sábado, 18 de febrero de 2012

Capitulo Diez "Mala digestión"

   "Ab insomne non custita dracone"
    Para vigilar el dragón debe permanecer insomne"


   21:00 horas. Comedor de la Ciudadela.

  Los recién llegados eran el centro de atención. Nadie en el fortín creía que fuera de sus límites hubiera vida. Pero se equivocaron. A la hora de la cena se hacían turnos de 50 personas. Los demás vigilaban las entradas,hacían las fogatas para ahuyentar los insectos,entretenían a los niños con cuentos o preparaban las incómodas camas para dormir.
  En una de aquellas mesas Inaki hablaba con los recién llegados...
-Y cuéntame un poco cómo hicieron para llegar hasta aquí-
-Bueno-respondió Jota Jota-No fue nada fácil-Nosotros vivíamos en la calle Amaya, casi en el cruce con Iturralde y Suit cuando empezó esto. Al principio,cuando veíamos que las cosas iban a peor nos fuimos de allí a un lugar un poco más alejado,cerca de Estella. Estuvimos cerca de un año en casa de unos parientes pero cuando éstos murieron y ante la escasez de alimentos decidimos regresar aquí. Asi que en un par de caballos que merodeaban por la zona vinimos de nuevo para Pamplona ya que acá teníamos el único refugio posible: nuestra casa. Pero nos equivocamos. Nuestro hogar estaba destruido producto de las luchas del ejército contra los inhumanos y de repente nos encontramos sin víveres, sin casa, sin nada. Recorrimos las casas vecinas en busca de alimentos y pudimos hacernos con una pequeña reserva. Mi mujer por aquella época había dado a luz y nuestra situación era terrible.Nos encontramos con un grupo de supervivientes que vivían en el Monumento a los Caídos. Estaban bastante organizados,eran cerca de una docena.Tratábamos de no llamar la atención de los inhumanos. Tuvimos varias peleas con ellos y varios cayeron allí. Al final quedamos solo siete. Un moribundo que nos encontramos hace unos meses nos dijo que en la Ciudadela vivía gente. Entonces decidimos salir en vuestra búsqueda. Los otros tres salieron hace una semana. Prometieron que en cuanto llegaran aquí vendrían a por nosotros. Pero no fue así. Sin alimentos, casi sin agua,estábamos desesperados. Anoche tomamos la decisión. Saldríamos a la mañana siguiente-concluyó
   Merlín, el segundo,preguntó:-Y dinos como está la situación por alli?,Hay muchos inhumanos?
  -Muchos es poco-aseguró Jota Jota.- Desde un hueco que habíamos abierto en el Monumento los veíamos. A veces se agolpaban de a cientos. Ocupaban toda la Plaza Conde Rodezno. Si uno miraba para Carlos III solo se veían inhumanos. Caminando, con su andar bamboleante,ensangrentados,peleando contra perros salvajes,con sus caras desfiguradas. Desde nuestro escondite sentíamos un miedo terrible.-terminó.
  -Y como hacían para abastecerse-preguntó el viejo de la Chantrea.
  -Teníamos sobre todo latas, agua mineral. De vez en cuando salíamos a buscar algo de comida por allí,pero se nos fue agotando. Muchas veces caminábamos entre ellos haciéndonos pasar por inhumanos hasta que se daban cuenta, ya que los nervios nos traicionaban. Y entonces corríamos, y corríamos más. Nos seguían como locos,como demonios enfurecidos. Algunos caían. Recuerdo a Miguel y su mujer Ana. Un día,en una de estas incursiones pudieron llegar hasta el aparcamiento de Blanca de Navarra y sacar uno de los autos allí abandonados.En ese auto iban ellos y Mauricio uno de los que manejaba el refugio. Dieron una vuelta en busca de comida.Llegaron hasta el hiper que estaba cerca del canal Seis, frente al Diario. Todavía allí se podía conseguir algo de agua y  algún alimento no caducado. Aunque eso era lo de menos. Tuvieron que lidiar con varios inhumanos que allí se encontraron. Lamentablemente Ana fue alcanzada por los caníbales. Su cuerpo en el suelo  desparramado entre aquellos seres. Miguel quiso defenderla pero todo fue en vano. Era tarde. Subieron al auto rápidamente con el escaso botín y cogieron rumbo al Monumento.
  -Que horrible-dijo Julia-Que pasó con ellos?preguntó.
  -Miguel no pudo soportarlo y a la semana se pegó un tiro.-En cuanto a Mauricio-hizo una pausa-era uno de los que salieron hace una semana. Nada supimos ya de él.

