tag:blogger.com,1999:blog-78223330286796063152024-03-13T21:30:27.191-07:00LA PESTE NEGRAEn una ciudad tranquila, en un día cualquiera las cosas empezaron a cambiar. Bueno un día cualquiera no. Ese día.Ficcionhttp://www.blogger.com/profile/00726924458302960122noreply@blogger.comBlogger25125tag:blogger.com,1999:blog-7822333028679606315.post-56352660979874622012-07-03T12:34:00.000-07:002012-07-04T11:56:59.877-07:00Capítulo Veinticinco " La luna brilla más en la oscuridad"<br />
<div style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> </span></div>
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<div class="MsoNormal">
<span style="background-color: black;"><b><span style="font-family: Arial;"><span style="color: red;">" y abri el pozo del abismo; y subio del pozo un
humo semejante al de un grande horno; y con el humo de este pozo quedaron
obscurecidos el sol y el aire. y del humo del pozo salieron langostas sobre la
tierra, y dioseles poder semejante al que tienen los escorpiones de la tierra.
Y se les mando no hiciesen daño a la hierba de la tierra, ni a cosa verde, y a ningun
arbol; sino solamente a los hombres que no tienen la señal de Dios en sus frentes.
Y se les encargo, no que los matasen, sino que los atormentasen por cinco meses
; y el tormento que causan es como el que causa el escorpion cuando hiere a un
hombre. Durante aquel tiempo los hombres buscaran la muerte, y no la hallaran;
y desearan morir, y la muerte ira huyendo de ellos. Y las figuras de la
langostas se parecian a caballos aparejados para la batalla ... Tenian a si
mismo colas parecidas a la de los escorpiones, y en las colas aguijones, con
potestad de hacer daño a los hombres por cinco meses ... El primer
"ay", mas luego van a venir dos "ayes" todavia ... Fueron,
pues, desatados los cuatro angeles, los cuales estaban prontos para la hora, el
dia, el mes y el año en que debian matar la tercera parte de los hombres ... Y
por estos tres azotes fue muerta la tercera parte de los hombres el fuego, el
humo, y el azufre que salia de sus bocas."<br />
</span></span></b><b><span style="color: red;"><br /></span>
</b><b><span style="color: red;"><span style="font-family: Arial;">Ap</span><span style="font-family: Arial;">ocalipsis 9:2-18</span></span></b><span style="font-family: Arial;"><o:p></o:p></span></span></div>
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<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> <span style="font-size: large;">Ciudadela de Pamplona, año del Señor del 2354</span></span><br />
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<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> La aeronaves apoyaron suave y silenciosamente sus apéndices sobre el suelo de la Ciudadela.Costó encontrar un lugar para hacerlo. Las malezas y las ruinas lo cubrían todo. Siglos de abandono lo pueden todo. Eran dos M-J 27 de última generación y apenas hacían ruido. Sus cámaras giraban de derecha a izquierda y no divisaban nada. El polvo levantado por el aterrizaje se estaba disipando y la visión era cada vez más clara. Al fin la imagen apareció nítida y los ocupantes de las naves observaron con curiosidad a través de las pantallas. Las ruinas de aquella fortificación les llamaba la atención. Escombros, árboles, extrañas máquinas y una especie de cobertizo de piedra y madera hundidos por el tiempo.Vestigios del pasado. Un pasado lejano.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> El comandante de la expedición ordenó que se prepararan y sus máscaras pronto cubrieron sus rostros, especies de hombres-máquinas, lo útimo en tecnología militar. La plataforma de la nave se abrió y en un ordenado descenso uno a uno de sus ocupantes descendieron por ella. A las señales del comandante, los tres grupos se dividieron y avanzaron sigilosamente por entre la maleza y las ruinas.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> El jefe de grupo visionaba por las pantallas de la nave el avance de sus hombres. Por los intercomunicadores los capitanes informaban de lo que veían, pero ninguna novedad. Ascendieron con sus dispositivos voladores hacia lo alto de los terraplenes pero no veían nada. Solo unos cañones de siglos pasados, unos carros que seguramente serían algún medio de transporte y poca cosa más. No había nadie en ese reducto fortificado y semi-derruido por el tiempo. A pesar del paso de éste, aquellas paredes resistían. Sus fuertes muros en otra época se habrían convertido en un fortín inexpugnable pero quien hubiera habitado dentro de esas paredes ahora no estaba. Es más; a juzgar por esta realidad presente hacía varios siglos que no lo habitaba nadie. Los exploradores llegaron hasta las puertas de un gran establo pero no entraron en él. Sus techos abatidos se lo impedían. Costaba avanzar. La naturaleza había tejido redes de vegetación salvaje imposibles de desenmarañar y la única forma de sortearlas era elevándose por el aire. Después de veinte minutos decidieron volver a las aeronaves. La escotilla se abrió y rápidamente los soldados subieron por ella y ocuparon sus posiciones. El Comandante dio la orden y los aparatos se elevaron rumbo a las partes altas de la Antigua Ciudad. La operación Urbania había terminado. No había rastro de presencia humana. Las naves fueron desapareciendo en el cielo de la Antigua Pamplona y pronto todo volvió a su estado original. Silencio. Este silencio roto de vez en cuando por las ratas que pululaban por la zona y que parecían ser la únicas que habitan es lugar.</span><br />
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><img src="http://www.elimparcial.es/files/fotos/soldado_combatiente_futuro_defensa_ejercito_mde_250.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;" /></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Inspeccionando la Ciudadela</span></td></tr>
</tbody></table>
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Siete años después del Apocalipsis</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Dentro de la Ciudadela hubo que habilitar un espacio nuevo para enterrar a las víctimas. A la muerte del australiano, de Salvadores y otros más, otras se fueron sucediendo sin final. Aparecían esa marcas en le piel, el desgano, las fiebres, las convulsiones y el corto trayecto hasta el fin. Aunque encerrados allí, terminar con todo era el menor de los males. El hambre, el agua racionada, la suciedad y ese miedo primitivo a ser devorado por los caníbales había tirado abajo las pocas defensas de los habitantes que solo esperaban la muerte más digna y menos dolorosa. Se fueron sucediendo suicidios dentro de los Últimos Doscientos y el pequeño cementerio ya no daba a vasto.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Y lo peor de todo era que no había nada que hacer. La peste negra se propagaba por todos lados y muy pocos estaban todavía a salvo, aunque sabían que muy pronto todos estarían acabados. Fuera, las hordas de caníbales no cejaban en su intento de atravesar los portones. Se contaban de a cientos, incluso miles vagando por las calles de la Vieja Pamplona. Una ciudad plagada de inhumanos. Sus edificios ya habían comenzado a mostrar el deterioro y en las calles el olor nauseabundo de la muerte andante era insoportable. Esos seres famélicos que de la noche a la mañana se habían convertido en amos de la ciudad eran los únicos que nunca descansaban, nunca se rendían en su búsqueda de alimento y lo que era peor, nunca tenían miedo.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Ante esta situación los pocos habitantes que no padecían la enfermedad se preguntaban cuando les tocaría a ellos. Pero habían un puñado de hombres que estaban ideando un plan. Un plan descabellado aunque era lo único que los mantenía con esperanza. Se irían de allí. Ahora ya no existían jerarquías,nadie mandaba ,ni nadie obedecía. Solo eran hombres movidos por instintos que sobrevivían como podían.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Iñaki y Merlín estaban arreglando el viejo camión que Salvadores había traído desde El Pais Vasco. Con piezas de otros vehículos lo habían apañado bastante bien. Juntaron toda la gasolina que habían estado reservando durante años y apenas les alcanzó para llenar un poco más de medio tanque. Julia y Andrea fabricaban lanzas con las ramas que podían arrancar de los árboles y Aran se ocupaba de los "aros de la muerte", aquel invento de Julia. Carlos trabajaba con el doctor Tomás en la revisión de los portones. Había tan poca gente disponible que ellos mismos se ocupaban de esos quehaceres antes delegados en otros. Por su parte Matías recorría con algunos otros los barracones llevando un poco de agua, la poca que quedaba a aquellos moribundos que ya no salían de allí. Dejaban los vasos de agua en la puerta y daban tres golpes. Luego se alejaban y miraban de reojo como aquellas manos flacas y manchadas se asomaban y cogían el vaso. La humanidad reducida a la mínima expresión. Eran días de desdicha en los últimos habitantes de Pamplona. Solo treinta almas en pena. Unos futbolistas, otros médicos, algunos operarios, gente normal. Gente que alguna vez soñó con cosas comunes, comprarse una casa, un auto, tener vacaciones. Tener una vida común, ahora viviendo como primitivos, aunque había más primitivos fuera que alguna vez tuvieron los mismos sueños. Una delgada línea de humanidad los separaba,una delgada línea....muy delgada.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> La luna se apoyó en el techo de Pamplona. Las fogatas se fueron apagando y el silencio arrinconó a los sobrevivientes. Se juntaban en torno al fuego. Contaban sus historias, sus recuerdos, sus amores. Arán contó la historia de un chico que había conocido años atrás y con el que había quedado un par de veces. Nunca supo a ciencia cierta que sentía cuando estaba con él. A veces bien, otras mejor, otras peor. Pero no pudo continuar conociéndolo. Cuando empezó todo no volvió a verlo. Solo tenía su número de teléfono y más o menos su dirección, pero nada más. Nunca supo si hubiera llegado lejos con él. Sólo recordaba que él la colmaba de piropos cada vez que se veían y eso la hacía poner colorada. Lo recordaba y le vinieron a la cabeza momentos íntimos que los llevaba guardados muy dentro. Su tesoro, ese tesoro que estaba debajo del arcoiris. Julia y su fugaz historia con el australiano, que tan temprano la había dejado. Ya no era la misma desde que se había ido. Todas las tardes visitaba su tumba y derramaba lágrimas por el, por ella, por el mundo perdido. Iñaki y su fúbol en Osasuna, Matías y su trabajo como publicista. Todos absortos en su pensamientos que afloraban de vez en cuando para que sean partícipes de tiempos pasados, para que nadie crea que eso fue un sueño. Se fueron a dormir malamente como podían, pero esa noche el sueño sería más corto...</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> En el medio de la noche unos pasos avanzaban en silencio. Se arrastraba con dificultad. Cerró la puerta de su barracón y esperó unos segundos para ver si alguien lo había oido. Nada. Caminó rumbó al portón principal. Con bastante dificultad llegó hasta él. Poco a poco empezó a desmontar las barras de madera que hacían de travesaños. Uno, dos, tres. Una a una iban cayendo al suelo. Al fin no había ninguna más. Empezó a abrir el portón, lo empujaba con todas las fuerzas. Logró ver el exterior a la luz de la luna. Y lo que observó ya no le llamaba la atención. Los inhumanos lo vieron y durante unos segundos dejaron de gruñir. Los que estaban tirados en el suelo se levantaron y los que estaban levantados avanzaron despacio hacia él. Este pobre hombre había perdido la cordura y levantaba los brazos en señal de bienvenida a los cavernícolas . Se fundió con ellos en un abrazo de muerte. Luego un disparo que rompió el silencio de la noche.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Iñaki!Iñaki!-gritaba Merlín</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Este se levantó de un salto, cogió una lanza y salió para fuera.Lo que vió lo enmudeció. Cientos de inhumanos estaban atravesando el portón principal y avanzaban en todas direcciones. Entraban a los barracones y los gritos de muerte lastimaban el aire como flechas. Tomás alertado por los gritos venía con Julia a la carrera. Merlín que dormía al lado de Iñaki también cogió un hacha y empezó a cortar miembros.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Corramos! gritó Iñaki- al camión</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> En medio minuto llegaron al vehículo de Salvadores. Merlín se puso al volante. Julia, Iñaki y Tomás a su lado. Arrancaron el motor y al avanzar unos metros las primeras víctimas no se hicieron esperan. El vehículo los aplastaba dando brincos. Fueron hasta el barracón de Arán. Por las ventanas veían como Arán, Carlos y algún otro aguijoneaban a algunos inhumanos a través de las ventanas. Pero esto eran muchos. Merlín tocó el claxon e hizo señas a los de dentro al tiempo que enfilaba el camión contra la entrada al barracón. De un golpe la puerta y parte de las paredes cayeron. Muchos inhumanos sucumbieron bajo las ruedas. Arán y Carlos salieron y se treparon en la parte de atrás. Otro compañero no tuvo la misma suerte ya que lograron apresarlo con las garras de la muerte y lo tiraron al suelo.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -No mires Arán!- grito Carlos-no podemos hacer nada por él. Depués dieron dos golpes en el techo de la cabina y el camión retrocedió. Al dar marcha atrás golpeó fuertemente contra más inhumanos que ya copaban todo el lugar y era muy dificil avanzar.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Tenemos que llegar al portón-gritó Iñaki</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Pero el portón era una masa negra en movimiento que no cesaba. Cientos y cientos de salvajes entraba a través de él. Lo que habían estado esperando tantos años, al fin sucedía. El último bastión humano caía.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> En medio de la oscuridad se veía como había un grupo que parecía que estaba peleando. El camión arrolló la primera tanda y en medio de ese grupo Matías, Andrea y cinco personas más que, con lo único que tenían, unos palos con puntas, defendían sus vidas. Matías los vió venir y se apartó. Cogió a Andrea de la mano y trató de subir al camión donde los brazos de Arán y Carlos los esperaban. Andrea resbaló, Matías quiso ayudarla pero no pudo. Una docena de inhumanos dieron cuenta de ella. Sus gritos desgarradores martirizaron el oido de Matías durante mucho tiempo. No había tiempo de más. El camión avanzó firmemente hacia el portón. La marea humana seguía avanzando, nada los detenía. Ni las ruedas del camión que avanzaba contra ellos. Salío a la Avenida del Ejército y enfiló para el lado de Barañain. Al llegar a la esquina de Pio XII golpeó en el medio de unos coches puestos como barricada en las primeras épocas y siguió su ruta. Sentados en la parte de atrás Arán, Carlos y Matías observaban la que ,hasta ese momento, había sido su hogar en los últimos años. Una lágrima brotó de los ojos de Arán. Carlos la abrazó y Matias levantó suavemente la vista a la luna y vió que estaba muy redonda. Hacía rato que no la veía tan hermosa. La Ciudadela poco a poco fue desapareciendo cuando el camión dobló por la Avenida Bayona. Aquellas calles que siempre habían recorrido ya no eran las de antes. Pamplona se había convertido en una ciudad fantasma y sus ocupantes trasformados en cuerpos sin alma. Matías cerró los ojos y bajó la cabeza entre sus rodillas. Se acordó de una frase del Apocalipsis que había visto en alguna película " cuando no haya más lugar en el infierno los muertos caminaran sobre la tierra". Los llantos de Arán ya no se oyeron y el silencio fue el rey. Arriba la luna, ajena a todo el horror brillaba más que nunca.</span><br />
<img height="569" src="http://antwrp.gsfc.nasa.gov/apod/image/0904/aprMoon_tanga.jpg" width="849" /><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span><br />
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<span style="font-size: x-large;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Fin primera temporada.</span></span><br />
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<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span>Ficcionhttp://www.blogger.com/profile/00726924458302960122noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-7822333028679606315.post-62249557420896825392012-06-23T06:57:00.001-07:002012-06-25T21:14:18.959-07:00Capítulo veinticuatro: "Boomerang" <br />
<span style="color: red;"> <span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> "El mundo comenzó sin el hombre y terminará sin él. "</span></span><br />
<span style="color: red; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Claude Lévi-Strauss </span><br />
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<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
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<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Nadie se daba cuenta que sería el último San Fermín</span></td></tr>
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<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Julio, 6 del 2012, 12 horas.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Pamploneses!, pamplonesas!- la voz del concejal retumbaba en la Plaza del Ayuntamiento de Pamplona. El día celeste y caluroso dejaba ver un sol que en el medio del cenit, calentaba las cabezas de las miles de personas que colmaban aquella plaza. Desde los balcones las personas más privilegiadas arrojaban agua para los casi insolados visitantes. Miles de pañuelos rojos que el viento cálido hace ondear por las cabezas y una emoción contenida. Alguna banderas de otro tiempo y ajenas a esta fiesta también hacen su acto de presencia. Luego de unas palabras a viva voz , recitando la fórmula tradicional, el mechero que se prende y con el se enciende aún más el ánimo de todos los presentes. La mecha que toma el color rojizo fuego y las chispas que se desparraman por el aire. El rojo incandescente va trepando por el cordel que va desintegrándose a su paso y que llega, como paloma a su nido, hasta cumplir con su cometido. Hace contacto con el cohete. Un silbido hiriente atraviesa el aire y a los pocos segundos una explosión que da el inicio a las fiestas de San Fermín. Las bebidas que son arrojadas por encima de los cuerpos empapándose de lujuria baconiana. Serán nueve días de fiesta en Pamplona que recorrerá todos los rincones de la ciudad y que se esparcirá por el mundo a través de los visitantes. Pamplona, una ciudad formal y seria, elegante y limpia durante el año se convertirá como una extraña mutación el la ciudad del "todo vale". La catarsis de una ciudad que necesita de esos diez días para redimirse de su habitual seriedad. Bueno, esta vez no sería una fiesta más. Sería la Última de las fiestas, rompiendo una tradición de años. No habría más fiestas, ni más catarsis, ni más seriedad. No habría más Pamplona. Pamplona tal cual la conocíamos.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> El Paseo Sarasate era una marea roja y blanca. Los miles de personas que celebraban estas fiestas después de asistir al lanzamiento del "chupinazo", el cohete que inicia las fiestas se habían desperdigado por la las innumerables atracciones de la ciudad. Algunos a comer con sus familias. Otros con sus "cuadrillas". Sacaban sus largas mesas en algunas calles del casco antiguo y a estar allí hasta la noche si era posible, Los que tenían hijos trataban de ir cogiendo algún lugar privilegiado para la actuación de los gigantes que por la tarde harían la delicia de los más pequeños. Por la tarde había conciertos en varias plazas de la ciudad, esta vez de menos presupuesto ya que la crisis había hecho mella en las arcas de la Comunidad. Pero los más, solo pensaban en otra cosa. Irse a los cientos de bares de Pamplona que para esas fechas triplicaban sus precios y emborracharse a más no poder. Cada grupo de "guiris"-como llamaban a los extranjeros-tenían sus lugares preferidos. Y así es que algunos australianos enfilaban ya para la Plaza de Navarrería. En el medio de esa Plaza existía una fuente, "la Fuente de Navarrería" en donde estos inconscientes se trepaban a ella y se tiraban desde lo alto. Abajo, sus amigos, hacían un colchón humano para atraparlo en su caída. Pero muchas veces alguien no sujetaba con fuerza al "ángel volador" y pasaba lo que pasaba. Esos accidentes que lo dejan a uno postrado en sillas de ruedas. A lo largo de los años varias personas lo habían sufrido.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Un grupo de australianos se abre paso entre la muchedumbre que atesta las calles. Son casi veinte con sus torsos al aire, llenos de vino hasta la médula, sucios-como todo el mundo que viene del Ayuntamiento- y dispuestos a pasarlo en grande. Llegan hasta la fuente y uno de ellos comienza a treparla. Sus pies que se resbalan en ella y que hace que la ascensión sea dificultosa. Desiste de su idea. Demasiado alcohol para realizar tal hazaña. Otro, un poco más joven quiere hacer la misma tarea. Apoya un pie en la base, luego estira las manos , el otro pie y casi, casi ya está en la cima. Desde lo alto contempla la escena. Miles de cabecitas que lo miran, miles de personas que esperan que de el gran salto. Debajo su "colchón" de amigos esperándolo. Se prepara, coloca las manos detrás para darse impulso, se pone en puntas de pies y vuela. El cielo azul, los brazos esperándolo debajo, el olor a alcohol por todos lados y ese vuelo interminable. Sus brazos abiertos y su vuelo eterno, para la foto.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span><br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://encrypted-tbn2.google.com/images?q=tbn:ANd9GcSeY00FbM0DLaGQAT3pw1OymfEf5EU3Cc8ax1Q8ZxnriKiWBgtW" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://encrypted-tbn2.google.com/images?q=tbn:ANd9GcSeY00FbM0DLaGQAT3pw1OymfEf5EU3Cc8ax1Q8ZxnriKiWBgtW" /></a></div>
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Años más tarde, ese mismo australiano volaba, pero de otra forma. De fiebre. Sentado en su cama ese día se despertó con mucho dolor de cabeza, ganas de vomitar y con fiebre. Apenas se pudo incorporar. Avanzó unos pasos y cogió un poco de agua. Tomo un sorbo, pero lo vomitó todo. Luego agarró un trapo, lo roció de agua y se lo llevó a la cabeza. No tenía termómetro pero su cuerpo le decía que estaba cerca de los cuarenta grados. A esa hora no había nadie durmiendo en aquel barracón. Se asomó a la ventana. El cielo estaba celeste. No sabía que hora era, estaba mareado. Salió por la miserable puerta de madera podrida y avanzó unos pasos. Estaba débil. Por la fiebre o por el hambre. Vió unos chicos correr. Pobres! pensó, tan flaquitos. Una pareja de ancianos que lo miró. Sus ojos que se iban para atrás, mareado, sin fuerzas. Un fuerte golpe que le hace sangrar la frente. Desde el suelo divisó unos pies que venían corriendo a su encuentro. Se desvaneció.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Está volando de fiebre-dijo Tomás </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Sì-le contestó Julia.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Saquemósle la camiseta-dijo Merlín-hace mucho calor aquí.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> La camiseta que vuela por el aire. Gritos de algarabía. O de borrachera. Su vuelo había aterrizado con éxito. Los brazos que lo sujetaban lo sueltan rápidamente y otro que comienza con la ascensión a lo alto de la fuente. Le tocaba ahora a él hacer de "colchón". Después de media hora sin incidentes se alejan de la fuente. Un grupo de ingleses habían copado la parada y ahora era el turno de ellos. Bajan por la calle empinada y se dirigen a la Plaza del Castillo. El Café Iruña sería su próxima parada. Allí podrían dar rienda suelta a su locura sanferminera. Al entrar se tropieza con unos cuantos pies que salen. Cae al suelo. Se golpea un poco, la espalda magullada. Tiene sangre.</span><br />
