jueves, 22 de marzo de 2012

Capitulo Catorce " Señales de radio"

    "Redit in nihilum, quod ante fuit nihil"
    Nació de la nada, y en la nada acaba"
    
   

     Sala de Armas de la Ciudadela

  -Me escuchan?,repito: alguien me escucha?,cambio-Una voz se escuchó en la Sala de Armas, más precisamente en la vieja radio.
   Tomás se sobresaltó, permaneció inmóvil unos segundos. Se habría quedado dormido? Esa voz fue de verdad o producto de algún sueño? Ese día le tocaba guardia. Se había traído su diario y después de escribir algunas líneas se había quedado dormido. El sonido metálico de esa voz lo despertó. Menos mal que no me vió Iñaki dormido, la bronca que me habría caído-pensó para si mismo.
   Se levantó de la silla de madera de su propia invención y fue hasta la jarra de agua. Se sirvió un poco en su vaso de madera, se acomodó de nuevo en la silla y abrió de nuevo su diario donde lo había dejado:
   "Primavera del 2002. Mis piernas casi no me respondían. La cima de la montaña parecía cada vez más lejos y si miraba hacia abajo los automóviles y los camiones parecían de juguete. Estaba realmente cansado. Desde lo alto de la Higa de Monreal el tiempo no pasaba. Estaba estancado en el pasado. Algunos pájaros daban vuelta sobre mi cabeza pero nada más. Mi bicicleta era nueva pero no mi corazón. Sentía sus latidos que retumbaban en toda la montaña y mi visión empezaba a quebrarse. Sentía como una fuerza poderosa me hundía la cabeza contra el suelo y en mi visión veía como una gran mancha oscura se iba cerrando en torno a mis ojos.Luego no sentí nada más. Desperté en el hospit....
  -Hola, me escuchan? Cambio-sonó otra vez esa voz pero no en los sueños .Alguien estaba hablando en la radio.
  Tomás se levantó corriendo. A un lado dejó su relato sobre el día que se desvaneció subiendo en bicicleta a la Higa de Monreal, ese pico de 1300 metros ubicado a las afueras de Pamplona y fué hasta la mesa de la radio.No, verdaderamente no era un sueño.
  -Hola,hola-respondió nervioso-Aquí Tomás desde el fortín de la Ciudadela en Pamplona-para seguir-Quién está del otro lado?cambio-
  -Aquí el Capitán Salvadores, Marcos. Del Pais Vasco-contestó la voz metálica.
  -Del Pais Vasco?-preguntó con sorpresa Tomás, y luego agregó-Pensábamos que fuera no había nadie más-
  -Pués nosotros creíamos lo mismo-le respondió Salvadores-
  -Esperad unos segundos que iré a buscar a mi jefe Inaki-dijo entre una mezcla de nerviosismo, alegría y sorpresa.
  Tomás abrió de un golpe la puerta que separaba la Sala de Armas y el espacio exterior y salió en alocada carrera a buscar a su Jefe.-Iñaki,Inaki!! Gente!Gente!-gritaba como un poseso. Algunos de los últimos Doscientos que estaba por los alrededores lo miraban extrañados pero Tomás seguí corriendo y gritando.
  Al escuchar los gritos Iñaki que estaba hablando con el matrimonio de Sarasate se levantó de su silla y preguntó:-Qué pasa Tomás? Tomás llegó hasta él, no podía respirar por tamaña carrera que había hecho.
   -Respira Tomás, respira-le dijo en tono paternalista.
   -Iñaki, tenemos contacto por la radio-dijo sin aliento.
   -Vamos, vamos!-exclamó el Jefe y salió a toda carrera hacia la Sala de Armas.
  Las cuatro personas llegaron hasta la radio. Otros que caminaban por la Ciudadela al ver que corrían se les unieron.
   Iñaki levantó el micrófono y dijo- Aquí Iñaki, jefe de la Ciudadela en Pamplona, quién está al otro lado,cambio-