Uno de los puestos de bicicletas ubicado en la Plaza del Castillo
Había una docena en diferentes lugares de Pamplona
  -Creo que me voy a ir a descansar-dijo Fernando, el hermano de Jota Jota. Estoy cansado y no me siento muy bien. Debe ser la comida. Hacía rato que no comíamos algo tan rico como estos pollos,si me disculpan-y hacíendo un gesto con la mano a todos dijo un " buenas noches" y se retiró. Ya tenía asignada su cama en el pabellón,la ciento doce.
   Los primeros cincuenta se retiraron para dejar paso a los siguientes. Inaki saludó y se retiró a dar la vuelta por los puestos de control como hacía todas las noches. Una rutina que cumplía a rajatabla.
   -Todo tranquilo?-preguntó a uno de los vigías.
   -Sí Inaki-le respondió desde lo alto-Aunque los notó algo alterados. Se están juntando muchos allí en la esquina.
   -Debe haber algún animal por ahí-Bueno-estad atentos, buenas noches-mañana será otro día.
   -Buenas noches- y volviéndo la cabeza hacia la Avenida del Ejército continuó su guardia.
   El silencio se adueño del fortín.Las familias que tenían sus aposentos separados se despedían. Se redoblaba la vigilancia. Los que manejaban en ese momento la defensa recorrían todas las puertas de acceso comprobando que estuvieran bien cerradas y con guardias. Esa vieja Ciudadela, refugio de los Últimos Doscientos,se oscurecia otra noche más. Los generadores se apagaron y se hizo el silencio absoluto. Como siempre,alguna rata o algún animal doméstico era motivo de pelea entre los inhumanos.-Problema de ellos-pensaba uno de los vigías.
  Iñaki se acostó. Su habitación separada de la de los demás era un museo de Osasuna  Nadie sabía como había hecho para juntar todos esos recortes de diarios,camisetas y algún balón.Muchas veces pasaba las noches sin dormir y entonces era cuando recordaba sus viejas épocas de jugador.Se acordó cuando un invierno frío,uno de los más fríos que había vivido desde las tribunas de su club, su Osasuna querido le había ganado al Barcelona super campéon. Que noche más emocionante!Tres a dos!Pero que frio que hacia!No alcanzaban ni las mantas,ni el pacharán que se habia tomado.Los dedos congelados,pero una satisfacción grandiosa. El viejo estadio del Reino de Navarra jamás volvió a vibrar como lo hizo aquella noche. Qué lejos había quedado eso!  ¿Dónde habrían terminado los de su cuadrilla? ¿Alguno se habría salvado?
  Un grito rompió sus recuerdos. Era uno de esos gritos de terror que presagiaba algo malo. Un grito desde adentro del alma fruto de la desesperación. Cogió su arma y salió corriendo en dirección a aquel tumulto. Era en uno de los pabellones para dormir. Una luz que se enciende. Más gritos, carreras... Desde el Pabellón número Dos una pareja sale corriendo.
   -Auxilio,auxilio-gritaron.
   Iñaki entró al recinto al tiempo que lo hacían dos o tres de sus centinelas armados con sus arcos. Que podría estar pasando? Lo que vieron los lleno de pánico. Allí, entre unas sábanas  ensangrentadas alguién se debatía entre la vida y la muerte. Encima de él,con unos ojos poseídos por el mal estaba Fernando, uno de los recién llegados. Entre sus manos, aquel pobre hombre que tuvo la mala suerte de ocupar la cama número ciento once y que ahora yacía medio muerto. 
Iñaki no vaciló. Apuntó su arma y disparó. Fernando o lo que había quedado de él cayó al suelo alcanzado en su cabeza. Corrieron hasta Félix. Era uno de los cocineros del fortín. Apenas tenía un hilo de vida. Merlín le cogió entre sus brazos y le levantó la cabeza. Entonces Félix miró vagamente a Iñaki, respiró profundamente y pasó a mejor vida. Nadie de los presentes lo podía creer. Era la primera vez en tres años que algo así sucedía dentro de la Ciudadela. Los sanitarios retiraron el cuerpo de la infortunada víctima. Los generadores volvieron a encenderse. Era el protocolo que debía utilizarse en caso de algún ataque por la noche. No había sido la "buena comida" como dijo Fernando. Seguramente en su lucha contra los inhumanos alguno le había transmitido el mal. Ese mal que se despertó cuando precisamente casi todos estaban dormidos. Una víctima más entre sus moradores y que seguro no sería la última.


 
  
 

 
 
 

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