<br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Merlín con la ayuda de Tomás le saca ese harapiento trapo que antiguamente fue camiseta. Lo dejan a un lado. Merlín le señala algo en la espalda a Tomás. Tomás que mira asustado. Unos cuántos granos con pus pueblan su torso. Iguales a los de José.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Julia-dijo Tomás-por favor retírate y llama a Iñaki</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Obedeció a regañadientes. Sabía que algo malo estaba pasando. Corrió hasta donde estaba Iñaki.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Iñaki, Iñaki!-gritó en la puerta de su choza, pero nada. Iñaki no estaba.Había ido a buscar al capitán Salvadores que estaba tardando.Raro en él, siempre puntual.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Julia entró en la choza. No estaba. Sus fotos del Osasuna que se descolgaban descoloridas de la pared. Recuerdos de otro tiempo. Cerró la puerta que no cerraba y regresó a donde estaba el australiano. Merlín no la dejó entrar. El australiano tenía convulsiones y Tomás trataba de calmarlas. Se retorcía en el catre y el médico lo sujetaba fuertemente. No sólo en su torso tenía granos, también en sus piernas. La mascarilla que se le suelta y la sujeta con una mano.El australiano que se desmaya.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Lo despiertan entre tres o cuatro. Estuvo durmiendo varias horas. La cabeza le pesaba. Le dolía todo el cuerpo. Que hora sería. Tirado en aquella gran Plaza se había perdido casi toda la tarde durmiendo. Los ruidos de la gente le molestaban, que dolor de cabeza! El alcohol que deja su impronta. Su cuerpo empapado de alcohol y su ropa toda sucia. Un desastre. Se tumba de nuevo en el banco. No tiene fuerzas todavía.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Con ayuda de Tomás se incorpora. Sus ojos estaban en otro lado . La cabeza se la hacía para atrás y el peso muerto era para el pobre Tomás un suplicio.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Desde cuando tienes esos granos?-le dijo el médico.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> El australiano no contestó. Estaba lejos de allí. Su cabeza inclinada hacia atrás y sus recuerdos en otro país. Él, que había sobrevivido a un accidente aéreo ahora a punto de morir por una epidemia. No habían podido ni la desesperación de verse rodeados de carnívoros, ni el hambre, ni nada. Pero esos granos con pus serían su fin. Sus ojos se cerraron. No volvió a respirar.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Fuera Julia y Merlín aguardaban. En los últimos días habían muerto tres o cuatro personas por lo mismo. Pero no había forma de pararlo, sin medicamentos, sin jabón, casi sin agua...</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> A lo lejos viene Iñaki. Julia y Merlín van a su encuentro.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Fui a buscarte-dijo Julia desesperada</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Iñaki no contestó. Sus ojos estaban rojos como de haber dormido mal o haber llorado. </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Que pasa Jefe?-preguntó Merlín</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Iñaki los miró a ambos y luego de un suspiro dijo</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Encontré muerto a Salvadores-</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Julia que rompió a llorar y abrazó a Merlín.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> La puerta de la enfermería que se abre y que Tomás cierra detrás suyo. Los mira a todos y baja la cabeza. No hubo palabras. No hacía falta. Los llantos de Julia entonces se hicieron más fuertes.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span><br />
<br />Ficcionhttp://www.blogger.com/profile/00726924458302960122noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7822333028679606315.post-38949222693956618862012-06-15T11:39:00.000-07:002012-06-15T15:55:02.698-07:00Capitulo veintitres " Otra caída o "Como se desencadena el efecto dominó"<br />
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<br />
<span style="color: red;"> <span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> "Animus hominis est inmortalis corpus mortalis"</span></span><br />
<span style="color: red; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> "El alma del hombre es inmortal; el cuerpo mortal"</span><br />
<span style="color: red;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> </span> <span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> San Agustín.</span></span><br />
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<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Junio del 2012</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> La pareja de ancianos estaba sentada frente al televisor en el sofá de aquella gran casa de la Avenída Sarasate. Su balcón daba a la calle y a esa hora, aproximadamente las 9 de la noche, había bastante gente. El día había estado medio soleado, medio nublado, cosa habitual en Pamplona ni frío , ni calor. Debajo de su portal la parada del 4 que rara vez habían tomado. Su mundo, como buenos pamploneses lo componía las calles céntricas, el casco antiguo, Carlos Tercero y poca cosa más. Alli estaba todo lo que necesitaban. </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> El letrero del autobús decía " Barañain".-que lejos que va ese autobús-solía decir la anciana. Barañian estaba situado a escasos quince minutos del centro. Otro mundo para ellos.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Vamos, cariño, demos una vuelta-decía la mujer </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Ya es tarde-le contestó su marido-aparte estoy viendo el partido, no ves?</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Ya, ya-pero me gustaría salir un ratito hasta los bancos de la Plaza del Castillo. La tarde está agradable...</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -La noche, querrás decir-contestó gruñón su marido</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> " El esférico que rueda por la banda derecha. Viene la pelota para Schweinsteiger, larga habilitación para Mario Gomez, recibe solo dentro del área, que calidad!,da la media vuelta con el balón apunta y golllllllllllllllll!!Que golazo! Gooollllllll! de Alemania-grritó exaltado el locutor de la cadena de televisión</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Como pueden dejar solo al hispano-alemán-Que maravilla de gol! Alemania Uno-Holanda Cero.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Era la Eurocopa 2012, en Polonia-Ucrania. El anciano, bastante aficionado al fútbol no se perdería ningún partido de ese campeonato. Su favorito era Alemania. Otro gol, Holanda para casa.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Está bien-pensaba el anciano-por haber sido tan sucios en la última final con España.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">La mujer se resignó. Se asomó a la ventana y vió pasar la gente por las aceras.Otro autobús que se detiene y una señora con su niño en carrito sube por la puerta del medio. Un señor le ayuda con su cochecito. El autobús que arranca y sigue con su recorrido. Da la vuelta en la rotonda del Hotel Tres Reyes y avanza por Pio XII. Pasa por detrás de la Ciudadela. Ese mismo autobús años más tarde se convertiría, una vez mutada su apariencia, en " la Siete de Julio", el acorazado que ahora yacía oxidado y abandonado frente a unos árboles en la Plaza de Merindades.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> A esa misma hora Arán sacó el agua del fuego. Se estaba por preparar un té pakistaní que le habían regalado. Se lo llevó a la nariz y lo olió. Una brisa con sabor a oriente la invadió en todo su ser. Se vió transportada a países lejanos, gente de turbantes, mujeres envueltas en géneros interminables, mercadillos eternos, calor que abraza. Eligió una taza especial para la ocasión. Con total delicadeza volcó su recipiente favorito, no sin antes haber prensado el té en el fondo y el agua que se transforma en aquel líquido tan rico. Luego llevó su taza de té sin azucar al salón y lo acompaño de unas delicatessen traídas por un amigo de Francia. Colocó el ordenador a un costado y empezó a saborear su preparación.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Uhmm, que rico!-exclamó-cómo me gusta!</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Después se levantó y miró por la ventana. Desde su posición se veían las montañas que poco a poco estaban desapareciendo bajo la luz de la noche. Su cabeza estaba en otro lado, quén sabe donde. Pocos coches por esa zona de Pamplona. La taza que hace el viaje hasta sus labios y se va vaciando poco a poco. Le gustaba saborear su te despacio, como una cosa exquisita y como no queriendo que se acabe nunca. Un sonido y la media vuelta. Su teléfono que parpadea, un mensaje.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Es él-pensó y lo leyó. Su mirada se encendió como una luz en medio de la noche. Se asomó de nuevo a la ventana. La noche envolvía Pamplona y con él el silencio.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Un mes más tarde</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Tomás la cogió del brazo y la metió dentro de la casa. Estaba aterrorizada.Ese no muerto que se sacudía con el cuchillo clavado la había marcado mucho. Pero no había tiempo para lamentaciones. El mundo había cambiado...o al menos esa parte del mundo.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Cómo se te ocurre andar sola por las calles-inquirió Tomás</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -En casa ya no había nada que hacer, sin comida, casi sin agua,sin nadie-contestó Arán.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Bueno, por aquí tampoco hay gran cosa-se lamentó Tomás-tendremos que salir a buscar gente. En algún lado tiene que haber alguien-dijo</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Pues, lo que voy a hacer yo es marcharme de este infierno-dijo Arán</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -A dónde?-le preguntó Tomás.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Tengo unos familiares en Vitoria-contestó-mi auto lo tengo aparcado en el parking de los juzgados y espero que todavía esté allí.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> - Tan lejos!-se lamentó Tomás-te costará una eternidad llegar hasta allí</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Lo intentaré de todos modos-dijo resolutiva Arán.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -En ese caso, lo intentaremos-contestó Tomás.</span><br />
<span style="font-family: Arial;">Esperaron a que no hubiera nadie en las cercanías y abrieron la puerta. No había peligro. Iban agazapados entre los autos ubicados en la calle Monasterio de Alloz. </span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Cuidado! -dijo Tomás y señaló a la derecha.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> Un grupo de carroñeros estaban desparramados por la acera dando buena cuenta de un cuerpo. La mujer tendida en el suelo ya no era. Restos del cuerpo esparcidos por los dientes de los inhumanos, que dando mordiscones y moviendo la cabeza para separarlos del cuerpo estaban ajenos a todo. Tomás y Arán se escondieron detrás de unos árboles y continuaron a plena carrera. Arán se dió vuelta para contemplar la escena justo en el preciso momento en que un no vivo levantaba su mirada hacia ella. Duró solo un par de segundos pero a ella le pareció una eternidad. El contraste de unos lindos ojos verdes con unos ojos de fuego, llenos de ira, de hambre de carne humana, unos ojos que alguna vez miraron en forma normal. Lo que a lo mejor en alguna oportunidad hubiera sido el cruce de unas miradas entre un hombre joven y una mujer también joven, ahora se había convertido en nada. La mirada de algo peor que un animal, la mirada del demonio. Solo unos segundos. La criatura maldita se abocó de nuevo a su tarea junto a sus compañeros de ocasión. Arán y Tomás continuaron a toda marcha. Jamás se olvidaría de esa visión.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> Llegaron a la Avenida Bayona y después atravesaron la Plaza M. Azuelo rumbo a Monasterio de la Oliva. En las fachadas de las casas se veían restos de los adornos de San Fermín. Algún toro de cartón en algún balcón, ropa roja y blanca tendida en las casas bajas. Pero había muchos cadáveres en las calles. Muchos rostros desfigurados en el suelo, restos de mapostería caída de las fachadas. Algunos edificios semi destruídos, producto de los ataques del ejército de días anteriores, sin éxito por cierto. Si uno levantaba la vista veía el cielo claro que despuntaba en Pamplona, pero si bajamos la cabeza la desolación de las calles era terrible. La muerte se había adueñado de las calles.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> Llegaron a la Avenida Monasterio de Urdax en su cruce con San Roque. Enfrente de los juzgados y a pasos del parking.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Tendrás la llave ,no?-preguntó Tomás.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Tu, que piensas?contestó sobrando la situación Arán.Metió la mano en el bolsillo y la sacó.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Con cuidado! exclamó Tomás-No sabemos que nos podemos encontrar allí abajo.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> Penetraron por la salida de autos. Solo se veía un agujero negro oscuro.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Te acuerdás donde lo dejaste?-preguntó Tomás</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Si, frente a la caja-le contestó</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> Sintieron un ruido. Se detuvieron. Entraron en la oficina y se agacharon. Solo se escuchaban las pulsaciones de sus corazones. Hacían tanto ruido que si algo había allí fuera seguro que lo escucharían. Detrás del vidrio roto los vieron. Eran media docena de inhumanos que arrastraban sus pies. Caminaban con ese andar bamboleante, pidiendo un pie permiso al otro, moviendo sus narices como olfateando algo, con ese movimiento de hombros imposible y algunos de ellos con la cabeza casi a la altura de sus cinturas. Uno de ellos se detuvo y entró en la oficina. Tomás le hizo una seña a Arán en medio de la oscuridad para que no se moviera. El inhumano avanzó lentamente, solo se divisaba su contorno. De pronto Arán ya no sintió la respiración de Tomás. Estiró su brazo y no lo encontró. El inhumano estaba frente a ella, pero no la veía. Presa del terror, casi da un grito cuando el carnívoro la olió. Avanzó un paso más y ella retrocedió dos. Ya no había donde retroceder. Ya era tarde. El inhumano se le cayó encima. Sintió un ruido seco. Quería gritar pero el miedo la enmudeció. El cuerpo la aplastó y cayó al lado. Dió un grito que al fin salió. Enfrente de ella otra sombra. Era Tomás que con su cuchillo había atravesado al inhumano en la nuca.. Arán movió el cuerpo intruso y le dió un golpe en el brazo a Tomás.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -No me dejes más sola!-le recriminó.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> El ruido anterior llamó la aatención de otro inhumano. Retrocedió sus cansados pasos y enfiló para la oficina abandonada. Arán y Tomás se escondieron. El inhumano entró y se dirigió a donde estaba el otro caído. Se abalanzó sobre el y le dió un mordisco sacudiendo la cabeza para descuartizarlo. Se llevó las manos a la boca y se sacó el pedazo de cuerpo de su compañero. Parece que no le gustaba el sabor a carne podrida. Después retrocedió, miró desconfiado y se fue. Arán y Tomás fueron hasta el auto. Entraron en él. Arantxa encendió el motor y las luces. Y lo que vieron no les gustó. Por todo el parking había inhumanos. Algunos tirados en el suelo, otros que parecían dormidos. Otros con el jaleo del motor se incorporaron y fueron hacia el.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Acelera!-grito Tomás</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Ahi voy!-dijo Arán</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> El vehículo atropelló a unos cuantos. Su sangre negra estaba tiñiendo el parabrisas. Sus caras alumbradas por los faroles denotaban el terror. Unas caras desfiguradas por esa extraña epidemia que había inundado Pamplona. El auto dio unos cuantos brincos de derecha a izquierda antes de encontrar la salida. Allá a lo lejos se veía la claridad del exterior. El automóvil salió rápidamente. Un inhumano se cruzó delante. Arán no pudo seguir. Dió marcha atrás ante la mirada atónita de Tomás. Esquivó a la criatura y saltó el bordillo de la acera.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Porqué no lo atropellaste como a los demás? -le preguntó Tomás</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Arán, tenía lágrimas en los ojos- suspiró y dijo- Creo que era mi peluquero-dijo cabizbaja.</span><br />
<span style="font-family: Arial;">El auto siguió su camino por las calles desoladas de Pamplona.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> Ahora, sentada en su cama de madera saboreaba un te hecho con unas hierbas que pululaban por ahí. Estaba flaca, la falta de alimentación como todos allí dentro. Sumida en sus recuerdos, en su familia, en sus amigos y en algún amor que encontró el año del fin del mundo. Saltó de su cama porque escuchó pasos fuera. Era Tomás, su amigo que iba rápido al encuentro de Iñaki.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Que pasa Tomás? le preguntó.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Es José, ha empeorado-le contestó. </span><br />
<span style="font-family: Arial;"> Entraron en la habitación del fondo. Salvadores e Iñaki los esperaban con sus mascarillas. Llegaron hasta José, que estaba sudoroso, con los ojos semicerrados. Iñaki le señalo la cara. Tenía manchas en la piel. Unas protuberancias negras. Le levantó la camisa y también en el cuerpo tenía algunas de esa manchas. Eran como granos con pus a punto de estallar. Tenía el pulso muy débil.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> Arán se puso unos guantes de latex y le cogió la mano.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Mi buen amigo, por culpa mía y ese maldito pozo!-exclamó</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Tu no has tenido la culpa-le tranquilizó Iñaki-fue cosa del destino.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -No creo que le quede mucho tiempo-dijo Salvadores.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> Tomás le tomó la tensión otra vez, casi imperceptible.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -No tenemos nada que hacer-dijo lacónicamente.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> Yo me quedo con él dijo Tomás. Iñaki, Salvadores y Arán abandonaron la habitación. Cada uno a sus lugares de descanso.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -No tenemos que asutar a la gente-dijo Iñaki.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Sin cuidado-dijo Arán- Salvadores asintió con la cabeza.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> Se despidieron en la puerta en donde moraba Salvadores.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Hasta luego- se dijeron.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> Salvadores se sirvió un poquito apenas de agua racionada. Se sentó pensativo al borde del catre. Miró al suelo y se persignó.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> Se sacó la camiseta y se miró en el pequeño espejo que tenía en la pared.Se levantó el pelo y trató de mirarse el cuello. Desde hace unos días había visto crecer un grano negro sospechoso. Ahora estaba más grande y con pus.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Que Dios me perdone por no decir nada-dijo y se tumbó en la cama de madera.</span><br />
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<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> </span><br />
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<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span><br />
<br />Ficcionhttp://www.blogger.com/profile/00726924458302960122noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7822333028679606315.post-131648876207714722012-06-01T13:57:00.000-07:002012-06-01T13:57:02.497-07:00Capitulo Veintidós: " Uno de los nuestros"<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> <span style="color: red;">"De doubus malis minus est semper eligendum"</span></span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><span style="color: red;"> "Entre dos males es mejor elegir el menor"</span></span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><span style="color: red;"> Cicerón</span></span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Iñaki y Tomás salieron a todo correr rumbo a la enfermería. Hacía mucho que no corría tan rápido. Años. Desde aquella vez en en el Rincón de la Aduana cuando aquellos inhumanos le cortaron el paso y casi no llegó a su antiguo refugio.Un piso en una vieja casa al lado de la Iglesia de San Lorenzo. Sus huesos estaba entumecidos, sintió un tirón fuerte en su rodilla y se llevó la mano a ella. Se detuvo unos instantes, se acarició circularmente su rodilla y siguió corriendo. Todavía le dolía y eso que habían pasado años. Muchos años....</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Estadio del Reyno de Navarra, un domingo cualquiera.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Aquí, aquí!-gritaba el delantero señalando con su brazo en alto su posición en el campo.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Era un partido bravo. Osasuna se jugaba su permanencia en primera división y estaba jugando con un rival directo. A pesar de la lluvia los aficionados habían colmado las instalaciones. El clima no ayudaba en nada al desarrollo del partido. Esa llovizna que durante todo el día lagrimeaba sobre Pamplona hacía que el terreno de juego no estuviera al cien por cien y la peor parte se la llevaban las áreas. Era el fin del primer tiempo y el marcador estaba cero a cero. Un empate después de todo no estaba tan mal. El esférico rodaba de un lado a otro del campo sin que hubiera ningún claro dominador y el público se impacientaba. En teoría Osasuna era superior pero como en el fútbol la teoría existe poco así estaban las cosas, mal.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> El arquero del rival que saca desde la portería, la pelota que cruza la divisoria, un balón dividido. De esos que en un partido hay cientos. Pero sería un dividido distinto. El delantero que estira demasiado la pierna, Iñaki que también va fuerte y la colisión es inevitable. Sintió mucho dolor y cayó al suelo desplomándose como una hoja de árbol en otoño. El médico entró rápido al campo y lo encontró hundido en el césped, con lágrimas en los ojos. No sabía si eran de dolor o de su alma. Iñaki sabía que la lesión era grave, pero nunca pensó que ese golpe lo iba a sacar de los campos de juego para siempre. En el hospital y después de los estudios que le realizaron le dieron la sentencia final: rotura del ligamento cruzado anterior, algo que hacía que a partir de ahora tendría que dedicarse a otra cosa...</span><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Llegaron hasta la enfermería y encontraron a José con fiebre, dolor de cabeza intenso, escalofríos...</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Mal asunto-pensó Iñaki</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Sabes que creo?- preguntó Tomás </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Qué?-le contestó con otra pregunta.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Que lo que le mordió allá abajo o fue una rata o un murciélago. Si te fijas allí- y le señalo el cuello- podrás ver esas marquitas</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> - Espero que no tenga la rabia- dijo apesadumbrado el jefe de la Ciudadela.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -No tenemos medicamentos Iñaki-dijo en voz baja el médico-bicicletero.-</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Lo sé- contestó preocupado-y que tenemos que hacer?