martes, 27 de diciembre de 2011

Capitulo Tres:" En el centro comercial"

    "A fronte praecipitum, a tergo lupi"
     Al frente el precipicio; los lobos, a la espalda.


 19: 15. Casi siempre iba en auto, pero esta vez quiso ir caminando. Un poco de ejercicio no le vendría nada mal. Después de todo estaba a escasos cien metros del Carrefour. Dobló la esquina y entró por el parking con su bolsa de reciclaje, una lista escrita en su bolsillo y otra en su cabeza. Siempre era lo mismo. Bueno, casi siempre. Ese día iba a ser diferente.
   Una ojeada rápida a su reloj azul; siete y cuarto. Todavía era temprano. Había demasiados coches en el parking. Sintió un claxon y saludó sin saber a quién. A lo mejor ni era para él ese sonido. Cuando estaba por entrar al hiper una explosión sorda se dejo oír. Los cimie
ntos del hiper se estremecieron un poco. Algunos vehículos vieron como sus cristales saltaban por el aire lo mismo que el cristal de la puerta de entrada.
   Muchas imágenes se le vinieron a la cabeza inmediatamente. Imágenes de tiempos pasados. Pensó en un atentado de ETA, pero no podía ser. En esta época de crisis ya no había dinero para explosivos. La explosión no fue dentro del hiper pero como si hubiera sido.


  La gente del parking se miraba extrañada, sin saber que hacer. Sin saber si salir o quedarse. Qué pudo haber pasado?. A los pocos instantes sirenas de ambulancias cruzando el cielo de Pamplona en su límite con Barañain, rompiendo la alegría de esos días festivos. Quizás anunciando algo difícil de imaginar.
  La escalera mecánica rebosaba de gente. Todos iban como flotando en el aire, casi sin pisar los escalones, como empujados por el viento o el miedo...Empujados por las llamas de lo desconocido.
   -Corred,corred- La voz potente de un padre a sus hijas.
 Era solo el principio. Decenas de personas se peleaban por bajar primero.
   -Demasiado lío para una explosión en el exterior-pensó. O habrá sido dentro? Se quedó inmóvil mirando la escena. A juzgar por el espectáculo creyó que otra bomba estaría por explotar en el hiper. En el rostro de la gente se veía un horror solo visto en las películas. Denotaban un miedo casi arcaico. Ese miedo primitivo a lo desconocido. A lo desconocido que muy pronto dejaría de serlo.
  Tuvo miedo. En ese momento quería estar lejos. Quizás con su amigo haciendo el camino de Santiago. Le puso la excusa de que su jefe no lo dejaba. Pero en realidad no se sentía muy preparado para semejante viaje. Encima el calor...No, mejor para otra oportunidad. Donde estaría ahora?
  Un golpe fuerte en su pierna lo hizo volver a la realidad. Un carro de la compra le había golpeado y le hizo resbalar. No tuvo tiempo de contar los pies que pasaron por encima de él. Cientos quizás, no lo sabía.Cuando se incorporó otra vez la masa de gente lo golpeo contra la puerta rota de cristal provocándole un corte profundo en su brazo derecho. Un par de adultos y un joven le socorrieron. O eso creyó él. Se abalanzaron sobre su cuerpo y a duras penas los esquivó. Pero las bolsas recicladas de algún comprador fugitivo le hicieron resbalar. Y fue cuando le alcanzaron. Primero se entretuvieron con sus piernas. Su dolor era muy fuerte. Por mas que daba patadas y patadas esas gentes se aferraban a él y le hundían sus dientes. Su sangre se escapaba de su cuerpo y no podía entender como ese niño tenía tanta fuerza en sus dientes.Agarró un trozo de vidrio y lo hundió cuantas veces pudo en la cara del adulto de barba. Pero nada. Seguían en su empeño de despellejarlo. Un poco mas allá vio como otro chico caía contra la máquina de fotomaón perseguido por una docena de...como llamarlos. No tenía ya tiempo de pensar en nada. Arrinconado contra la pared, blandiendo un cristal inútil. Tres personas o lo que fueran arrancándole la carne a mordiscos. Quería despertar de esa pesadilla. Pero ese dolor era tan real...
   Dicen que cuando uno está a punto de morir le pasan por la cabeza mil imágenes de su vida en cámara rápida. Escenas de la infancia, juventud, amigos, lugares, parientes. Escenas vividas o inventadas en sueños. Trabajos, escenarios de otra época. Cualquiera que haya pasado por una experiencia así sabe de lo que hablo. Pero aquí era diferente. Las imágenes se sucedían unas a otras pero en cámara lenta, muy lenta. Como pidiendo permiso una a la otra. Jamás pensó que la agonía sería tan lenta. Sus piernas ya no le respondían, ya casi no las tenía. Veía su cuerpo en carne viva y partes de sus huesos al descubierto.
   Su último pensamiento estuvo lejos de allí, en una mochila que nunca estrenó. Sin quererlo los dos amigos habían hecho el mismo camino.

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