fuerzas. En un ataque de ira tanto Carlos, Matías y el australiano sin medir la cantidad de inhumanos que ya había en el lugar golperon con todas sus fuerzas a los atacantes. Pero había tantos que pronto retrocedieron. Jota Jota desde uno de los vehículos atropelló a los que estaban encima del viejo que ya yacía en el suelo sin vida. Las uñas de aquella máquina estaban llena de pedazos de cuerpos podridos y esa sangre de color casi negra de los inhumanos. Merlín se subió al autobús y fue corriendo hasta el asiento para arrancar el motor sin darse cuenta que un inhumano le habia seguido los pasos y había subido detrás. Avanzaba despacio sin que Merín se diera cuenta. A medio metrode la espalda de Merlín el inhumano estiró sus garra al tiempo que gruñia y cayó pesadamente sobre Merlín que dió un grito y se incorporó rápidamente. El cuerpo de este inhumano atravesado por una flecha de Matías estaba tirado a su lado.
  -Ten más cuidado Merlín!-gritó Matías-o es que nos quieres dejar sin conductor?-terminó.
Todos subieron al autobús y cerraron la puerta de golpe. Otra vez a oscuras dentro del autobús lo único que se sentía era el jadeo y la respiración de todos.
  -Nos vamos!-gritó Merlín
El convoy nuevamente arrancó rumbo a Berriozar. Por la mirilla vieron que la puerta del estadio había quedado abierta y muchos inhumanos estaban entrando.
  -Adiós al Osasuna-dijo apesadumbrado Carlos.
  -Hasta siempre viejo!-dijo con lágrimas en los ojos Julia desde su vehículo.


 
Esto fue lo que escribió el australiano en la pared del estadio del Osasuna
 




 
 


  






 
 

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