-le preguntó.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Para empezar lo aislaremos-dijo Tomás- lo llevaremos hasta las habitaciones del fondo. Así lo mantendremos aislado de los demás- informó el médico.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Está bien- dijo Iñaki- Vamos a levantarlo y lo colocaremos en la camilla. La "camilla" eran dos hierros unidos por un enjambre de alambres y recubierto por paja. Trabajo de Julia.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Colocaron la camilla en la otra cama y la cama la acercaron al enfermo que se sacudía en escalofríos.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Bueno-dijo Tomás-vamos despacio.Lo cogieron de las manos y los pies y lo fueron arrastrando hasta la otra cama. José, el infortunado, estaba realmente mal. Su frente bañada en sudor caliente y su temperatura rondaría los cuarenta grados. Se quiso incorporar pero los dos hombres lo sujetaron para que no se levante. El esfuerzo lo hizo toser y varias gotas de esa saliva volaron por toda la sala. Algunas alcanzaron a Tomás que rápidamente se pasó el brazo por su cara.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Iñaki!-dijo. Traéte esas mascarillas de allí atrás y vamos a ponerlas. Le pusieron una a José y ellos hicieron lo mismo con las suyas.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Vamos!, arriba!-exclamó Tomás.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Los dos hombres llevaron a José a través de la oscuridad por la noche de la Ciudadela hasta las " habitaciones del fondo" como las llamaban.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Tenemos que bajarle la fiebre-dijo Iñaki-está volando!</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Si, si, le he dado algo de lo poco que tenemos-contestó Tomás y agregó-ahora cuando lleguemos le pondremos paños fríos. Mientras José deliraba producto de su fiebre. Se creía encima de "Embrujo" un caballo que había tenido en su juventud. Este ex-profesor de historia era aficionado a estos animales. Y allí estaba, practicando en los Campos de Zolina, con su caballo preferido. El corcel saltaba de un lado al otro esquivando obstáculos, primero las barras, luego las barras con el agua debajo, los bidones metálicos y vuelta a empezar a toda carrera, así tres veces.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Muy bien José!-le dijo su instructor-has bajado seis segundos tu último registro-</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Bien! contestó José muy contento-sabía que mi caballo mejoraría.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Ahora tendremos que dejarlo descansar hasta mañana-dijo- para el Campeonato de España falta muy poco pero llegaremos en forma-dijo el instructor.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Quiero dar otra vuelta ahora-dijo con voz insistente José.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Bueno-le contestó el otro- Pero no tan rápido que lo vas a cansar-</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Un poquito-contestó. Y lo tomó de las riendas nuevamente. Empezó con un trote tranquilo dando una vuelta alrededor de los bidones, suave para que su caballo se deslizara por el terreno. Luego avanzó más despacio rumbo a la primera valla. </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Vamos-gritó y dando un golpe con sus talones en el costado del animal, éste empezó al galope. La valla se veía más cerca. Con las riendas tirantes, el caballo salto levantando sus patas, primeros las delanteras y su cabeza que atraviesa la valla, luego su estilizado cuerpo, para posteriormente levantar sus patas traseras y en un elegante movimiento encogerlas y pasar totalmente encima de ella. Esquivando los obstáculos dio la vuelta entera al recinto dos veces más. Luego se bajó del animal y lo llevó hasta la cuadra. Abrió la puerta y se metió en ella. En su delirio no se daba cuenta que donde habían llegado era a "la habitación del fondo" de donde nunca más saldría.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Al día siguiente el Capitán Salvadores reunido con los máximos responsables del fortín explicaba con detallada minuciosidad su informe sobre el perímetro de la Ciudadela. Junto al australiano habían dado la vuelta de rigor y solo encontraron una deficiencia en el ala este. Allí el portón estaba bastante deteriorado. Habría que colocarle unas planchas de madera gruesa para reforzarla, pero era una tarea muy difícil ya que esa labor solo era posible desde fuera.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Y nos dices que debemos salir para arreglarla-preguntó uno de los asistentes preocupado.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Así es -respondió Salvadores-solo será cuestión de minutos. Iremos en una de las orugas llevando la plancha. La colocaremos contra el portón de lado de afuera y desde dentro la sujetaremos-dijo el australiano.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Yo me ofrezco de voluntario-dijo Jota Jota-</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Bien hecho-dijo Salvadores. Además nuestros arqueros te tendrán controlado en todo momento desde arriba, estarás a salvo dentro de la Oruga-terminó Salvadores.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Todo estaba listo ya. Jota Jota en su Oruga esperando a que le abrieran el portón. Fuera los inhumanos carnívoros. Se realizó el despeje de la zona lanzando unas cuantas incendiarias y una lluvia de flechas. Lo justo como para que no se metiera ninguno dentro. Esta vez la operación era más delicada ya que en las uñas de la Oruga colgaba la plancha de madera reforzada que serviría para colocar en el portón. La puerta se abrió y el Oruga con su parsimoniosa tranquilidad y a la vez fortaleza salió a la Avenida del Ejército y dobló rumbo a Pio XII. Había bastantes inhumanos que raudamente se abalanzaron contra la máquina solitaria. Un alimento apetecible en aquella pecera acorazada. Veía sus caras y pensaba -"no han cambiado nada, siguen horribles como siempre" y se llevó un par por delante. Tenía que ir despacio ya que la plancha pesaba bastante. Tenía solo que acerarse al portón dejar caer suavemente la plancha contra él, sujetarla un poquito hasta que desde arriba con unas cadenas empezarían la labor de amarre. </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Es como esos documentales que pasaban sobre el espacio-pensó-esos en que los astronautas salían fuera de su nave para efectuar alguna reparación y eran inundados por el negro espacio haciéndolos figuras pequeñitas flotando en el cosmos-terminó. Solo que aquí la cosa era diferente. Tenía cerca de tres docenas de salvajes que lo rodeaban, se le subían a a jaula trasera, arañaban su protección que aunque segura no dejaba de impresionar lo que veía. Una flecha que vuela y se clava en el ojo de uno de ellos, otra que se introduce en la espalda de otro pero que sigue en pie. Y él, dentro del Oruga y despacio, muy despacio para que su carga no se bambolee. Pero cada vez había más. Y estaban por todos lados. Unos cuántos de ellos se le subieron delante y apoyaban sus horrendas caras contra el acrílico reforzado. Uno dejó media cara putrefacta allí y otro cogió parte de esa cara. Al instante la escupió en un acto instintivo. Parece que a pesar de todo los inhumanos tenían estómago.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Jota Jota vio unos cuantos que empezaban a subirse por la plancha y la llevaban de un lado al otro. Eso era peligroso. Su carga corría peligro...y no tan solo su carga. El peso lateral se hacía insostenible y no podía ir más rápido ya que se corría el riesgo que se desprendiera. Pero la Oruga empezó a balancearse. Como debía llevar la plancha en alto hacía que la máquina no tuviera tanta estabilidad. Y la máquina perdió esa estabilidad. Jota Jota desde dentro veía que si no hacía algo rápido todo fracasaría. Empezó a acelerar un poco la máquina y con eso logró desprenderse de unos cuantos. Pero esa acelerada aumento el grado de inestabilidad. Un poco a un lado, otro poco a otro y el Oruga que perdía el equilibrio. En un último intento Jota Jota dio un acelerón y un frenazo para evitar lo inevitable. La máquina volcó aplastando varios carnívoros que aullaban de dolor ...y de hambre. Otros esquivaron la caída y luego se reagruparon en torno a la máquina. </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Jota Jota estaba herido. Su brazo estaba incrustado en una de las palancas del Oruga y no lo podía sacar. Con la otra mano cogió su cuchillo y estuvo en guardia. De medio lado, volcado en el suelo vio como el acrílico enfrente de el empezaba a quebrarse. Los defensores hacían llover sus flechas sobre la muchedumbre pero no era suficiente. Una garra que logra penetrar en el habitáculo y Jota Jota con su cuchillo le arranca los dedos. Esto enfureció al inhumano que golpeó con su cabeza la protección, una, dos, tres veces...Hasta que el acrílico cedió y a pesar de tener doble espesor saltó en mi pedazos. Los aullidos de unos atrajeron a otros que se abalanzaron sobre el pobre Jota Jota. Uno que mordió su espalda, otro sus brazo herido. Todos se peleaban por un trozo de comida humana. Desde arriba de la Ciudadela los defensores lanzaban todo lo que podían para espantar a la peste de encima de Jota Jota pero no se pudo hacer nada. Los aullidos de hambre de los inhumanos se unían a los gritos de terror de Jota Jota. </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Dame tu pistola!-dijo Salvadores a Iñaki-</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Toma-le dijo entregándosela</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> El capitán Salvadores se aproximó un poco más y apuntó.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Vamos, vamos, dejadme un hueco, uno solo-decía en voz alta.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Ahora-dijo y disparó a Jota Jota.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Se había decidido que las balas solo se usarían en caso de necesidad extrema y esta era una necesidad extrema. Parar el sufrimiento de un hombre.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Ya no sufrirá más-dijo Salvadores y se fue a buscar a Matilde, la esposa de Jota Jota.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Los inhumanos cubrían todo el Oruga.No habían podido sacar de allí al pobre Jota Jota y unos pocos carnívoros afortunados pudieron meterse.Un triste final para un hombre de valor. Que descanse en paz.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span><br />
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<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> </span>Ficcionhttp://www.blogger.com/profile/00726924458302960122noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7822333028679606315.post-91299998563222987682012-05-27T13:06:00.001-07:002012-05-27T13:06:12.055-07:00Capítulo veintiuno " Bajo tierra" <br />
<span style="color: red; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> </span><br />
<span style="color: red; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> "A digito cognoscitur leo "</span><br />
<span style="color: red; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> "Al león conocemos por su uña"</span><br />
<br />
<br />
<br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Que olor asqueroso-dijo Matías en la oscuridad del pasillo.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Esto estuvo cerrado durante décadas-comentó Arán</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Acordémonos que la antorcha nos durará solo veinte minutos, según lo que nos dijo Julia. Luego encendemos la otra y regresamos. No quiero perderme en un laberinto de pasadizos y quedarme acá para siempre-dijo al aire Carlos.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> El aire estaba viciado, plagado de encierro, humedad, suciedad. Y seguramente alguna alimaña...</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Con cuidado-dijo Carlos -deben fijarse donde pisan-terminó</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Llegaron hasta donde el túnel iniciaba un desvío. Dudaron unos segundos antes de tomar una decisión. Seguirían por el de la derecha. Dejaron una marca en la pared con una tiza.Y continuaron. El lugar solo estaba iluminado por la antorcha que llevaba Matías.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Silencio!-dijo Arán-me pareció escuchar algo.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Todos se detuvieron y guardaron silencio. Nada. Debió ser una ilusión.Las únicas que se podían permitir. Continuaron. La voz de Arán se oyó de nuevo.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Según los mapas que hemos encontrado por aquí tiene que haber alguna puerta, pero quien sabe. Han pasado tantos años, debe estar sepultada bajo kilos de moho, que debe ser lo único que crece en este lugar.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Jota Jota cerraba la comitiva. Desde su posición solo veía como la llama de la antorcha dibujaba figuras que se adentraban en las paredes, figuras fantasmagóricas que le hacían acordar a esas sombras chinescas de cuando era chico.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Aquí-dijo Arán- según mi mapa acá tiene que haber una puerta. Esta puerta comunicaría con otro pasillo y de ahí a unos cien pasos tiene que haber una fuente de agua. Era el pozo que usaban los primitivos constructores de la Ciudadela, pero quien sabe...</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Cogió una pala y empezó a rascar en la pared. Los trozos de moho y piedra caían al húmedo suelo del túnel.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Pronto tendremos que encender la otra antorcha, esta ya se está agotando-dijo Matías y agregó-todavía no hicimos ni la mitad del camino-</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Aquí hay algo-dijo Arán- y golpeó con su pequeña hacha la pared nuevamente. Apareció bajo la luz de la segunda antorcha un trozo de madera carcomido por el tiempo. Dio otro golpe más , esta vez ayudada por José, el arquero de la Ciudadela.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Matías, alumbra- dijo Aran</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> La antorcha se metió un poco por la hendidura pero no se alcanzaba a ver nada. Jota Jota y Carlos tumbaron esa vieja puerta de madera y piedra. Todos avanzaron por el nuevo pasadizo. Caminaron unos cuantos pasos, pero la fuente de agua no aparecía.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Tiene que ser por acá-dijo Arán-</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Llegaron hasta otra bifurcación del camino. Pero allí se impuso la cordura. Carlos y Matías se detuvieron.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -No podemos seguir más-dijo Matías-no tenemos casi luz, una linterna con poca batería y un largo regreso-concluyó.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Tiene razón Matías-apoyó Carlos-tenemos que volver, Arán.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Un poquito más-dijo la aludida-no podemos volver con las manos vacías-</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Lo importante es volver, ya regresaremos. -dijo Jota Jota.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Y así iniciando el camino de regreso, la caravana humana dio media vuelta.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Uy!, algo me ha picado dijo José y se llevó la mano al cuello.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Qué? -dijo Carlos</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Que algo me ha picado o mordido, que se yo, aquí, en el cuello-se quejó José.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Volvamos pronto, que te vea Tomás-dijo Arán-y a toda velocidad emprendieron el regreso. Llegaron a la bifurcación con una debil llama en la antorcha.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Esperen unos segundos-dijo Arán-y se adentró unos metros-Quiero echar un vistazo por aquí-dijo</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Arán!se quejó Jota Jota-que se nos va a acabar la luz.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Un segundo-contestó Arán. Luego de unos pasos sus pies tropezaron con algo, algo que estaba en el piso fijo y algo que se movió-Ratas! dijo Arán y dio un grito. Matías se acercó con la linterna y vió como unas cuántas ratas se desparramaban por allí- ahora sé que fue lo que le mordió a José-se lamentó. Alumbró el suelo con la poca lumbre que le quedaba y vio un esqueleto humano que parecía estar allí desde hace unos cuantos años.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Mira para ahí! -le dijo a Arán.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Y eso?-un esqueleto?-preguntó sorprendida Arán.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Ciudadela, febrero de 1582 </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Vamos, vamos!- traerlo para aquí-dijo uno de los capataces de la obra.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Has robado la comida de tus compañeros, ahora te daremos lo que mereces! gritó otro</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -No hice nada, no hice nada!- gemía el acusado.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -No te creemos! dijo el primer hombre y entre tres o cuatro le dieron una paliza con todas sus fuerzas y lo ataron con cadenas a los aros de la pared.-Ya te quedarás un tiempito aquí para escarmentar y pensártelo para la próxima- le amenazó.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Lo ataron de pies y manos y lo dejaron ahí. El capataz enfermó a los dos días. Al otro capataz lo derivaron a otro sector. Los otros no se animaron a decir nada. Nadie más se acordó del pobre infeliz. A las semanas ese tunel se cerró y nadie se acordó del pobre hombre. Pasó las primeros días gritando pero nadie lo oía. Estaba malherido, con sed, hambre y con esos visitantes molestos que apenas podía espantar. Esos ojitos que brillaban en la oscuridad y que se le acercaban. Un día entre sueños sintió un ruido y ese hilito de luz que se veía a lo lejos desapareció. Ya estaba solo y nadie lo sacaría de allí. Ya no tenía fuerzas para gritar ni para espantar a las ratas. Esas ratas que muy pronto se servirían de su cuerpo como alimento. Cerró sus ojos y en medio de la oscuridad veía esos otros ojos que se le acercaban y que a pesar de la negrura brillaban. Ese pasillo que antes comunicaba con la salida ahora se veía tan lejano. </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Ese mismo pasillo era ahora recorrido por algunos de los Últimos Doscientos que a oscuras y apoyándose en las paredes trataban de adivinar cuanto le faltaban para llegar a la salida.Uno de ellos herido por la mordedura de una rata. Y además sin haber encontrado ningún pozo de agua.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> La luz de la salida ya se divisaba. Apuraron el paso y de a uno fueron saliendo. La primera fue Arán que ayudada por uno de los guardias recorrió con su vista a los presentes buscando a Iñaki. No estaba.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Salieron todos los demás y Matías acompaño a José hasta donde estaba Tomás para que le vea la herida. Tomás la examinó y puso mala cara. Parece de una rata o un murciélago. Apenas tengo medicamentos. Vamos a limpiar bien la herida con jabón para verla mejor y vemos que te puedo poner-le dijo a José.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> En los cercados de la Ciudadela se estaba llevando un exhaustiva verificación. Tanto el capitán Salvadores y el australiano revisaban cuidadosamente cada entrada a la Ciudadela. Fuera de ella la actividad de los inhumanos era frenética. Se agolpaban cada día más frente a todos los portones y aullaban y gemían más que de costumbre. Desde arriba se veían. Con sus caras deformadas , sus pelos chamuscados, sus heridas incurables y así y todo se movían, caminaban, deambulaban en búsqueda de alimentos. Existía una voz interior entre los Últimos Doscientos que decía que los inhumanos se preparaban inconscientemente para dar el salto final a la Ciudadela y eso los aterrorizaba. Por eso que toda medida de seguridad y revisión era poca. </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Sus ojos se abrieron lentamente. Sentía algo que le estaba carcomiendo los pies. No tenía fuerzas para gritar a pesar del daño que le estaban causando. Unas cuántas ratas lo estaban mordiendo. Le clavaban sus dientes y lo roían por todos lados.Trataba de mover su cuerpos, sus piernas, pero no tenía fuerzas. Muchos días allí encerrado. Ese cuerpo del pobre infeliz siglos más tarde sería encontrado atado a la pared de un túnel en donde se buscaba agua sin resultado. Algo olía mal en el ambiente, algo que nadie explicaba pero que se presentía. </span><br />
<span style="font-family: Arial;"> Otra noche en la Ciudadela. Una luna que hacía unos días que no se veía. Unas fogatas que alejaban roedores y daba un poco de seguridad. Las rondas nocturnas se hacían sin novedad. Julia en su taller esperaba al australiano. Ya era vox populi que entre ellos había una relación. Iñaki en su cama mirando las fotos del antiguo estadio del Reyno de Navarra, una época tan lejana que parecía un sueño. Arán mirando unas fotos de una salida con sus amigos en un monte, un día de primavera que comieron cordero. Que época! Jota Jota y Matilde con su hijo caminaban por el exterior de la Sala de Armas, estaban preocupados por él. No atendía mucho en las clases. Todo el mundo trataba de llevar una vida de lo más normal, aunque encerrados y con esos gritos fuera era casi imposible. No había alimentos, poca agua y racionada...Pero eso no era lo peor. Lo peor se venía encima... Matías, Carlos y Andrea estaban jugando a las cartas, y como siempre Carlos haciendo trampas.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> Los golpes en la puerta les sobresaltó. Iñaki se incorporó rápido. Era Tomás y su cara no decía nada bueno.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Iñaki, ven pronto!,-dijo preocupado- José está mal, muy mal!</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> Los dos salieron a la carrera rumbo a la pequeña enfermería. Julia le abrió la puerta al australiano.-Te estaba esperando-le dijo. Pronto en la Ciudadela llegaría algo que nadie</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> estaba esperando...</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> </span><br />
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<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span><br />
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<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span>Ficcionhttp://www.blogger.com/profile/00726924458302960122noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7822333028679606315.post-50091109872178809522012-05-20T04:46:00.001-07:002012-05-20T04:46:53.298-07:00Capítulo Veinte " Incógnita" <br />
<span style="color: red;"> <span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> " Ab insomne non custita dracone"</span></span><br />
<span style="color: red; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Para vigilar el dragón debe permanecer insomne</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span><br />
<br />