  Silencio de radio, nunca mejor dicho. Todos los presentes miraban a Tomás que a su vez miraba fijamente la radio. Le habría jugado una mala pasada su imaginación?
  -Aquí Iñaki, repito. Hay alguien allí?,cambio-
  Más silencio en la radio.
  -Lo has escuchado de veras,Tomás?-preguntó el viejo de Sarasate.
  -Sí,si!Respondió el aludido casi implorando.
  -Hola, hola. Aquí el Capitán Marcos Salvadores-cambio
  -Buenas tardes Capitán, aquí le habla Iñaki, jefe de la Ciudadela al mando de los últimos Doscientos en Pamplona. Dónde están?cambio-
  -Estamos cerca de Pamplona, al lado de la variante. Hemos llegado anoche a un parque cercano, un lugar llamado La Chantrea, lo conoceís?-preguntó el Capitán.
   -Un parque? dijo en voz alta Tomás-Debe ser el Parque del Mundo-dijo a los presentes.
   -Es el Parque del mundo, dijo Iñaki- De dónde vienen, cúántos son? le preguntó.
   -Venimos de San Sebastían-respondió el Capitán-Somos solo cuatro-
  A la alegría del encuentro le vino el bajón al escuchar que eran tan pocos.-Solo cuatro?-preguntó el Jefe de la Ciudadela.
  -Sí-respondió con tono firme el Capitán-Un viejo camión, algunas armas, poco combustible y casi nada de alimentos- Ah!-agregó-Y con unos cuantos sonámbulos a cuestas-
  - Asi los llamaís?- preguntó el ex de Osasuna.
  -Sí. Hemos matado a muchos. Un día nos decidimos salir de San Sebastián y venir para el este. Teníamos la corazonada de encontrar a más gente. Pero no nos imaginábamos que esto estaría plagado de tantos sonámbulos-
 -Nosotros le llamamos Inhumanos- les dijo Iñaki.
 -Vosotros estaís en la Ciudadela, en Pamplona, verdad?-preguntó El Capitán Salvadores.
  -Así es-respondió-Somos cerca de doscientos muy bien armados para hacer frente a cualquier ataque de inhumanos- dijo mintiendo el Jefe. A decir verdad muchas armas de piedra y flechas pero armas de verdad; pocas.Y además un par de cañones de la época de la Invasión Napoleónica.
  -Pues nosotros tenemos muy poca cobertura de fuego-dijo apesadumbrado Salvadores.
  - Por aquí está muy peligroso-dijo Iñaki-Hay miles de inhumanos dando vueltas-
  -Como en todos lados-le respondió Marcos.
De repente se escucharon unos disparos del otro lado de la radio. Unos gritos y más disparos. Iñaki, Tomás y los demás que se habían metido en la Sala de Armas se miraron.
  -Hola,hola! dijo Iñaki.
 Solo se escuchaban señales de interferencias. Luego el más absoluto silencio.
  -Y ahora qué hacemos?- preguntó el viejo de Sarasate.
  -No lo sé-le respondió Iñaki-esperar me supongo.
 Poco a poco todos los congregados abandonaron la Sala de Armas. Menos Iñaki,Tomás y el viejo de Sarasate. Se resistían a irse. Querían escuchar algo más de aquella radio muda. Pero nada. Luego de media hora abandonaron la Sala.
  -Tú, Tomás-le dijo-mantente alerta por las dudas.
  -Sí, Jefe-le respondió.
  Había quedado en el ambiente una especie de frustración mezclada con esperanza aunque no se sabía cual pesaba más. Ahora Iñaki tenía que pensar en algo más importante para él. Quería saber como le estaba yendo a la expedición que había mandado al Osasuna. Eso era lo realmente real en esos momentos.De lo otro solo Dios sabía qué había pasado. Y como Dios estaba tan lejos.....


Uno de los viejos cañones con que contaba la Ciudadela




  
 
 

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