<br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Lo encontramos!, lo encontramos- gritaba Aran (el sobrenombre de Arantxa) al tiempo que corría hasta donde estaba Iñaki junto al capitán Salvadores. Esta ex- arqueóloga estaba trabajando desde hacía meses en la búsqueda de unos túneles en base a unos planos encontrados tiempo atrás. Según dichos planos, existirían una serie de pasadizos, recámaras y túneles debajo de la Ciudadela. Tanto Iñaki, como el capitán Salvadores tenían la esperanza que se encontrara allí algún pozo de agua potable ya que la falta de este líquido elemento se estaba complicando.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Dónde?-preguntó Iñaki</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -En el ala sur-respondió Aran-tuvimos que sacar una gran cantidad de piedra encima de su entrada. Al parecer hace años que se había sellado y según los planos comunica con algún lugar del exterior.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Tendremos que tener mucho cuidado-dijo Salvadores.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Aran condujo a los dos hombres hasta su hallazgo. Tomaron rumbo hacia el ala sur, donde estaba la Vuelta del Castillo, en las proximidades de la Contraguardia de Santa Isabel.. Al llegar vieron una gran mezcla de escombros e hierbas a los lados de lo que parecía una entrada al subsuelo de la Ciudadela.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Buen trabajo Aran-le felicitó Iñaki- ahora idearemos un plan para ver si hay algo adentro.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Aran era una arqueóloga de una voz dulce que se contradecía con su fuerte carácter. Meses atrás había encontrado unos libros en un rincón olvidado de la Ciudadela y en uno de ellos una especie de mapa de túneles. Le preguntó a Iñaki si le dejaba explorar un poco y éste había accedido. De todas formas si se lo hubiera negado igualmente hubiera trabajado en ello.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Mañana por la mañana organizaremos un escuadrón para ver que hay ahí abajo. Ahora es un poco tarde. Felicitó de nuevo a Aran y las otras personas que trabajaron con ella.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Crees que habrá algo allí abajo?- preguntó Salvadores.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -No lo sé-le respondió Iñaki-pero necesitamos encontrar agua urgentemente.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Después de un invierno muy duro, pero casi sin nieve, las provisiones se estaban agotando rápidamente, en especial el agua potable. Encontrar agua era una necesidad.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Pondremos todos nuestro esfuerzo en encontrar algo Salvadores y agregó-Dos personas que se queden de guardia esta noche, por las dudas. David y José harán el turno de noche en el portón. Traélos para aquí- le ordenó a Merlín y tanto él como Salvadores se alejaron de allí. Mientras tanto, Aran con su pala movió unos escombros que estaban a su derecha. -Mañana será otro día-dijo. Se secó unas gotas de sudor de su frente y se despidió.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> 26 de noviembre 2011, esquina de Monasterio de Urdax y la Avenida de Barañain.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Aran miró su reloj. Un Weisser comprado en Austria. Ocho y cuarto.-Ya es tarde!- se lamentó. Si sus amigas no llegaba pronto llegarian tarde el cine.- Siempre igual estas dos!- habló en voz alta. Miró para su derecha, hacia la Avenida de Sancho el Fuerte y nada. Abrío su bolso y sacó su teléfono móvil. Comenzó a marcar...647...Hace dos días que había regresado de su trabajo en Egipto. Trabajaba en el Valle de los Reyes para un equipo de investigación español auspiciado por una fundación Franco-alemana. Los egipcios poco dinero tenían para conservar lo que ya tenían como para buscar nuevos hallazgos. Su trabajo le apasionaba. Mezclada entre investigadores de varias partes del mundo y llena de arena hasta el más íntimo poro, trabajaba a destajo en la búsqueda de aquellos vestigios. Seis meses fuera de Pamplona y parecía una eternidad.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> ....458 y su teléfono que sube a su oreja. Una vez...dos veces...tres veces...-No puede ser que no conteste-se dijo. </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Unas manos suaves le taparon los ojos desde atrás.Y una voz conocida que habló.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Felicidades!-dijo su amiga</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Aran se dió vuelta y se encontró con sus dos amigas. Habían decidido festejar su cumpleaños yendo al cine y después a cenar. Seguro que irían por el casco viejo de la vieja Pamplona.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Gracias chicas! les respondió-gracias!Pero tendremos que tomar un taxi si queremos llegar a ver la película-les dijo apurada.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Que cine,ni que cine!- le dijo Bea-hace casi siete meses que no nos vemos y vamos a ir al cine para no poder hablar nada?-le preguntó.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Eso, eso!-acompaño la sugerencia Fernanda- Vamos a un bar, que tenemos mucho de que hablar. Que tal tu trabajo?.Has visto muchas momias? Conociste alguien interesante en Egipto?-ametralló a preguntas su amiga.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Tranquila chicas-respondió Aran.-No iremos al cine entonces- Vamos a tomar algo y les cuento todo! dijo entusiasmada -</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Entonces si has conocido a alguien!-dijo Fernanda.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Bueno, vamos! ordenó Bea-me dijeron que por la Plaza del Obispo Irurita han abierto un bar que está muy bien-</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Las tres amigas pasaron varias horas hablando de sus cosas y el tiempo voló. Aran les contó todo lo que querían oír. Les parecía un trabajo de lo más exótico e interesante. Entre restos de una antigua civilización, entre pirámides ( aunque no estaba precisamente allí) y un calor abrasador.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Que fue lo más interesante que te pasó?-preguntó Fernanda-</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Bueno, varias cosas-respondió Aran-lo más excitante fue cuando estaba trabajando con unas vasijas que habíamos encontrado. De repente miré al suelo hacia la derecha y creí ver algo que sobresalía que no era una piedra. Con mi pala empecé a levantar cuidadosamente las piedras y la arena de encima y descubrí un aro de hierro-</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Guau!- dijo Bea - Y que era? preguntó.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Era la entrada a una cueva sellada- contestó Aran. Y continuó su relato entre risas, recuerdos y el relato de un mundo lejano e insólito. Al final de unas cuantas horas tomaron un taxi y una a una fueron bajando en sus domicilios. Ella fue la segunda. Caminó unos pasos y abríó la puerta de su casa.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Empujó la puerta de la residencia comunal y se acostó en su viejo camastro. Aquella noche en la Ciudadela se acordó de sus amigas, de su pasado y de su descubrimiento en aquél país lejano. Un descubrimiento muy distinto al de ahora.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Cuidado chicos, no quiero que se lastimen-dijo Inaki.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Junto al foso descubierto por Aran estaban Jota Jota, Merlín, Carlos, Tomás , Iñaki, Julia, Aran, Matías y Matilde, la mujer de Jota Jota y unos cuantos más. El capitán Salvadores y el australiano estaban dando una vuelta de reconocimiento por todos las entradas de la Ciudadela.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Limpiaron un poco más la entrada. Se veía unas escalones de piedra que avanzaban unos cuantos metros al interior de la tierra de la Ciudadela. Un par de metros. Más allá de ellos la oscuridad. Encendieron las antorchas. </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Tienen todo listo?-preguntó Iñaki.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Sí-contestó Matías. Aquí tengo el cordel, la linterna por si se nos apagan las antorchas y las armas.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Id con cuidado y marcando el camino-dijo Iñaki-No sabemos que se pueden encontrar allí abajo y tampoco quiero que se pierdan.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Quédate tranquilo Iñaki- respondió Carlos. Daremos una vuelta y veremos que pasa.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Uno a uno fueron bajando con sumo cuidado ante las miradas de los que se quedaban fuera.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Primero Carlos, luego Matías, Aran, Jota Jota y José uno de los arqueros que pasaron la noche allí. La última antorcha se fue desdibujando y poco a poco la oscuridad se fue comiendo a la claridad. Otra vez quedó todo a oscuras.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Buena suerte y cuidado!- les dijo Iñaki- fijarse bien donde pisan!</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Sin cuidado, jefe- contestó Jota Jota.Y no se escuchó más.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Después de unos cuantos escalones llegaron a tierra firme. Era un corredor estrecho, una humedad asfixiante, las paredes recubiertas de una fina capa de musgo.Con la antorcha Carlos apuntaba hacia todos lados. Se respiraba un olor nauseabundo, fruto del encierro de quien sabe cuantos años. Una oscuridad que daba miedo. Aran, que cerraba la hilera se dió la vuelta y vió como la luz de la entrada cada vez se hacía mas pequeña. El corredor dobló hacia la izquierda y la luz desapareció totalmente. Estaban solos.Todos a oscuras, como aquella vez.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Julio 2012</span><br />
<br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> El toque de queda estaba instalado desde hacía una semana. No tenía casi alimentos, ni agua. No quiso salir fuera. Las calles estaban muy peligrosas y las noticias no eran muy alentadoras. Una epidemia no se sabe de que estaba convirtiendo a la gente en caníbales. Miró por la ventana y vió como un grupo de uniformados disparaba contra varios caníbales. Sus caras eran anti-naturales. Sus dientes fuera desafiaban toda autoridad. Algunos caían por las balas pero la mayoría se levantaban y volvían al ataque. La policía era muy inferior en número y también caían. Pero al caer y ser alcanzado por uno o varios de los caníbales su agonía empezaba. Arrancaban con sus garras la piel a jirones, dejando al descubierto las entrañas que luego serían su alimento. Clavaban sus dientes en la piel y moviendo la cabeza de un lado al otro lograban arrancarla. Muchos compañeros uniformados al ver esta agonía sin fin no dudaban y disparaban directo al caído en combate. Una muerte más digna.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Aran contemplaba la escena desde una posición privilegiada, si había privilegios en ese lugar. Era por oleadas. A veces se veía gente correr por las calles, otras eran perseguidos por caníbales. En otras oportunidades la gente lograba tirar y matar a alguno de ellos. Tenía miedo de salir. No se animaba. No sabía nada de nadie. No funcionaban los teléfonos, ni había electricidad. Nada de nada. </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Al caer esa noche y en plena oscuridad se fijó que estuviera la puerta bien asegurada al igual que las ventanas. No quería despertarse y encontrarse con alguna de esas criaturas. Apagó la media vela que le quedaba, cogió su cuchillo y se tapó con unas mantas junto a la ventana. No había luna. Fuera, el aullido de esos caníbales le ponía los pelos de punta. Se tapaba con las manos para no oirlos. Apenas podía pegar los ojos.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> La luz del alba la despertó. Miró su reloj; las seis y cuarto. Miró por la ventana: no había nadie. Se incorporó, se lavó un poco las manos y la cara con un cuarto de agua mineral que todavía tenía, metió en su mochila unos pocos alimentos, su cuchillo y un par de fotos. Había decidido que sería la última noche que la pasaría sola y a oscuras. Además tendría que hacerlo ahora, ya que después no lo podría hacer por la debilidad fruto de su falta de alimentación. Alguien tendría que haber fuera. Retiró las sillas que hacían de parapeto en la entrada de la casa y abrió lentamente. Miró hacia ambos lados y no vio a nadie. Cerró con llave sin saber que jamás volvería allí. Llegó a la esquina y avanzó despacio, con sigilo. A la mitad de la calle había media docena de caníbales que se estaban dando un festín con un par de perros y seguramente algún humano. </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Tuvo miedo y se refugio en los soportales. Miraba como esas formas antes humanas representaban el instinto más asesino de la humanidad. De repente sintió un ruido detrás de ella. Ese ruido acompañado de un gruñido y una garra que se estiró hacia ella. Dió un paso atrás, gritó, blandió su cuchillo de derecha a izquierda. El caníbal ni se inmutaba. Le saludaba con sus dientes podridos y su olor nauseabundo. El aliento de la muerte. Se le tiró encima. Apenas pudo esquivarlo. Le hundió el cuchillo en la espalda y el caníbal dió un giro violento. Se quedó sin arma. Su cuchillo clavado en el cuerpo de ese caníbal ya no le pertenecía. Empezó a correr y correr sin mirar atrás. Y gritaba buscando auxilio. Cuando no pudo más y su corazón estaba a punto de explotar se detuvo contra un portal. Estaba rendida y se sentó contra la puerta exhausta. Su cuerpo se hizo para atrás. La puerta cedió y unos brazos la metieron dentro. Gritó. Unas manos humanas le taparon la boca. Estaba todo oscuro, muy oscuro.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -No grites- dijo una voz adulta-me llamo Tomás. Era el que luego sería el médico-bicicletero.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Ciudadela, años más tarde.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Ese largo pasillo tenía la misma oscuridad. Solo que ahora estaba salpicada por las lucecitas de aquellas antorchas y lo que ahora se escuchaba era el aliento de sus compañeros que transitaban por esos túneles que ella descubrió.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> </span><br />
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<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span><br />
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<br />Ficcionhttp://www.blogger.com/profile/00726924458302960122noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7822333028679606315.post-14503533498315177232012-04-26T05:59:00.000-07:002012-04-26T05:59:53.212-07:00Capitulo Diecinueve " Acostarse temprano no es bueno"<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> <span style="color: red;"> "Carpe diem"</span></span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><span style="color: red;"> "Aprovecha el día, aprovecha la vida"</span></span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Tomás estaba cansado. Durante el día no había parado de trabajar con varias bicicletas de los críos. Entre bicicleta y bicicleta el médico también había atendido dos cortes, una mordedura ( de uno de los perros) y además estuvo recolectando leña del galpón para el comedor. Estaba realmente fusilado. Así que después de medio cenar pidió disculpas y se retiró del primer turno del comedor.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -No te vayas Tomás-le gritó Merlín-que el australiano dijo que nos iba a contar algunas historias de canguros, jajajaja-resonó sus risas.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Eso, Tomás, le pidió Andrea- quédate que luego te acompaño a retirar mi bici.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Lo siento chicos- contestó- hoy estoy muy cansado y prefiero irme a acostar temprano.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Entonces se envolvió la cabeza con su manta para protegerse de la tenue llovizna que caía sobre Pamplona y en el medio de la oscuridad se fue para su barracón. Caminó por el camino que serpenteaba la Sala de Armas, abrió su puerta y entró. Busco a ciegas su lámpara de queroseno y la encendió. En su humilde morada pocas cosas había. Una cama hecha por el mismo, algunas partes de bicicletas, varias vasijas de barro y pocas cosas más. Hacía mucho frio esa noche y a pesar de ser sólo las ocho, una oscuridad de muerte lo invadía todo. La misma muerte que haría su aparición algunas horas después. Encendió con algunos leños su pequeña estufa y se tiró en la cama. Se abrigó con algunas mantas corroídas por el tiempo y mirando el techo de aquel arruinado barracón de tres por tres metros se durmió pensando en que algún día las cosas cambiarían.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> En el comedor ya no quedaba casi nadie, solo Iñaki, el capitán Salvadores, Matilde la mujer de Jota Jota y algunas otras señoras ayudando en las tareas de limpieza. Todos ajenos a lo que pronto se desataría allí fuera.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Se escucharon unos gritos, unos perros ladrar y unas cuantas estampidas de las pocas armas de fuego que todavía tenían balas. Tomás se sobresaltó. Se sentó en su vieja cama y esperó unos segundos. Otros disparos y gente corriendo y gritando de terror. De un salto se puso de pie. Cogió su hacha y antes de salir al exterior su puerta se abrió de un golpe. Era Julia con los ojos desencajados y con lágrimas.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Tomas!, Tomás!- dijo con desesperación-Han entrado! Los inhumanos han entrado!</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Pero cómo?-gritó Tomás-</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -No lo sé!-contestó nerviosa Julia. Han alcanzado a Merlín, Matías, Andrea...-y rompió a llorar en brazos del viejo Tomás. Éste la abrazó con fuerza y luego amontonó en la puerta sus pocas cosas para evitar que entraran. Miró a través de la oscuridad de la noche y lo que vió era digno de una película de terror medieval. Algunos arqueros disparando sus armas desde el portón de entrada, los inhumanos en el suelo arrancando a mordiscones lo que antes fue un cuerpo humano. Los chicos y sus madres corriendo muertos de miedo. Algunos eran alcanzados por los inhumanos. Julia vió desde su privilegiada posición como el australiano peleaba heroicamente contra media docena de inhumanos que lo rodeaban. Revoleó su lanza y una cabeza salvaje voló por el aire, aguijoneó a otro en el pecho y luego le hundió la lanza en el cráneo. El cuerpo del inhumano cayó pesadamente al suelo y tuvo que poner su pie en la cabeza para desprender su lanza. Perdió unos segundos en esta tarea. Los suficientes para que uno de ellos lo cogiera por detrás y le mordiera el cuello El australiano se llevó la mano a la herida y enseguida notó que el final era inevitable. Con sus últimas fuerzas hundió una vez más su lanza y cayó. Fue presa fácil de los inhumanos que hundieron sus fauces en el cuerpo. A pesar de no comer hace tiempo aquellos inhumanos tenían mucha fuerza en sus dientes. Julia no pudo más y lanzó un grito. Abrió la puerta y salió, hacha en mano contra cuaquier inhumano que se le cruzara. Tomás le siguió. No era lo mejor pero su refugio se había convertido en una ratonera sin salida. Corrieron en dirección a una de las salidas de la Ciudadela donde siempre estaban aparcados las orugas. Había muy poco combustible pero al menos estarían a salvo. No pudieron llegar. Varios inhumanos le cerraron el paso y entraron en una encarnizada lucha cuerpo a cuerpo. Avanzaron a saltos entre los cuerpos muertos que había en el suelo. La oscuridad era total y la lucha muy desigual. Corrieron y corrieron hasta llegar al comedor. Allí en el suelo yacía boca abajo Andrea. Le dieron vuelta y abrió los ojos. Pero ya no era Andrea. Esos ojos otrora llenos de vida ahora no tenían expresión. Miraban al vacío, muertos. En sus brazos había marcas de mordidas. Solo gruñó y miró. Se quiso incorporar pero Tomás le asestó un golpe en la cabeza.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Ya no era ella, Julia-Vamos!</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Un inhumano le cerró el paso con sus ojos vidriosos. Lo alcanzó a reconocer. Era Jota Jota. Se sumaron más y los hicieron retroceder dentro del comedor. Julia cogió una cacerola con agua que estaba todavía caliente y se la arrojó a la cara. Nada. Los inhumanos eran inmunes al dolor. Tomás le cortó el brazo a uno de ellos y con la otra mano empujó a dos que se le acercaban peligrosamente. Julia tropezó pero pudo esquivar las garras de uno que se le abalanzó.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Rápido-dijo Tomás-por la ventana!- y arrojando su hacha rompió el vidrio. Se subieron a la mesa de comer y de un salto cubriéndose el rostro saltaron al exterior. Al menos habían ganado algunos metros. La escena que contemplaron los dejó sin palabras. Del portón de entrada cientos de inhumanos entraban con sus andar cansado. Era el fin de su refugio de tantos años. En algunas de las esquinas todavía se veían luchas cuerpo a cuerpo pero el fin estaba encima. Vieron en lo alto de la entrada, varios arqueros disparando hacia abajo. Allí también estaba Carlos, Iñaki, el capitán Salvadores. Subieron por la rampilla y se colocaron al lado de ellos tirando lo que encontraban. Pero eran muchos. Muchos de los últimos Doscientos se habrían escondido en el refugio subterráneo pero eso era como morir en vida . La Ciudadela estaba copada por los inhumanos. Cientos de ellos comiendo restos humanos y de los pocos animales que había en la granja, cerdos, perros, gatos...lo que sea. Para el hambre no hay pan duro...</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Era el fin de la Ciudadela y del último bastión humano. Los que se refugiaron jamás podrán volver a salir a menos que los inhumanos abandonaran la Ciudadela. Pero sería inútil, ya era terreno salvaje. Julia desde lo alto lloraba al igual que varios de los que estaba allí. Tampoco ellos podrían bajar. Solo existía la tirolina que comunicaba con el Baluarte. Pero del otro lado las cosas estarán igual .....o peor. Disparaban con todas sus fuerzas sus últimas flechas en un acto de impotencia más que de venganza. Sabían que todo lo que hicieran era inútil. La suerte estaba echada y no era para ellos. </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Tendremos que echarlos con fuego -dijo Iñaki</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Pronto arqueros-ordenó Salvadores-coged todo el combustible que tengais y arrojarlo abajo. Allí se agolpaban cientos de inhumanos que estiraban sus garras como queriendo alcanzarlos, gruñían, se peleaban por ser los primeros.. Menos mal que había al menos cinco metros de distancia. El combustible cayó y acto seguido las antorchas cayeron sobre ellos. Una llamarada se elevó en la noche y unos cuantos inhumanos se prendieron fuego...o los prendieron fuego... Cuerpos ardiendo que contagiaban su fuego a otros cuerpos y ese olor a carne podrida y quemada.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Tomás, Tomás!- grito Julia </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Que pasa?-pregunto rápido Tomás</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Cuidado! otro grito de Julia-</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Un inhumano que salió no se sabe de donde estaba a escasos dos metros de él. De un golpe de hacha lo apartó de su vista pero c</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">uando iba a dar el golpe de gracia una mano lo sujetó.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Tomás, Tomás-una voz femenina lo llamó a la realidad.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Tomás se incorporó de un salto en su cama y miró a aquella figura que le hablaba.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Tomás- dijo Andrea-que pasa?. Parece que hubieras visto un fantasma.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Se levantó y fue hasta la ventana. Fuera había un poquito de sol, pero seguía haciendo frío. Algunos chicos de la Ciudadela jugaban con un balón hecho de trapos, toda era normal. Bueno normal dentro de lo anormal.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Venía a buscar mi bicicleta-</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Tomás abrió la puerta. El débil sol le golpeó en la cara. Nunca pensó que ese pequeño gesto le arrancaría una sonrisa.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Vamos Andrea-dijo-busquemos tu bici.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span>Ficcionhttp://www.blogger.com/profile/00726924458302960122noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7822333028679606315.post-1799342335816397222012-04-17T11:15:00.000-07:002012-04-17T11:15:46.944-07:00Capitulo Dieciocho " Nochebuena" <span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> <span style="color: red;">"Noli foras ire, in teipsum reddi; in interiore homine habitat veritas"</span></span><br />
<span style="color: red; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> No vayas fuera, entra en ti mismo; en el hombre interior habita la verdad.</span><br />
<span style="color: red;"> <span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> San Agustín.</span></span><br />
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<br />
<br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Ciudadela de Pamplona, 24 de diciembre.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> El frío había llegado hacía un par de meses y eso había reducido la cantidad de inhumanos de las calles. Pero además había agregado un nuevo problema a la falta de agua: la comida. El problema del agua estaba en vías de solución ya que las últimas nevadas fueron copiosas y la nieve acumulada era transportada hasta las piletas. Allí se almacenaba y luego cuando se derretía un poco se hervía para hacerla más potable. Una ardua tarea pero en aquellas circunstancias todo era arduo. El tema de la comida era más complicado. El pequeño invernadero que tenían no resultaba suficiente y además algunos roedores habían hecho de las suyas en el granero. Casi la mitad de lo que tenían hubo que tirarlo. Ante este panorama tanto Iñaki, Merlín, el capitán Salvadores estaban ideando una evacuación ya que los hiper de Pamplona ya no tenían alimentos. Quedarse allí era una locura. Pero salir de allí también. Los inhumanos eran menos en las calles, pero los Últimos Doscientos muy vulnerables. Y el tercer problema añadido era la ropa. A la gente le faltaba ropa de abrigo y el invierno era muy duro. Y los chicos eran lo que más lo sufrían, como siempre. Se pasaban todo el día en la escuela, cercanos al fogón. Casi inmóviles. La alegría de la niñez perdida. La humanidad se había reducido a eso. Una vuelta atrás en la historia de la evolución. Como en los primeros tiempos de la historia. La búsqueda de alimentos, seguridad, vestimenta. Otra vez la barbarie había ganado la batalla. Lo salvaje poco a poco extendía sus brazos por la vieja Pamplona.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> La ciudad abandonada a su suerte. Los árboles sin podar, las calles sucias... de muertos. Las matas de los arbustos adueñadas de las veredas, las aceras resquebrajadas, los edificios llenos de moho y de enredaderas que subían por las paredes como ríos verdes, los pájaros carroñeros haciendo caso omiso al frío volaban en círculos buscando las huellas de la muerte. Y los inhumanos. Copando las calles, peleando por la comida, gruñendo siempre, siempre gruñendo. Por más que se organizaran de vez en cuando batidas desde las azoteas del fortín nunca se acababan. Ni las flechas, ni el frío, ni el hambre podían con ellos. Esa plaga mortal que apareció un día , así de golpe y se quedó para siempre.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> La vida se estaba poniendo muy dura y la desesperación inundaba la cabeza de mucha gente. Mucha gente que ya no eran personas, sino autómatas que desempeñaban una función; la de humanos. En los últimos meses dos personas se habían suicidados porque no aguantaban más esa vida sin esperanza. Obligados a permanecer allí dentro, sin víveres y sin fuerzas. Era el 24 de diciembre de una año que ya no importaba.</span><br />
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<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> 23 de diciembre 2011</span><br />
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<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Las calles de Pamplona estaban repletas de gente haciendo sus compras de última hora. Como siempre. Las luces de las calles mostraban su colorido aunque no tanto su esplendor, fruto de los recortes en la iluminación. Así y todo la crisis casi ni se notaba. En el Paseo de Sarasate el olor a avellanas empañaba los sentidos. Algunos niños y sus madres hacían largas colas para adueñarse de tan preciado botín. Todas las calles que componian el casco antiguo y sus adyacencias eran un hervidero de gente. Los centros comerciales con sus últimas novedades y esas que todos buscaban y ya no había más. El aparcamiento de la Plaza de Castillo totalmente colapsado. Largas colas de vehículos esperaban pacientemente un hueco en su interior. Para los más afortunados la espera era de "solamente" media hora. El frío era intenso fuera pero no bien uno se refugiaba en cualquiera de los bares de la calle Estafeta el calor volvía al cuerpo. En la Plaza de Toros la habitual feria de navidad aunque era todos los años lo mismo. Mucha artesanía, muchos guantes, medias y gorros. Mucho " perro flauta". En la Plaza del Castillo los puestitos con juegos medievales, chocolates y turrones , algunos jabones naturales, algunos libros. El mundo del consumo a la orden del día. Y que hablar de las grandes supermercados. La gente haciendo acopio de comida para las fiestas como si se fuera a acabar el mundo, kilos y kilos de comida, cientos de diferentes bebidas. Todo listo para consumirse en las próximas horas. Muchas veces nos preguntábamos donde almacenábamos tanta comida para tres días. Hoy, al volver la vista atrás añorábamos esas calles con calor humano, con regalos, con chaquetones bien forrados para el frío y con comida, mucha comida. Como si se acabara el mundo. Y el mundo se acabó. Y no tomamos esas precauciones.</span><br />
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<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Años más tarde.</span><br />
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<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Esas fechas en la Ciudadela ya no simbolizaban nada. No había nada que festejar , ni casi nada para comer. Gracias</span> <span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">que había agua para tomar. Tomás, que llevaba un minucioso control de los días le dijo a Iñaki y al capitán Salvadores, los dos jefes de la Ciudadela, que fecha era. Quería que la gente de allí se olvidara un poquito como estaban,que alguien les hablara, que les levantara el ánimo.De las penurias que estaban pasando, de la gente que no estaba . Del mundo que ya no era. Querían hacer algo especial. Algo que hiciera recordar otra época aunque era una tarea muy difícil. No había para hacer despilfarros de comida. Tampoco la había. Solo se les ocurrío llamar a todos a la Sala de Armas y recordar esa fecha. Y allí estaban, un poco menos de Doscientos, los últimos habitantes de Pamplona con sus caras flacas, harapientos, casi sin calzado. Rostros desencajados por la miseria de la situación, sin alimentos. Algunos andrajosos, con frío. Parecía una imagen salida de algún cuadro de Munch. Caras cadavéricas algunas. Y allí estaban todos: Los jefes del fortín Iñaki y sus sueños de un gran jugador. El capitán Salvadores con sus recuerdos de militar. Junto a él sus compañeros del País Vasco llegados en aquel camión viejo que tanto estaban ayudadndo con sus conocimientos de supervivencia militar.El australiano y la lotería de haberse quedado en Pamplona en medio de los últimos Sanfermines. Andrea y su madre. Los abuelos del " Paseo Valencia" como le gustaba llamarle al Paseo Sarasate. Merlín y su templanza. Carlos y Matías; los amigos inseparables de hace años. Julia, la creadora de armas, Jota Jota, su mujer Matilde y su niño. Tomás, el médico-bicicletero. Todos y cada uno de ellos con sus pensamientos lejanos. Y los muchos más que estaban allí y los que no estaban. Cada uno en su mundo. El mundo que se reducía a esas cuatro paredes de la Ciudadela. Sin saberlo aquella sería la última reunión de Navidad de lo Últimos Doscientos. Pero no lo sabían. Tampoco importaba mucho. Ya no se sentía la misma fuerza de antes pero alguien tenía que levantar el ánimo.</span><br />
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<span style="font-family: Arial;"> -Amigos míos-dijo Iñaki-A muchos los conozco desde hace años y otros un poco menos. Incluso a los menos, los conozco desde antes que empezara este desastre para la humanidad. He compartido con vosotros tristezas, muchas, pero también alegrías. Algunas veces tuvimos que levantar nuestra fuerza moral entre todos, en este mundo tan hostil y tan vacío. Otras veces fui yo el que necesité energía para seguir adelante. Juntos estamos sobreviviendo, juntos levantamos este refugio que es nuestro hogar y juntos lo mantendremos. Es cierto que son tiempos difíciles, pero no es el tiempo de tirar la toalla. Hemos llegado hasta aquí solo con la fuerza de todos y así tenemos que seguir. Fuera está la muerte, dentro la vida. No hay nada más que mirar a los chicos y adolescentes que forman nuestra familia. Por ellos no tenemos que bajar la guardia, no tenemos que dejarnos caer. Juntemos nuestras fuerzas! Juntos podemos seguir adelante!. Ya encontraremos la forma de huir de esta ratonera. Pero todavía no es el momento. Confiemos en Dios que nos está vigilando y depositemos todas nuestras esperanzas en él que cuida todos nuestos actos. En esta Nochebuena de un año del que no quiero acordarme les deseo a todos paz y que el mundo vuelva pronto a ser lo que era. Y por favor , no me defrauden! Tenemos que mantenernos unidos!. Gracias por formar parte de esta gran familia!</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> Cuando terminó su alocución muchos aplaudieron y otros sonreían tibiamente. Todos encerrados en aquella gran Sala de Armas. Y eso fue todo.Los habitantes de la Ciudadela se fueron diseminando para sus casas o los barracones comunes a buscar el refugio del fuego. Mientras, la nieve caía mojando sus escasas ropas y sus zapatos duros y enmohecidos. Los techados de las salas se iban tornando blancos y una fina capa de nieve ya cubría el piso. Fuera continuaba alguna que otra pelea por algún jabalí moribundo o por alguna rata. Y otras veces los inhumanos que se agolpaban en torno al portón principal de la Ciudadela golpeando con fuerza con piedras, con sus cuerpos ,con sus cabezas. A diferencia de los humanos ellos podían seguir viviendo sin comer, lastimados, desmembrados, sin extremidades. Dios parecía haber castigado a la humanidad, pero también había castigado a aquellos seres, esas criaturas salvajes que antes también iban de compras para navidad, que hacían cola para comprar avellanas, que se refugiaban del frío en algún bar o que se atascaban en un parking. Todo había cambiado, de la noche a la mañana. Todos estuvieron presente en aquella reunión, inclusive alguien que no estaba invitado y que pronto se daría a conocer. Todo era cuestión de tiempo. El tiempo lo puede todo.</span>Ficcionhttp://www.blogger.com/profile/00726924458302960122noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7822333028679606315.post-22430171771121552662012-04-12T13:14:00.001-07:002012-04-13T09:56:27.513-07:00Capitulo Diecisiete: "Tarde agitada"<span style="color: red;"> <span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">"Bellum omnium contra omnes"</span></span><br />
<span style="color: red; font-family: Arial;"> La guerra de todos contra todos.</span><br />
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<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Oficina de telefonía móvil, 17:55</span><br />
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<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Matías estaba impaciente. Se había podido escapar un ratito de su trabajo para averiguar en aquella oficina de telefonía porque su teléfono le estaba dando tantos problemas. Pero como siempre pasa, cuando uno tiene prisa más lento va el mundo. La mujer de la chaqueta roja no se decidía ante las supuestas bondades que le ofrecía el vendedor.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Este teléfono tiene lo último en tecnología-sentenciaba después de darle las mil y una explicaciones.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Ya,ya-le respondía la señora-Pero para lo único que lo quiero es para llamar a mi hija-continuaba-además...donde están los números?-preguntaba confundida.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -El teléfono es táctil, señora. Tocando este comando le aparecen los números y puede marcar-contestaba suficientemente el vendedor.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -No sé yo-la señora no era fácil de convencer</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Matías cada vez mas nervioso. Llevaba más de treinta minutos allí y seguramente tendría que irse sin solucionar nada. Cinco minutos más y se marcharía. Era San Fermín y ya había quedado con María su novia para verse por la noche. Y el tiempo volaba. Miró su reloj, las seis y veinte. Escapado de su trabajo, de un informe para la Universidad de Navarra y de su jefe, ausente con aviso. Se dió la vuelta y se orientó a la salida de esa minúscula oficina teléfonica. Casi al abrir la puerta se escuchó la voz de la señora de la chaqueta roja -No tendría otro? un poco más sencillo?- la gota que colmó el vaso. Abrió la puerta y el viento cálido de aquellos días de Sanfermín le pegó en la cara. La Plaza de Merindades estaba repleta de gente de blanco y rojo. Ahora la misma plaza, algunos años después también estaba repleta. Pero de otras "cosas".</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Aseguremos las entradas-dijo Merlín-aprovechemos ahora que hay pocos,despacio! -</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Déjame ver tu frente australiano-le dijo al ver el hilito de sangre-no es nada. Cosas peores te habrás hecho con algún boomerang allá en tu tierra-finalizó Merlín.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Se pusieron ambos a la obra en silencio. Recogían aquellos que les podía servir y empezaron a cubrir la entrada. Unos escritorios desvencijados, unas maderas viejas , alguna silla. En realidad nada contundente.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Tendremos que tener mucho cuidado-sentenció. Ahora estamos solos acá afuera y tendremos que arreglarnoslas para volver a la Ciudadela. Esto es una ratonera. Si nos descubren.... </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Matías fue hasta atrás de la ofician arrodillado, casi cuerpo a tierra, como estaban todos. Entró en el baño. Merlín, ven por favor. Merlín fue hasta allí no sin antes decirle a los demás que vigilaran el exterior.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Qué pasa?-preguntó.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Allí-dijo Matías señalando el techo-</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Ya veo-contestó Merlín.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> En la parte superior de aquel baño de la oficina había un boquete abierto y dejaba entrar un poco de claridad de la tarde que se estaba yendo. </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Eso debe ir a alguna parte-pensó en voz alta Merlín</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Tráeme una silla de ahí afuera -le ordenó Merlín</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> En la calle las cosas se empezaban a poner feas. Unos cuantos inhumanos seguramente atraídos por el olor a carne fresca se empezaban a arremolinar alrededor de la oficina.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Merlín!-exclamó Andrea-Visitas!</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Merlín asomó la cabeza fuera del baño y a través de la empalizada construida con sobrantes de otras épocas los vió aparecer. Eran cerca de cincuenta y parecía que los habían descubierto.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Silencio!-les ordenó, para agregar-rápido, la silla Matías!-</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Se subió y sus manos trataron de elevarse por encima de sus hombros. Un olor penetrante le inundó ls pulmones...-Alguien parece que huyó por aquí arriba-dijo.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Que ves Merlín ? -le preguntó Andrea.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Es como un tunel-le contestó. Sube un par de metros y luego tuerce. Entra la luz, así que debe ir a la azotea o algún lugar parecido. Pero hay algo que huele mal aquí-terminó Merlín.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Un ruido de cristales rotos hizo volver la vista a la entrada. Algunos inhumanos con piedras estaban golpeando las rejas de la oficina. Un golpe y otro. Eso era contagioso. El australiano sacó su lanza. Y todo que se desencadena rápido. Carlos cogíó su arco y apuntó. La flecha silbó el espacio y mató a otro. Pero cada vez se agolpaban más.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Rápido, venir!- gritó Merlín-tendremos que arriesgarnos, esto ya no es seguro!, Tú, Carlos sube primero!</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Carlos obedeció-qué olor! -dijo-casi no se puede respirar-</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Ahora tú, Andrea, arriba!-Afuera los inhumanos estaban descontrolados y se estaban agolpando y haciendo presión contra la entrada. Muy pronto todas las defensas caerían.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Vamos, vamos! gritaba Merlín. Uno a uno iban subiendo pero ese olor los echaba para atrás.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Sube Merlín!dijo Matías extendiéndole la mano. Fue en ese preciso momento que las barreras cedieron. Tuvieron que dejar las lanzas ya que no se podían introducir por el espacio que hacia curvas. Los inhumanos entraron...directo al baño. Merlín los observaba desde arriba. Los inhumanos alzaban sus brazos, estaban nerviosos...sus presas a escasos centímetros y no podían hacer nada. Merlín, que era el único que los podía ver pensaba lo bajo que había caido la humanidad. Esos rostros sin dueño...</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Por el estrecho pasillo avanzaba la comitiva al tiempo que los gruñidos de los inhumanos en la oficina les llenaba los oídos.Los gruñidos, el oido y ese olor nauseabundo los pulmones.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Que asco!-dijo Andrea. Pero después de tantos años pocas cosas podían asombrar a la gente de la Ciudadela.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Lo que sea qué es, está cerca-contestó el australiano tapándose la nariz.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Apenas se veían, ya que en ese pequeño tunel no había luz. Solo se intuían. Cada uno sabía quien iba delate y quien detrás. Nada más. De pronto Matías que era el primero dijo-Aquí hay algo! - Allí en el medio de la oscuridad había algo en descomposición. Quizás llevaba varios meses, pero no se podía ver que era. Lo que era innegable era que se trataba de un cuerpo. Un cuerpo que quizás en la desesperación quedó atrapado allí para siempre. </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Como no había espacio para apartarlo Matías no tuvo más remedio que pasarlo por encima. Cada centímetro que hacía encima de " aquello" sentía como se le clavaba en el cuerpo partes de huesos, ropa de un humano que ya no existía. Todos, uno a uno pasaron por encima de aquellos restos hasta que por fin desembocaron en otro cuarto un poquito más grande que el baño de la telefónica. Era el piso superior. Pasaron una puerta y salieron a un cuarto más grande. Allí estaban todos de pie, juntos con las pocas armas que les quedaban.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Merlín se asomó a la ventana y vio como estaba Merindades. </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Por poco no la contamos-dijo-han invadido la oficina-concluyó</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> Jota Jota estaba en silencio. Pensativo. A pesar de los tensos momentos que se estaban viviendo estaba en otro lado. Solo pensaba en su mujer y en su hijo. Los volvería a ver?. Ese pensamiento lo carcomía por dentro. Alojados en ese lugar con una única ventana que los comunicaba con el mundo y una puerta clausurada a cal y canto.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Este sería el escondite de alguien-dijo Andrea.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Seguro que si le respondió Merlin-y agregó-selló la puerta y saldría por la oficina de abajo. Ese tunel lo comunicaba con el exterior-hizo silencio.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Estás pensando lo mismo que yo-preguntó Carlos a Matías.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Sí, que ese cuerpo que encontramos en el tunel sería de esa persona. Pobre!</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Ahora tenemos que pensar como salir de aquí- dijo Merlín- la cosa está complicada- Se asomó a la ventana, la abrió un poco y escuchó como las bestias ahí afuera levantaban sus garras y miraban con esos ojos que no miran. Eran más de doscientos!.La única manera es salir por la cornisa de la ventana y saltar a la azotea vecina y así hasta encontrar la forma de bajar, no lo sé-dijo dubitativo.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> Estaban en el primer piso de esa casa, abajo, el abismo de la muerte, pocas armas, poca agua y pocas esperanzas en algunos.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Esperaremos a que anochezca un poco-de noche no hay tantos-dijo Matías</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Si-contestó el australiano-pero es más peligroso.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> Esperaron unas horas hasta que los inhumanos una vez pasada la exitación de ver carne fresca se empezaron a dispersar.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Atención-dijo Merlín-Saldremos por la cornisa. Es lo bastante ancha para poner los pies y pasaremos hasta la casa de al lado. Veo que tiene una ventana rota, no nos será dificil entrar allí-</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> Todos estuvieron de acuerdo. Sabían que desde la Ciudadela poco se podía hacer,Sin vehículos nadie se atrevería a salir a rescatarlos, aunque quisieran. Como había dicho Merlín, allí fuera estaban solos.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> Como pudieron y agarrándose a una cuerda que llevaba Jota Jota en la mochila pasaron a la casa de al lado e ingresaron por la ventana.El piso era amplio,un poco lujoso y con sus muebles casi intactos.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Despacio-dijo Merlín-como presintiendo algo.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> Una sombra se apareció de la nada y atacó al australiano.Este pudo esquivarlo y le aplicó un fuerte golpe en la nuca con su hacha. Acto seguido cuatro o cinco inhumanos más gruñieron de placer. Parecían medios dormidos... Alargaban sus garras y hacían gestos mostrando sus dientes. Todos se pusieron alertas. Sacaron sus hachas y empezaron a desparramar golpes. Los cuerpos caían Un flechazo acabó con la vida de uno de ellos. Un inhumano se tiró encima de Andrea que gritaba horrorizada. Estaba en el suelo , esquivando los arañazos de sus garras y sus mordidas al aire. El australiano le clavó su hacha. Luego le extendió la mano a Andrea y le ayudó a levantarse.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Gracias John-le dijo agradecida.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Un placer-le contestó el australiano.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Cuidado Jota Jota -gritó Carlos.Otro inhumano estuvo a punto de cogerle la pierna. Matías le tiró un "aro de la muerte de Julia" que le dió en toda su frente. El inhumano retrocedió unos metros y Matías aprovechó y le clavo un palo que había encontrado ahí arriba y el monstruo que retrodeció y cayó al suelo junto a la ventana. Hubo silencio. Sólo se escuchaba el jadeo de todos los presentes. Más silencio, hasta que Merlín lo rompió:</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Ya pasó chicos-</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Alguno está herido?- preguntó luego. Nadie lo estaba, por suerte.</span><br />
<span style="font-family: Arial;">Bajaron unas escaleras sigilosamente. Escalón por escalón, en silencio. No querían más sorpresas. Llegaron a la planta baja. Un vestíbulo y una puerta pesada al fondo. Merlín miró por la mirilla.- Todavía están dando vueltas-dijo preocupado- Esperaremos-concluyó.</span><br />
<span style="font-family: Arial;">Luego de media interminable hora no había muchos de ellos.Abrió la puerta lentamente. Le hizo una seña al australiano y a Matías. Estos apuntaron sus arcos a dos inhumanos que cayeron al instante. Otros inhumanos miraron como se desplomaron pero ni se dieron cuenta de lo que pasaba. Otros dos al suelo.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Me estoy quedando sin flechas -dijo Matías</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Guardarlas para más adelante-ordenó Merlín </span><br />
<span style="font-family: Arial;"> Salieron a la calle. Primero Merlín, luego Matías,Jota Jota y todos los demás. Avanzaron despacio hacia la esquina de Conde Oliveto. Estaba todo tranquilo. Había solo trescientos metros hasta la Ciudadela. Un mundo. Un mundo lleno de muertos.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> El pelotón seguía por la calle. Autos volcados, olores penetrantes. Un cúmulo de sensaciones mezclados. Una ciudad perdida, un mundo olvidado. Por las mentes de todos ellos pasaban imágenes de un pasado tan lejano y tan cercano a la vez.</span><br />
<span style="font-family: Arial;">Andrea pisó algo en medio de la oscuridad y pegó un grito. No era un grito. Era un aullido. Un gruñido. Carlos que reaccionó a tiempo le cortó el brazo primero y luego el cuello. Pese a eso el inhumano seguía vivo. Otro golpe y se acabo. Pero ello atrajo la atención de otros que empezaron a correr a la comitiva. </span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Corred,corred- gritaba Merlín. Pero de todos lados salían más criaturas. Parecía que dormían pero su instinto podía más.Y el hambre, por supuesto.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> Corrían por la calle y se daban vuelta para ensartar a algunos. Así y todo eran demasiados. De la esquina anterior a Yanguas y Miranda salían a su encuentro unos cuantos más. Estaban rodeados. El cerco se cerraba sobre ellos. Y de repente lo que jamás se hubieran imaginado. Unas luces poderosas que aparecían en la calle. Un ruido olvidado. Unos cuerpos volando por los aires. Y entre esas luces siluetas cayendo. Disparos y gritos. El camión que se detuvo frente a ellos y ellos que raudamente subieron a la parte trasera donde varias personas agazapadas disparaban sus armas contra los más cercanos. Eran gritos de muerte, pero gritos humanos. Todos se ayudaron para subir. De vez en cuando alguno tenía que retroceder para cubrir la espalda a algún compañero y utilizar su hacha.Todos arriba. Y todos se asombraron de ver otros humanos en ese viejo camión militar cargado de cosas. Y esos tres encapuchados con esos cascos.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> El camión que arrancó golpeando algunos autos aparcados a modo de barricada en la Avenida del Ejército. Uno de los encapuchados se sacó su máscara y extendió la mano a Merlín.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Capitán Marcos Salvadores, del antiguo Pais vasco-dijo- Ya era hora de encontrarnos con algunos de los últimos Doscientos!</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> Y los dos se fundieron en un abrazo.</span><br />
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<br />Ficcionhttp://www.blogger.com/profile/00726924458302960122noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7822333028679606315.post-38272831796956969872012-04-02T08:14:00.001-07:002012-04-13T09:57:57.508-07:00Capitulo Dieciseis " Ciudadela, año Cero"<span style="color: red; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> "Militia est vita hominis super terra"</span><br />
<span style="color: red; font-family: Arial;"> La vida del hombre sobre la tierra es lucha.</span><br />
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<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Julia se alejó a toda la velocidad que daba su Oruga. No quería hacerlo pero sabía que la única solución para rescatarlos sería avisar a su gente. Aunque pensaba que el rescate sería muy difícil. Pocos medios había en la Ciudadela. Apenas un par de vehículos desgastados y casi sin protección. Dos inhumanos se le cruzaron en el camino. Mala suerte para ellos. Volaron como muñecos. En Conde Oliveto la situación era desesperante. Julia vio el panorama y se dio cuenta que sería imposible atravesarlos a todos.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Son demasiados-dijo en voz alta-tendré que dar un rodeo.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Se subió a la vereda justo en la esquina con Yanguas y Miranda. Se topó con un antiguo puesto de helados al que partió en dos y frenó un poco en el edificio del INSS. Tenía que pensar como seguir. La muralla de autos frente a la Avenida del Ejército hacía imposible que siguiera por ese camino. Tendría que bordear la Ciudadela y entrar por Pio XII. Cogió su walkie que ya tenía cobertura con Iñaki y lo llamó</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Iñaki!,me recibes?cambio.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Aquí Iñaki,Julia! Me tenían preocupados,cambio-</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Bueno,cuando te cuente nos preocuparemos más -dijo toda afligida.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Y con el lujo de detalles que la caracterizaba le contó a su jefe y los demás miembros del Comité de Urgencia todo lo que había pasado desde su salida desde el Estadio del Reyno de Navarra. Iñaki movía la cabeza pensando en como resolver este semejante problema. Los demás pensando que en poco tiempo la tarde caería y muchos inhumanos se sumarían a los que por esa hora deambulaban por las calles. La noche les abría el apetito...</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Unos años antes</span><br />
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<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">La lucha era cuerpo a cuerpo. Muchos inhumanos los rodeaban, pero no estaban armados. En el pasadizo de la Jacoba, esa vía que comunicaba con la Plaza del Castillo la sangre se desparramaba por todos lados. Algunos habitantes del casco antiguo, cansados de no tener comida y casi ni agua se habían unido para salir y buscar un lugar mas seguro. Corrían sin esperanza, era a veces, un verdadero suicidio. Dos jóvenes de entre veinte y treinta años se treparon hasta el kiosko de la Plaza y con sus palos golpeaban cabezas de inhumanos. Otros se habían refugiado en el parking y se habían parapetado detrás de sus puertas de cristales. </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Tendremos que meternos al parking y salir a Carlos III- dijo uno de ellos al ver que los inhumanos se agolpaban a la entrada y con los cristales a punto de ceder. Eran mas o menos cuarenta personas desesperadas por el miedo y el hambre.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Eso es una locura-le contestó una mujer-abajo no hay luz y no sabemos cuántos de ellos hay allí-</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Lo sé-dijo el primero-pero no podemos quedarnos acá a que rompan los vidrios.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Fernando, que así se llamaba el líder del grupo parecía decidido. Cogió su lanza y avanzó escaleras abajo por el parking.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -En silencio!-dijo-Pero era difícil mantener el silencio de cuarenta personas, hombres ,mujeres,niños, ancianos adentrándose a la oscuridad del parking y con el gruñido de los inhumanos de arriba a punto de romper el cristal.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Bajaron todas las escaleras. Una tenue luz entraba por las aberturas. Una parte de la mampostería se había caído, fruto de los ataques con morteros del ejército y cientos de autos sin dueño se agolpaban en sus plazas. El grupo avanzó despacio.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Vamos a dividirnos-dijo Fernando.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Tú, José, avanzarás por la izquierda y nos encontraremos al final. Juntos somos un peligro-concluyó.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> José, el vecino de la calle Zapatería avanzó sigiloso haciendo señas a un grupo.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Vamos!-despacio.Su voz sonó bajo pero enérgica.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Un gruñido hambriento llamó su atención. Detrás de un Ford Fiesta salió un inhumano con su aliento mortal. No dió tiempo a nada. Se abalanzó sobre el brazo de una mujer al que le sacó un pedazo. Clavó sus dientes en el débil brazo y moviendo su cabeza lo despedazó de un bocado. Los gritos de la mujer eran aterradores. Su dolor y la suerte que le esperaba hizo el resto. Uno de los hombres golpeó al inhumano. Su cabeza casi se desprendió de cuajo. Aún así no se desprendía de su presa. Otro golpe y se terminó su vida. Que ya había terminado hace rato...La mujer cayó al suelo rota de dolor.Trataron de hacerle un torniquete. Estaba perdiendo mucha sangre. Nada se pudo hacer nada. Sólo que empeoraran las cosas. Los gritos y los golpes atrajeron a más inhumanos que se enfrentaban a los humanos. Caían, se levantaban, mordían. Eran atravesados por las lanzas, por los palos. Muchos cayeron...de ambos lados. La lucha fue sin cuartel. Lo que al principio era todo sigilo se convirtió en un desbande de personas, gritos, muerte.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> El contingente mayor salió por la salida del Paseo de Sarasate. Desde una ventana dos abuelos les gritaban.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Por aquí!,por aquí!</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Fernando levantó la vista y dirigió su grupo hacía donde le indicaba el anciano. Una pesada y vieja puerta del casco antiguo de Pamplona. Se abrió y todos entraron dentro. Agitados, cansados, sin fuerzas pero vivos!.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Gracias-dijo José al viejo </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -De nada! Me alegro encontrar más gente. Desde hace días que no se ve a nadie por aquí. La muerte se había apoderado de Pamplona. La mayoría de Sus habitantes o habían huido a las montañas o estaban muertos. Solo había pequeños restos de humanidad desparramados por escasos lugares de la ciudad.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Has visto mas gente por aquí ?-le preguntó Fernando</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Antes se veían algunas personas en busca de comida. Algunos entraron a mi casa, pero al ver que aquí casi no nos queda nada preferían marcharse. Nosotros ya no tenemos provisiones-se lamentó el viejo.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Y a dónde se iban-les preguntó uno de ellos.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Creo haber escuchado que en la Ciudadela había gente. Que se habían parapetado allí y habían cerrado sus puertas. He visto algún camión con gente y provisiones de algún mercado que habían saqueado. Pero eso fue ya hace varias semanas. Ahora no se nada más.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> La mujer que hasta ahora no había intervenido dijo-algunas días se escuchan detonaciones, al mirar por las ventanas veíamos en el cielo estelas de humo, como esas bengalas que se tiran desde los barcos que vienen de aquel lado-y señalaba hacia el fondo, hacia el Ediicio Singular.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Tendremos que ir para allí-dijo Fernando-quizás haya gente.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Podemos quedarnos la noche aquí?-preguntó</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Claro!. La casa no es muy grande pero nos apañaremos-le contestó el viejo.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Se ubicaron como pudieron y apenas probaron algo que llevaban en sus mochilas que también compartieron con los viejos. </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Después de una noche interminable, con más agitación en las calles que de costumbre llegó el día. Fernando se asomó a la ventana junto al viejo dueño de casa. </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Lo intentaremos dentro de un rato-le dijo.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Qué?-preguntó asombrado.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Iremos a la Ciudadela. Además aquí no nos podemos quedar- terminó Fernando.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Desde el balcón la Estatua a los Fueros se mantenía impávida al mundo que le rodeaba. Su base, un poco desgastada por el tiempo y las balas permanecía firme. Las otras estatua del paseo contemplaban las calles desiertas y llenas de muertos. Ellas nunca morirían.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> El trayecto fue corto y sin casi sobresaltos. Llegaron hasta el Antiguo Corte Inglés, esa gran tienda de Pamplona y doblaron a la izquierda. Una hilera de coches aparcados en la esquina los hizo detener. </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Cuidado! gritó un niño.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Entre esos coches unas manos ensangrentadas y carcomidas salieron a la superficie amenazantes. Se abalanzaron sobre ellas. Pero más manos, pies y rostros desfigurados empezaron a salir por todos lados. Fernando y José gritaron y los hombres más fuertes se pusieron al frente de la lucha. Sus palos y lanzas golpeaban a diestra y siniestra. Un inhumano estuvo a punto de coger al viejo de Sarasate que lo pudo esquivar mientras otro le clavaba un hierro en sus ojos. Corrieron por la Avenida del Ejército. Detrás de ellos unos cincuenta inhumanos hambrientos de carne fresca. Uno que tropieza y los dientes que dan cuenta de él. Sin saberlo su tropiezo sirvió para que los otros escaparan. Era el precio que a veces se pagaba por el bien común...</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> De pronto lo inesperado. Una lluvia de flechas que caía sobre los inhumanos. Un portón enorme que se abre y unos vehículos que salen. Un camión cargado de hombres que disparan armas de fuego. Los rodean, los atropellan, los degüellan. Descargan su ira en aquellos cuerpos que parecen muñecos. Los fugitivos entran a la Ciudadela. Los vehículos después de la matanza de muertos también.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Fernando agitado por la carrera cae al suelo, como los demás extenuado. El pesado portón se cierra y los comentarios inundan el ambiente.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> El recién llegado siente que un brazo lo levanta y le extiende la mano. </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Soy Iñaki, mucho gusto.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Yo Fernando-le contestó. Gracias!</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Ambos caminaron por el camino de entrada de la Ciudadela. Nadie sabía en ese momento que tiempo después Fernando se convertiría en el Jefe de la Ciudadela. Nadie sabía en ese momento que protagonizaría una de las batallas mas memorables contra los inhumanos: "La batalla de la Plaza de la Cruz". Pero lo que nadie se imaginaba que un tiempo después Fernando moriría dejando un vacío de poder que luego ocupo Iñaki, el ex-jugador de Osasuna. Una nueva etapa en Pamplona, con los últimos sobrevivientes en la Ciudadela fortificada. Una nueva era en ese fortín centenario.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Ese mismo fortín que en la actualidad era el objetivo de Julia a bordo de su Oruga Una.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> </span><br />
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<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span>Ficcionhttp://www.blogger.com/profile/00726924458302960122noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7822333028679606315.post-90288277870254760292012-03-24T08:20:00.001-07:002012-04-13T10:25:39.763-07:00Capitulo Quince " Avería"<br />
<span style="color: red; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> " Acerba semper et immatura mors eorum qui inmortale aliquid parant"</span><br />
<span style="color: red; font-family: Arial;"> Siempre resulta dura y prematura la muerte de aquellos que preparan algo inmortal.</span><br />
<br />
<br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">A bordo de la "Siete de Julio"</span><br />
<br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Dentro del vehículo todos estaban en silencio. La muerte del viejo de la Chantrea derrumbó el ánimo de sus ocupantes. El sonido del walkie devolvió un poco de vida en la oscuridad del vehículo.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Aquí Julia-todo bien por allí?-cambio</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Bueno-respondió Merlín-más o menos, cambio.-</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -¿Por donde vamos hacia Berriozar?,cambio</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Iremos hasta la Ciudadela y de allí cogeremos hacia Baja Navarra hasta la rotonda de Burlada. Prefiero ir por la ronda Oeste y evitar el centro de la ciudad. En teoría hay menos inhumanos en las afueras-informó Merlín.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Entendido-dijo Julia desde dentro de su Oruga Uno.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Australiano-dijo Carlos, para romper un poco el frío causado por la muerte del viejo de la Chantrea- ¿qué fue lo que escribiste en la pared del Reyno de Navarra?</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -"GMC"-dijo- Gold Coast Melbourne, mi club de Australia-</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -¿Juegan al fútbol en Australia?-se mofó Matías-</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Por supuesto-respondió enfáticamente-</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Sí- dijo Merlín-juegan al fútbol con los canguros,jajajaja- su risotada retumbó en todo el interior mientras la única que estaba ajena a la conversación era Andrea que con un ojo apoyado en una de de las mirillas observaba como había quedado Pamplona después del asalto de los muertos vivientes.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -El vehículo de Jota Jota atropelló a dos caminantes . Uno de ellos se estampó contra el acrílico que recubría la parte delantera del Oruga Dos. Durante unos segundos el inhumano miró con su cara sin alma el rostro de Jota Jota. Fue solo un instante, pero valió para que Jota Jota nunca más la olvidara. Un rostro sin expresión humana y una cara con cicatrices y parte de ella con magulladuras y cortes. Fue un segundo. El cuerpo se desenganchó de las uñas de la Oruga Dos y cayó delante de las pesadas ruedas que no dudaron en pasarle por encima. Jota Jota dió un pequeño salto y continuó su marcha rumbo a la Plaza de los Fueros.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> Al llegar a la Avenida de Yanguas y Miranda vieron como una gran masa de inhumanos,(cerca de quinientos) corrían detrás de unos perros salvajes y rabiosos que se detenían y les hacían frente.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Esto ya lo hemos visto hace poco, no Carlos?-preguntó Matías, en referencia al incidente del Yamaguchi-</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Sí, Matías-dijo con su mirada puesta en la mirilla.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> El australiano acariciaba los anillos de la muerte, esa arma antigua diseñada por Julia. Se trataba de una antigua arma medieval que consistia en aros de una sola pieza muy afilada que era capaz de seccionar miembros de un solo golpe. Ya lo habían probado y daba un eficaz resultado. Estaba esperando usarlos, les recordaba a los boomerang con los que jugaba en Australia. Doblaron rumbo a Baja Navarra y pusieron rumbo a la rotonda de Burlada. La Avenida estaba llena de automóviles abandonados. La Plaza de las Merindades tenía en el centro de la fuente un automóvil de policía todo incendiado y oxidado por el tiempo. Abstraído en sus pensamientos iba el autraliano cuando una poderosa explosión resonó en el ambiente. Una explosión que a baja escala le recordaba aquel accidente de avión ocurrido en Iturrama y el cual le había condenado a quedarse en Pamplona.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Qué pasa?-gritó Andrea.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Reventamos un neumático!. El pesado vehículo, a pesar de ir a poca velocidad, costaba mantenerlo firme. Se fue contra la acera, se subió a ella y se estampó contra unos árboles. Ante esto, las dos Orugas se detuvieron en seco y retrocedieron rápidamente.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -¿Están bien?-preguntó asustada Julia,pero nadie respondió. Subió con su vehículo a la acera y le hizo una seña a traves del acrílico a Jota Jota. Se apostó delante del " Siete de Julio" y quiso ver la abertura delantera pero no veía nada.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Merlín?-estás bien?le preguntó Carlos.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Si,si-le respondió-con un golpe en la rodilla</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Los demás?-preguntó Merlín</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Yo estar bien-dijo el australiano</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Yo también-dijo Andrea-aunque tenía un corte en un brazo.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> Como consecuencia del choque el walkie había volado y en el medio de la oscuridad nadie lo encontraba. Fuera Julia tocaba el claxon. Merlín se asomó a la abertura frontal y le hizo un gesto con el pulgar levantado. Julia respiró más aliviada.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Colócate un trapo en la herida- le dijo Matías a Andrea.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> Carlos ayudó a Andrea a ponerse un vendaje improvisado en su brazo-en cuanto lleguemos irás rápido a ver a Tomás-le dijo.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> La situación no era nada cómoda. El vehículo metido entre unos árboles y la marquesina de la parada de autobús y del otro lado unos cuantos inhumanos que con su poderoso olfato de carne humana se iban arremolinando ante el "Siete de Julio"..</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Dale arranque Merlín-dijo Matías.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> Aunque el impacto no había sido muy fuerte, uno de los laterales había resultado dañado y por una de las planchas de metal colocada en él entraba luz entraba luz del exterior, demasiada.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> Merlín dió encendido con la llave. Como respuesta tuvo el sonido ronco del motor que no arrancaba. Otra vez y nada.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Se debe haber desconectado algún cable-Dijo el australiano.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Quieres bajar a ver qué es?- le preguntó burlonamente Carlos.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Nada-dijo Merlín-se agachó y empezó a buscar el walkie. Cuando lo encontró dijo-Jota Jota y Julia me escuchan?,cambio-</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Aquí Julia,te escucho,cambio-</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Aquí Oruga Dos-respondió Jota Jota.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Tenemos problemas-continuó Merlín- el "Siete de Julio" no nos arranca y además tenemos un huequito en el lateral izquierdo. Necesito que uno de vosotros se coloque cubriendo ese lateral y vamos a pensar un poco como salimos de aquí.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Voy yo dijo Jota Jota-</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Bien-dijo Merlín-Tú Julia,que te conozco, no comiences con tus luchas de caballería. No tenemos mucho combustible para desperdiciar. Así que por favor colócate a un costado de Jota Jota y apaga el motor.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Entendido-dijo de mala gana </span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Qué vamos a hacer?- le preguntó el australiano.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Evidentemente que el " Siete de Julio" no se mueve-dijo Merlín-para continuar-juntemos todas nuestras cosas, todas la armas y lo que podemos hacer es subirnos en las jaulas de las orugas de dos en dos y volver a la Ciudadela- Le diremos a Julia que se coloque detrás,abriremos la puerta trasera y subiremos dos en la jaula. Mientras Jota Jota seguirá custodiando el agujero del lateral-</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> - Es un poco peligroso abrir la puerta de atrás. Has visto como está la calle?-le dijo Andrea.</span><br />
<span style="font-family: Arial;">Y era cierto. Aquella plaza de Merindades que en la antiguedad era uno de los centros neurálgicos de Pamplona con su bonita fuente en la rotonda y sus edificios señoriales en las esquinas estaba ahora toda destruida. Su fuente con un auto policial quemado. Esos negocios que llenaban sus escaparates de ropas de marca ahora con sus cristaleras todas rotas, algunos incenciados, esqueletos de inhumanos y humanos por todos lados, suciedad y aquellos pájaros negros por todos lados. Era como si lo salvaje se hubiera adueñado de Pamplona. Como si el único resto de humanidad del mundo estuviera en esa Ciudadela y en esos vehículos. Resto de humanidad ya que la vida podía adoptar diversas formas: como la de los inhumanos; que al fin y al cabo era una forma de vida que luchaba por sobrevivir. ¿ o no? Costaba creer que esas gentes que antes desarrollaban una vida normal, que trabajaban, amaban, que iban de compras, de vacaciones, que tenían familias , que celebraban cumpleaños y fiestas, que tenían las ocupaciones y preocupaciones de la gente normal ahora estaba reducidos a esto. A criaturas que deambulan por las calles, sin pensamientos, sin sentimientos y con un único instinto: el de la supervivencia.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Atención Merlín- dijo con voz preocupada Julia.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Si, Julia, te veo y lo que veo no me gusta- contestó.</span><br />
<span style="font-family: Arial;">El vehículo de Julia estaba rodeado de inhumanos. Muchos. Con sus gruñidos, sus uñas como garras, sus rostros sin cara, sus pelos descoloridos y sus ganas de comer carne fresca...Muchos de ellos se estaban trepando por la jaula posterior del Oruga Uno. Otros se subían a las uñas delanteras de la máquina de descargar. Julia miró al vehículo de Jota Jota y estaba en igual situación. Los inhumanos subiendo hasta estar casi pegados a la cabina del piloto. De las calles adyacentes también venían más inhumanos. Alguno que otros lo hacían corriendo y era fácil ver peleas entre ellos por alguna rata, algún perro o algún jabalí.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> Un inhumano cogió una piedra bastante grande y empezó a golpear el acrílico del Oruga Uno. Julia gritó.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -No puedo aguantar más así Merlín!- y arrancó su máquina. Empezó a dar para adelante y para atrás. Los inhumanos empezaron a caer. Después avanzó unos metros y embistió a unos cuantos. Eso era lo que le gustaba. Ver como eran revoleados por los aires. Desde dentro los ocupantes miraban la escena. Jota Jota apenas podía ver. Estaba cubierto de inhumanos que le mostraban sus caras pegadas al doble acrílico. Arrastraban sus fauces contra la protección como queriendo entrar por ósmosis. Hasta que empezaron con las piedras a golpear el vehiculo. Uno de estos bloques grandes lo astilló un poco. Jota Jota arrancó también su motor.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Merlín!, esto se me complica. Tendré que empezar a dar vueltas! Y dicho esto eran dos máquinas las que volteaban inhumanos como bolos. Pero dejó el lateral descubierto.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Las armas,rápido!-exclamó Merlín.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> Todos hicieron caso simultáneamente. Andrea cogió un arco, unos cuantos aros metálicos( al que le apodaban "la rueda de la fortuna"). El arco se lo colocó en la espalda con sus fajos de flechas y con la derecha sujetaba un hacha. El australiano tomó una lanza y colgó en su cinturón un hacha y en la pequeña mochila que siempre llevaba varios aros. Por su parte Merlín, Carlos y Matías se aprovisonaron de todo lo que pudieron. Las tres hachas restantes, la lanza del viejo de la Chantrea, los arcos y la única arma de fuego con sólo tres balas en la recámara.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> Los inhumanos empezaron a agolparse en torno al vehículo. Unos trepaban por la parte delantera y se subían al techo. Se sentían encima de ellos. Una sensación de agobio los invadió. Otros inhumanos empezaban a asomar sus caras en el lateral roto y otros con sus garras comenzaron a agitar las planchas. Estas planchas metálicas eran bastante fuertes. Pero cuando saltan algunos remaches ...y además eran tantos.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> El vehículo empezaba a zarandearse por la acción de cientos de garras al mismo tiempo. Para llevar tanto tiempo sin comer tenían bastante fuerza. Fuera, el sonido de los toros tumbando muñecos no paraba. Merlín cogió el walkie y le dijo a Jota Jota:</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Jota Jota, tendremos que salir por detrás-</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Es una locura Merlín-le respondió Jota Jota-Esto es el infierno! Están apareciendo por todos lados!</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Pero aquí dentro no nos podemos quedar!,en cualquier momento se nos van a meter por el hueco que deberías estar cuidando!</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Julia!-, me escuchas? dijo desesperado Merlín.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Si!, Merlín- le contestó sin dejar de apuntar con su vehículo.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Vamos a salir por detrás, necesito que nos abras el camino! Un par de nosotros nos subiremos encima de la jaula de Jota Jota!</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Jota Jota! ve por detrás y colócate en posición-ordenó Merlín.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> Una plancha metálica cedió y unas cuantas cabezas asomaron por el hueco.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Cuidado! gritó Matias al tiempo que con su hacha le volaba el cráneo a uno de ellos.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Jota Jota tumbó a tres o cuatro inhumanos que tuvieron la mala suerte de cruzarse en el camino y se colocó detrás del autobús. La puerta trasera se abrió un poco pero había demasiadas criaturas como para que se abriera del todo. </span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Acércate más Jota Jota por Dios! exclamó Merlín.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> Dentro, el australiano y Matías a duras penas podían sujetar la placa que poco a poco iba haciendo saltar los remaches ante la horda de seres hambrientos.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -No podremos aguantar mucho tiempo Merlín! gritó Andrea.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> Uno de ellos logró asomar un brazo dentro del vehículo. El australiano arremetió con una hacha y se lo arrancó. Acto seguido se las ingenió para que por la rendija abierta su arma le quebrara el cráneo. Ese inhumano no sufriría más de hambre.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> De pronto una estampida contra el vehículo. Julia que estampó cerca de diez cuerpos sin almas contra el lateral, pero esto hizo que la placa cediera y unos cuantos brazos empezaran a querer trepar dentro del vehículo.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Vamos, vamos!-dijo Iñaki-Julia! despeja el camino!. No había mucho tiempo que perder. Desde su posición Merlín vió como uno de los perros salvajes que deambulaban por la zona estaba a tiro de su arco. Fue todo sorpresivo. La puerta trasera se abrió de golpe, Merlín apuntò su arco y la flecha se clavó en el perro que cayó fulminado. Unos cuantos inhumanos próximos a la parte trasera del vehículo se abalanzaron sobre el animal. Esto los mantendrá un poco entretenidos-pensó Merlín. De un salto Andrea y el autraliano saltaron a uno de las Orugas al tiempo que unos cuantos de ellos se subían al Siete de Julio y avanzaban hacia ellos. Merlín le hizo un gesto a Matías y a Carlos de que se subieran al vehículo de Julia pero estos se negaron.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -No te dejaremos aquí Merlín!- gritó Carlos.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> El vehículo fue invadido por inhumanos que avanzaba al final de él. Julia miraba sin entender nada. Merlín, Carlos y Matías de un salto pusieron pie en tierra y se alejaron a todo correr de todas aquellas bestias. Un aro metálico desde arriba del Oruga de Jota Jota voló por el aire y le arrancó los ojos a una bestia que tenía enfrente a Matías. Mientras Andrea, con su arco, lanzaba flechazos certeros contra la muchedumbre hambrienta. Se abrían paso a golpe de hachas y lanzas.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Por aquí!-gritó Merlín señalando uno de los negocios de la esquina de la calle Sanguesa. De un salto lograron sortear la barricada ubicada delante de él y meterse dentro. De un golpe pudo Matías cerrar la pesada puerta enmohecida por el tiempo. Fuera Julia y Jota Jota seguían dando vueltas derribando y pasando por encima de las bestias inhumanas. El negocio, una pequeña oficina de telefonía movil parecía desierto. Estaba oscuro por lo que Merlín encendió su linterna.-No veo nada, el lugar está limpio-dijo.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> Fuera los inhumanos se agolpaban contra las rejas y con sus garras las hacían batir. Pero también es cierto que tanto Julia, como Jota Jota y los otros ocupantes se encargaban de que fueran cada vez menos. Pero era peligroso porque se estaban quedando sin flechas y sin aros. La esquina era un auténtico campo de combate. Ya resultaba difícil hasta para las orugas pasar por encima so riesgo de volcar. Merlín se llevó la mano al bolsillo y al no encontrar lo que buscaba exclamó -Mierda! perdí el walkie!.-No tengo mucho combustible- se dijo Julia-y ahora que hago?- Por un lado sabía que si se quedaba ya no tendría escapatoria porque los inhumanos se le pondrían a su alrededor hasta que consiguieran romper el acrílico Y por el otro sabía que no podía abandonarlos. Mientras Jota Jota lograba mantenerlos a raya fuera del negocio. Se alejo unos metros de ellos e hizo algo impensado. Abrió la puertezuela del Oruga Dos, se bajó y lanzó grito desesperados contra los inhumanos.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Venid, venid conmigo bestias!,Vamos, vamos!-Al ver esto los inhumanos que trataban de entrar donde estaban los demás se dieron la vuelta y con su andar torpe se encaminaron hasta donde estaba Jota Jota. Desde dentro Merlín y los demás no daban crédito a lo que veían.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Pero que huevos tiene este Jota Jota!-exclamó Carlos. </span><br />
<span style="font-family: Arial;">Jota Jota se subió nuevamente al Oruga y trató de alejarlos de la zona para que se olvidaran de los refugiados. Cuando estuvo como a cien metros dió la vuelta alrededor de la fuente de Merindades y volvió velozmente sobre la oficina pero tuvo la mala suerte de no calcular que el cordón de la calle estaba demasiado cerca y el Oruga dió un brinco que lo hizo volcar.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Carajo!-dijo Matías. </span><br />
<span style="font-family: Arial;">El vehiculo tumbado y con el acrílico superior roto. Presa fácil de los inhumanos. Andrea y el australiano lograron ponerse en pie. Al Australiano se le veía un hilo de sangre en su rostro y además cojeaba de su pierna derecha. Andrea, un poco magullada lo ayudaba. Julia se acercó raudamente para socorrerlos. Jota Jota levantó la puertita de su oruga y se subió encima de él. Julia embistió a algunos. Los tres corrieron como pudieron hacía la oficina de la teléfonica donde estaban los demás y en un par de segundos estaban todos dentro.Julia desparramó a los que pudo y se alejó un poco. Ahora ya no tenía dudas de que tenía que hacer. Volvería a la Ciudadela. Solo ella podría avisar que había pasado antes de que se le acabara el combustible. La excursión resultó cara. Con el viejo de la Chantrea muerto, el Siete de Julio inutilizado y una de las únicas dos orugas que había en el fortín fuera de servicio para siempre. Ni se quería imaginar la cara que pondría Iñaki.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> Desde la pequeña ventana los refugiados vieron como el Oruga de Julia se alejaba hasta que no lo vieron más. Lo que antes se tardaba cindo minutos entre a Plaza de Merindades y la Ciudadela ahora parecía un mundo. Algunos inhumanos corrieron con su forma de correr detrás de Julia, otros siguieron con su deambular cansino. Todavía media docena se estaban entreteniendo con el perro muerto a flechazos. Los demás integrantes de la excursión vigilaban con sus escasas armas la escena.Parecía que se habían olvidado de ellos.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Menos mal que los inhumanos no tienen memoria-pensó Matías.</span><br />
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<br />Ficcionhttp://www.blogger.com/profile/00726924458302960122noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7822333028679606315.post-6207653791383819912012-03-22T13:19:00.002-07:002012-04-13T10:33:58.737-07:00Capitulo Catorce " Señales de radio"<span style="color: red; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> "Redit in nihilum, quod ante fuit nihil"</span><br />
<span style="color: red; font-family: Arial;"> Nació de la nada, y en la nada acaba"</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> </span><br />
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<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Sala de Armas de la Ciudadela</span><br />
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<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Me escuchan?,repito: alguien me escucha?,cambio-Una voz se escuchó en la Sala de Armas, más precisamente en la vieja radio.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Tomás se sobresaltó, permaneció inmóvil unos segundos. Se habría quedado dormido? Esa voz fue de verdad o producto de algún sueño? Ese día le tocaba guardia. Se había traído su diario y después de escribir algunas líneas se había quedado dormido. El sonido metálico de esa voz lo despertó. Menos mal que no me vió Iñaki dormido, la bronca que me habría caído-pensó para si mismo.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Se levantó de la silla de madera de su propia invención y fue hasta la jarra de agua. Se sirvió un poco en su vaso de madera, se acomodó de nuevo en la silla y abrió de nuevo su diario donde lo había dejado:</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> "Primavera del 2002. Mis piernas casi no me respondían. La cima de la montaña parecía cada vez más lejos y si miraba hacia abajo los automóviles y los camiones parecían de juguete. Estaba realmente cansado. Desde lo alto de la Higa de Monreal el tiempo no pasaba. Estaba estancado en el pasado. Algunos pájaros daban vuelta sobre mi cabeza pero nada más. Mi bicicleta era nueva pero no mi corazón. Sentía sus latidos que retumbaban en toda la montaña y mi visión empezaba a quebrarse. Sentía como una fuerza poderosa me hundía la cabeza contra el suelo y en mi visión veía como una gran mancha oscura se iba cerrando en torno a mis ojos.Luego no sentí nada más. Desperté en el hospit....</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Hola, me escuchan? Cambio-sonó otra vez esa voz pero no en los sueños .Alguien estaba hablando en la radio.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Tomás se levantó corriendo. A un lado dejó su relato sobre el día que se desvaneció subiendo en bicicleta a la Higa de Monreal, ese pico de 1300 metros ubicado a las afueras de Pamplona y fué hasta la mesa de la radio.No, verdaderamente no era un sueño.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Hola,hola-respondió nervioso-Aquí Tomás desde el fortín de la Ciudadela en Pamplona-para seguir-Quién está del otro lado?cambio-</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Aquí el Capitán Salvadores, Marcos. Del Pais Vasco-contestó la voz metálica.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Del Pais Vasco?-preguntó con sorpresa Tomás, y luego agregó-Pensábamos que fuera no había nadie más-</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Pués nosotros creíamos lo mismo-le respondió Salvadores-</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Esperad unos segundos que iré a buscar a mi jefe Inaki-dijo entre una mezcla de nerviosismo, alegría y sorpresa.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Tomás abrió de un golpe la puerta que separaba la Sala de Armas y el espacio exterior y salió en alocada carrera a buscar a su Jefe.-Iñaki,Inaki!! Gente!Gente!-gritaba como un poseso. Algunos de los últimos Doscientos que estaba por los alrededores lo miraban extrañados pero Tomás seguí corriendo y gritando.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Al escuchar los gritos Iñaki que estaba hablando con el matrimonio de Sarasate se levantó de su silla y preguntó:-Qué pasa Tomás? Tomás llegó hasta él, no podía respirar por tamaña carrera que había hecho.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Respira Tomás, respira-le dijo en tono paternalista.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Iñaki, tenemos contacto por la radio-dijo sin aliento.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Vamos, vamos!-exclamó el Jefe y salió a toda carrera hacia la Sala de Armas.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Las cuatro personas llegaron hasta la radio. Otros que caminaban por la Ciudadela al ver que corrían se les unieron.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Iñaki levantó el micrófono y dijo- Aquí Iñaki, jefe de la Ciudadela en Pamplona, quién está al otro lado,cambio-</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Silencio de radio, nunca mejor dicho. Todos los presentes miraban a Tomás que a su vez miraba fijamente la radio. Le habría jugado una mala pasada su imaginación?</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Aquí Iñaki, repito. Hay alguien allí?,cambio-</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Más silencio en la radio.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Lo has escuchado de veras,Tomás?-preguntó el viejo de Sarasate.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Sí,si!Respondió el aludido casi implorando.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Hola, hola. Aquí el Capitán Marcos Salvadores-cambio</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Buenas tardes Capitán, aquí le habla Iñaki, jefe de la Ciudadela al mando de los últimos Doscientos en Pamplona. Dónde están?cambio-</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Estamos cerca de Pamplona, al lado de la variante. Hemos llegado anoche a un parque cercano, un lugar llamado La Chantrea, lo conoceís?-preguntó el Capitán.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Un parque? dijo en voz alta Tomás-Debe ser el Parque del Mundo-dijo a los presentes.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Es el Parque del mundo, dijo Iñaki- De dónde vienen, cúántos son? le preguntó.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Venimos de San Sebastían-respondió el Capitán-Somos solo cuatro-</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> A la alegría del encuentro le vino el bajón al escuchar que eran tan pocos.-Solo cuatro?-preguntó el Jefe de la Ciudadela.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Sí-respondió con tono firme el Capitán-Un viejo camión, algunas armas, poco combustible y casi nada de alimentos- Ah!-agregó-Y con unos cuantos sonámbulos a cuestas-</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> - Asi los llamaís?- preguntó el ex de Osasuna.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Sí. Hemos matado a muchos. Un día nos decidimos salir de San Sebastián y venir para el este. Teníamos la corazonada de encontrar a más gente. Pero no nos imaginábamos que esto estaría plagado de tantos sonámbulos-</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Nosotros le llamamos Inhumanos- les dijo Iñaki.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Vosotros estaís en la Ciudadela, en Pamplona, verdad?-preguntó El Capitán Salvadores.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Así es-respondió-Somos cerca de doscientos muy bien armados para hacer frente a cualquier ataque de inhumanos- dijo mintiendo el Jefe. A decir verdad muchas armas de piedra y flechas pero armas de verdad; pocas.Y además un par de cañones de la época de la Invasión Napoleónica.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Pues nosotros tenemos muy poca cobertura de fuego-dijo apesadumbrado Salvadores.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> - Por aquí está muy peligroso-dijo Iñaki-Hay miles de inhumanos dando vueltas-</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Como en todos lados-le respondió Marcos.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">De repente se escucharon unos disparos del otro lado de la radio. Unos gritos y más disparos. Iñaki, Tomás y los demás que se habían metido en la Sala de Armas se miraron.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Hola,hola! dijo Iñaki.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Solo se escuchaban señales de interferencias. Luego el más absoluto silencio.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Y ahora qué hacemos?- preguntó el viejo de Sarasate.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -No lo sé-le respondió Iñaki-esperar me supongo.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Poco a poco todos los congregados abandonaron la Sala de Armas. Menos Iñaki,Tomás y el viejo de Sarasate. Se resistían a irse. Querían escuchar algo más de aquella radio muda. Pero nada. Luego de media hora abandonaron la Sala.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Tú, Tomás-le dijo-mantente alerta por las dudas.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Sí, Jefe-le respondió.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Había quedado en el ambiente una especie de frustración mezclada con esperanza aunque no se sabía cual pesaba más. Ahora Iñaki tenía que pensar en algo más importante para él. Quería saber como le estaba yendo a la expedición que había mandado al Osasuna. Eso era lo realmente real en esos momentos.De lo otro solo Dios sabía qué había pasado. Y como Dios estaba tan lejos.....</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span><br />
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="http://4.bp.blogspot.com/-AOagq3LRTe0/T15OSizpgmI/AAAAAAAAAFo/o6vpxzGfLmU/s1600/IMG_2025.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><img border="0" height="320px" src="http://4.bp.blogspot.com/-AOagq3LRTe0/T15OSizpgmI/AAAAAAAAAFo/o6vpxzGfLmU/s320/IMG_2025.JPG" width="240px" yda="true" /></span></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Uno de los viejos cañones con que contaba la Ciudadela</span></td></tr>
</tbody></table>
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> </span>Ficcionhttp://www.blogger.com/profile/00726924458302960122noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7822333028679606315.post-76736643861749704022012-03-11T14:42:00.003-07:002012-04-13T09:49:59.303-07:00Capitulo Trece " Excursión"<span style="color: red; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> "Gloria victis!"</span><br />
<span style="color: red; font-family: Arial;"> Gloria a los vencidos!</span><br />
<br />
<br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Preparad las armas-ordenó Iñaki- Listos?, tirad!- gritó.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Nueve arqueros hicieron llover sus flechas incendiarias sobre unos cuantos inhumanos que circulaban por uno de los portones de la Ciudadela. Las flechas se metían en sus cabezas y el fuego hacía que esos pelos descoloridos y malolientes se encendieran como velas de cumpleaños. Era todo un espectáculo verlos correr tratando de sacarse el fuego de la cabeza, eso si, si le acertaban de pleno ya no corrían más. Dejaban de sentir aunque casi todos ya lo habían hecho años atrás. Otros les arrojaban cócteles con la poca gasolina que Iñaki les dejaba utilizar. La operación consistía en limpiar este acceso para dejar salir a los expedicionarios. Aunque alguna vez alguno se colaba dentro de la Ciudadela donde era bien recibido. Las flechas y lanzas estaban diezmando inhumanos de los que deambulaban por la Avenida del Ejército. Los ocupantes del viejo autobús poco a poco iban subiendo y colocándose en posición. Este vehículo que anteriormente funcionó como línea urbana de transporte de la linea 7 que unía Barañain con la Chantrea fue remodelado en su totalidad. Sus ventanillas fueron recubiertas con placas metálicas, se le agregó una puerta trasera y el conductor solo podía mirar por una especie de abertura semejante a la de los bunker. Más que un autobús aquello era un acorazado remendado por todos lados. A sus costados tenía seis u ocho mirillas donde los ocupantes se asomaban de vez en cuando para observar el mundo actual de Pamplona. Dentro, casi a oscuras, estaban Merlín, Carlos, Matías, Andrea, el australiano y el viejo de la Chantrea. Delante de ellos irían las dos máquinas de descargar con Julia y Jota Jota "abriendo camino". Tenían dentro de la operación, que ejecutar dos misiones. La primera: ir hasta el campo de cultivo del estadio de Osasuna, que en las primeras épocas del desastre se convirtión en refugio y una especie de granja donde los humanos levantaron con picos y palas el terreno de juego para descubrir la tierra negra de Pamplona y cultivar algunas semillas y además construyeron unos conductos que canalizaban el agua de lluvia para convertirla en riego. La segunda misión era ir hasta el Polígono Comercial de Berriozar. Allí existieron algunos hiper de alimentación que quizás todavía conservaran algo de provecho. Tenían armas, pocas de fuego ante la escasez de munición y otras fabricadas en el fortín. Lanzas, arcos, hachas de piedra y tirachinas que arrojaban unas piedras puntiagudas que se clavaban facilmente en la carne podrida de los infectados. </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Cuando la entrada se vió mas o menos despejada se escuchó la voz potente del Jefe: </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">-Abrid el portón, y estad atentos!</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Uno de los portones de salida que se usaba para estas ocasiones se abrió lentamente y las dos máquinas delanteras salieron primero, después el acorazado al que habían apodado " Siete de Julio". Otra lluvia de flechas cruzó el cielo de Pamplona y los carros de combate empezaron a desparramar inhumanos por todos lados. En la Avenida del Ejército a esa hora no había muchos, quizás unos quinientos, pocos para lo habitual. </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Buena suerte- dijo en voz alta Iñaki al tiempo que ordenaba el rápido cierre del portón. Esta vez nadie se había colado dentro.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Salvo Matías y Carlos que tuvieron una escapada unas semanas atrás, los demás hacía mucho tiempo que no salían a las calles, a Pamplona, la ciudad de los parques y avenidas, sus calles cuidadas y limpias, la ciudad de los Sanfermines. Ahora esta ciudad estaba irreconocible. Sus calles abandonadas (bueno, abandonadas de humanos) y sucias, basura por todos lados, llenas de muerte, edificios semi-destruidos por los ataques del Ejército, inhumanos por todos lados en lucha contra perros rabiosos, ratas comiendo restos de inhumanos e inhumanos comiendo ratas, jabalíes que habían tomado también la ciudad y se enfrentaban todos los días con inhumanos y casi siempre perdían. Era como que la naturaleza, lo salvaje, la muerte se habían apoderado de la ciudad. Pamplona, ciudad de la furia.</span><br />
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="http://2.bp.blogspot.com/-j41YjYLoSSc/T1sNQtXUyPI/AAAAAAAAAFY/BmR59S024e0/s1600/IMG_2019.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><img border="0" height="240px" src="http://2.bp.blogspot.com/-j41YjYLoSSc/T1sNQtXUyPI/AAAAAAAAAFY/BmR59S024e0/s320/IMG_2019.JPG" width="320px" yda="true" /></span></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Uno de los portones de la Ciudadela</span></td></tr>
</tbody></table>
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Los dos vehículos delanteros abrían el camino entre inhumanos. Sus poderosas uñas desmenbrando inhumanos a diestra y siniestra. Las criaturas se colocaban delante de las máquinas sin saber lo que les esperaba. Pero su instinto de hambre era muy poderoso. Muchas veces el golpe les daba en la cabeza y se acababa su tortuosa vida pero muchas otras solo los descuartizaba y así seguían; sin piernas, sin brazos, arrastrándose como babosas, dando alaridos. El cazador cazado. La llama de la vida no se apagaba en ellos a no ser que se acertara de pleno en su cabeza, esa parte del cuerpo que antes alojaba sentimientos, recuerdos, fechas, amor...</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> El convoy dobló por la Avenida de Yanguas y Miranda y atravesó la rotonda de la Plaza de los Fueros. A la izquierda la iglesia de la Misericordia, cubierta de hiedras y musgos, semi destruida.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Yo venía a jugar al fútbol allí- dijo Andrea.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Fútbol?- preguntó Merlín-No sabía que te gustara.(muchas veces todavía se hablaba en presente de cosas que hacía años que no funcionaban)</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Si-contestó Andrea-solo aficionada.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Así que teníamos a Messi en el fortín y no lo sabíamos-se mofó el vijo de la Chantrea.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Muy gracioso-le replicó Andrea.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Yo no creo en las iglesias, ni para el rezo ni para el fútbol-dijo el viejo y agregó- Dios nos tiene abandonados-</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Abandonados?- pregunto Andrea-Quizás porque nos tiene presente todavía estamos vivos-</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -¿Esto es vivir?-ironizó el viejo-¿escondidos todo el día dentro de una madriguera?</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Y así se enfrascaban en esas dialécticas interminables que derivaba después en cualquier cosa alejada de la discusión original. Mientras el autobús daba saltos cada vez que golpeaba y pasaba por encima de cuerpos de inhumanos. Para romper la tensión Carlos cogió el walkie y dijo: -Aquí Siete de Julio a Oruga Uno- me recibes Julia?,cambio-</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Aquí Oruga a uno a Siete de Julio-contestó Julia. Por aquí fuera todo tranquilo,matando el tiempo y rematando inhumanos,jejeje- dijo Julia.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Oruga Dos,¿me copias? dio Carlos.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Aquí Oruga Dos- contestó Jota Jota y agregó-Esto está un poco aburrido,jajaja.¿Pero vieron como está Pamplona?</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Una pena de ciudad-Dijo Matías a los del autobús.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Bueno, conducid sin prisas que no hay apuro-señalo Merlín.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Su recorrido sería por la Avenida Zaragoza hasta la calle del Sadar, donde está el estadio. Allí recogerían todo lo que pudieran. Una vez terminada esta tarea se dirigirían a Berriozar, a los hiper.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Cuidado Merlín,el semáforo está en rojo!-dijo el australiano-sin ver nada desde la oscuridad total del autobús al tiempo que largaba una carcajada.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Otro gracioso-contestó Merlin.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> No había semáforo pero si unos viandantes inhumanos que sintieron en su cuerpo todo el peso del vehículo.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Ahí llevaba mi moto a arreglar-dijo meláncolicamente Matías mirando por una de las mirillas del acorazado Siete de Julio.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Cada uno viajaba en ese carro blindado pero todos estaban viajando más por sus recuerdos a través de esa mirilla.Uno a uno de iban turnando por las mirillas, de izquierda a derecha y viceversa. Todos querían ver en que había quedado convertida Pamplona. Las imágenes pasadas volaban en sus cabezas como volaban en los viandantes cuando eran golpeados por el convoy. Cuando doblaron en l acalle del Sadar el australiano sacó algo del bolsillo que nadie se percató. Todos estaba tensionados por los próximos pasos a seguir. No había muchos inhumanos. El carro retrocedió y se posicionó en una de las puertas de entrada ,la número ocho. Levantaron el doble cerrojo de la puerta trasera y se bajaron rápidamente con sus armas. Todos menos Merlín que se quedaría en el autobús. Cerró la puerta y se quedó dentro, otra vez a oscuras y solo con ese haz de luz que entraba por las mirillas y por la rendija delantera. El australiano corrió hasta una de las paredes y escribió unas siglas y entró en el estadio. Tras él la puerta se cerró fuertemente y comenzaría la labor de recolectar. </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Cosecharás tu siembra-pensó Andrea.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Pero poco había que juntar. Fuera unos gruñidos comenzaban a oirse. La comida de los inhumanos estaban en ese momento dentro del estadio.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> En el antiguo campo de fútbol del Osasuna poco había para recolectar. La ausencia de lluvias de los últimos meses hicieron que lo poco que estaba plantado se perdiera.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -No tenemos nada aquí- dijo Matías apesadumbrado.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Que pena,maldita lluvia-exclamó el viejo de la Chantrea.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Aprovechemos y juntemos toda la madera que podamos. La necesitamos para el invierno que se viene y además Julia las necesita para sus armas- aconsejó Carlos.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> El sonido del walkie de Merlín rompió el desolador presente del estadio.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Aquí Siete de Julio, me escuchan, cambio-dijo desde el autobús Merlín</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Sí, Merlín,te escuchamos-contestó Carlos.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Aquí se está poniendo feo, se está poblando de inhumanos,cambio-dijo con tono preocupado Merlín.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Juntamos un poco más de cosas y nos largamos-respondió Carlos.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> El australiano cogió su hacha y acarició la parte superior-creo que tendremos mucho trabajo. No me defraudes,eh!</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Bueno chicos-dijo Matías-tenemos que salir-</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Estamos listos-dijo Andrea.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Los dos vehículos de protección con Julia y Jota Jota estaban rodeados de inhumanos. Sin detener sus motores daban vueltas reventando cabezas y cuerpos.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Merlín, como lo ves?-preguntó Julia a través del walkie.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Mal-le contestó-</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Jota Jota, estar atentos que ya están por salir-le comunicó Merlín.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> La puerta de salida estaba colmada de inhumanos. La operación salida sería realmente complicada.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Atención Merlín,vamos a salir-dijo Carlos.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Merlín en la parte posterior del autobús estaba atento hacha en mano. La puerta del estadio se abrió lentamente. Carlos asomó un poquito la cabeza, luego abrió la puerta despacio y salió. Detrás salieron los demás. Pero los inhumanos siempre huelen el olor a carne fresca. De repente se vieron a escasos cinco metros de la puerta del autobús rodeados de inhumanos. El viejo de la Chantrea sacudió su lanza y la ensartó en la cabeza de uno de ellos. Dos inhumanos empezaron a acorralar a Andrea contra la puerta de entrada. Ella blandió su hacha y le cortó la mano a uno de ellos. Esa parte del cuerpo con sus uñas largas voló por el aire y golpeó a Matías en la espalda. </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Agáchate Andrea!-gritó Matías apuntando con su arco. La flecha circuló a gran velocidad y entró en el ojo del otro acosador.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Bien hecho!- gritó Carlos</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Julia con su máquina se acercó hasta el autobús y arremetió contra un grupo que se acercaba poco a poco a los luchadores. </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> El australiano con su hacha sacudía su brazo de izquierda a derecha sin importar si les daba en la cabeza, en las piernas o en los brazos. El viejo de la Chantrea se vió entre cinco inhumanos que le cortaron el camino. Uno de ellos le ancanzó en el brazo.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Hijo de puta, me mordió,me mordió!!!-gritó con desesperación.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Malditos- dijo el australiano y arremetió contra todos ellos ayudado por Matías.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Un hachazo certero de Matías le partió la cabeza a uno de ellos. Merlín que hasta ese momento había observado toda la escena desde el autobús abrió la puerta posterior del vehículo y bajó envuelto de ira. Con su lanza ensartaba todo lo que se movía torpemente. Uno y otro caía delante de él. El viejo de la Chantrea cayó al suelo mientras Matías y el australiano se veían rodeados por muchos inhumanos. Andrea golpeó con su hacha a uno en la pierna y su arma quedo clavada en su hueso. Tuvo que dejarla ya que el inhumano estiró su brazo para cogerla y tuvo que retroceder. El australiano se abalanzó sobre dos que estaban a punto de atacar al viejo. A uno pudo tirar pero el otro se ensañó contra el viejo que tendido en el suelo nada podía hacer. Un primer mordisco le arrancó un pedazo de brazo ante el grito de dolor de éste. Otro mordisco y su cara se vio desfigurada. La sangre brotaba de esa cara que en nada se parecía a la del viejo, que pese a todo, gritaba con todas sus fuerzas. En un ataque de ira tanto Carlos, Matías y el australiano sin medir la cantidad de inhumanos que ya había en el lugar golperon con todas sus fuerzas a los atacantes. Pero había tantos que pronto retrocedieron. Jota Jota desde uno de los vehículos atropelló a los que estaban encima del viejo que ya yacía en el suelo sin vida. Las uñas de aquella máquina estaban llena de pedazos de cuerpos podridos y esa sangre de color casi negra de los inhumanos. Merlín se subió al autobús y fue corriendo hasta el asiento para arrancar el motor sin darse cuenta que un inhumano le habia seguido los pasos y había subido detrás. Avanzaba despacio sin que Merín se diera cuenta. A medio metrode la espalda de Merlín el inhumano estiró sus garra al tiempo que gruñia y cayó pesadamente sobre Merlín que dió un grito y se incorporó rápidamente. El cuerpo de este inhumano atravesado por una flecha de Matías estaba tirado a su lado.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Ten más cuidado Merlín!-gritó Matías-o es que nos quieres dejar sin conductor?-terminó.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Todos subieron al autobús y cerraron la puerta de golpe. Otra vez a oscuras dentro del autobús lo único que se sentía era el jadeo y la respiración de todos.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Nos vamos!-gritó Merlín</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">El convoy nuevamente arrancó rumbo a Berriozar. Por la mirilla vieron que la puerta del estadio había quedado abierta y muchos inhumanos estaban entrando. </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Adiós al Osasuna-dijo apesadumbrado Carlos.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Hasta siempre viejo!-dijo con lágrimas en los ojos Julia desde su vehículo.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> </span><br />
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="http://1.bp.blogspot.com/-D0WLuTs49JA/T10Wh2PfftI/AAAAAAAAAFg/UV80cyD1Pws/s1600/IMG_2281.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><img border="0" height="240px" src="http://1.bp.blogspot.com/-D0WLuTs49JA/T10Wh2PfftI/AAAAAAAAAFg/UV80cyD1Pws/s320/IMG_2281.JPG" width="320px" yda="true" /></span></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Esto fue lo que escribió el australiano en la pared del estadio del Osasuna</span></td></tr>
</tbody></table>
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> </span><br />
<span style="font-family: Arial;"> </span>Ficcionhttp://www.blogger.com/profile/00726924458302960122noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7822333028679606315.post-28245300241253617222012-03-03T06:39:00.003-08:002012-04-13T10:29:00.869-07:00Capítulo Doce:"San Crístobal"<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> <span style="color: red;">"Ignavi coram morte quidem animan trahunt, audaces autem illam non saltem advertunt"</span></span><br />
<span style="color: red; font-family: Arial;"> Los cobardes agonizan ante la muerte, los valientes ni se enteran de ella"</span><br />
<br />
<br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> 25 de julio 2012</span><br />
<br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Festividad de Santiago. La sirena de la ambulancia resonaba como un eco fantasmal en las casi desiertas calles de Pamplona. Después de abandonar la ciudad y dejar atrás el último puesto militar se adentró en terreno libre de cuarentena. Subió aquella cuesta,una curva y otra y otra más. Dibujando con sus ruedas meandros de terreno casi virgen. Una curva más y atravesaría el portón improvisado del Centro de Plagas y Epidemias consituído en el monte de San Cristóbal. Los dos cuerpos inertes de su interior recogidos por las " cuadrillas de limpieza" del Ejército iban camino al laboratorio de los científicos para ver si se encontraba algo en ellos que diera un poco de luz a tamaña incertidumbre científica.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> La noche anterior Pamplona fue un caos. Hubo saqueos a numerosos negocios, combates cuerpo a cuerpo contra los "inhumanos", como empezaron a llamarles por parte del ejército,gente disparando desde sus casas,otros que corrían a lugares más seguros. El infierno en la tierra o la tierra hecha infierno.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> A pesar de aquel panorama en el Monte de San Cristóbal se trabajaba a destajo para encontrar algo, por mínimo que fuera, aunque sin resultado todavía.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Ponedlos allí, en las camillas- dijo el Jefe médico a cargo, un prestigioso médico de Madrid, llegado recientemente. Le habían localizado en su lugar de vacaciones una semana antes. Lo dejó todo, a su familia, sus hijos, el mar, las arenas blancas. Ahora el espectáculo era otro, tenía que analizar aquellos cuerpos una y otra vez. Muchas pruebas, muchos análisis, autopsias para llegar al fondo de la cuestión. Cómo era posible que una persona normal de un día para otro, súbitamente se convirtiera en una especie de perro salvaje que devoraba cuanto se ponía a su alcance. Todos lo sabían, pero nadie lo decía. Aquello era algo que superaba la rabia o cualquier otra nefermedad contagiosa conocida con creces.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Después de preparar un poco los cuerpos, todo estaba a punto. Tres médicos y una enfermera preparados.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -¿Listos?-preguntó el Jefe.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Los otros asintieron. El bisturí que baja lentamente hacia el abdómen previamente marcado con un rotulador. Se hunde un poco y empieza a recorrer suavemente y a paso firme aquella piel dura.Después sucede lo que jamás pudieron imaginar. El cuerpo se estremece,como despertando de un sueño aletargado por el tiempo. Ellos son forenses, trabajan con cadáveres. ¿Acaso no estaba muerto? Unos ojos sin expresión se abren lentamente, las manos parecen garras y recobran toda la energía perdida días u horas atrás y atraen el cuerpo de uno de los médicos para si. Los dientes se hunden en su cara y le arrancan parte de su mejilla. Esos inmundos dientes masticando piel humana daban repulsa hasta al más salvaje de los caníbales. Una visión que dejó paralizados a todos por unos segundos sin saber que hacer,sin entender nada. Los otros dos se abalanzan contra el inhumano, tratan de sujetarlo pero también son alcanzados por esas garras y por esas mordeduras. La enfermera que con sus gritos alertó al personal de seguridad apostado en los pasillos trató de socorrer a uno de ellos.. Entran los efectivos de seguridad con sus armas automáticas,disparan con cuidado de no herir a ningún humano. Esa bestia de fuerza desconocida no cae por más que las balas traspasen su cuerpo. Dos soldados le sujetan. Uno de ellos le sacude fuertemente con la culata de su arma. El inhumano acusa el golpe.Retrocede contra la pared. Es una fiera acorralada. Sus ojos blancos y rojos, sus</span> <span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">cuerdas vocales emiten un gruñido desafiante y presenta una pose amenazadora. Agita sus brazos y muestra sus garras al tiempo que masculla sonidos incomprensibles. Y entonces lo inesperado, si podía esperarse algo más inesperado. El otro cuerpo recostado en la camilla se levanta y clava sus uñas en la cabeza de uno de los guardias. Este cae aturdido. El otro dispara automáticamene, pero esta vez a la cabeza. Acierta. El orificio en su frente, negro como el alma del muerto es lo último que se ve antes de que caiga desplomado. El otro inhumano que abraza a uno de los médicos y no lo suelta. Los gritos de dolor del científico superan cualquier racionalidad. En un arrojo de valor la enfermera coge una pinza y la clava en la nuca del inhumano. La sangre de su boca dibuja mapas rojos en su perilla. Llegaron mas médicos y más efectivos para socorrerlos. Varias personas resultaron heridas y rápidamente fueron trasladadas poder comenzar con los tratamientos. El reloj del laboratorio marcaban las 20:52 de aquél 25 de julio en Pamplona.</span><br />
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="http://4.bp.blogspot.com/-GDRlPfkRokM/T3ya1jYKADI/AAAAAAAAAF0/Ye7bYZ9eXRI/s1600/pamplona+241.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="480px" src="http://4.bp.blogspot.com/-GDRlPfkRokM/T3ya1jYKADI/AAAAAAAAAF0/Ye7bYZ9eXRI/s640/pamplona+241.JPG" width="640px" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Aspecto actual de las tumbas de algunos de los<br />
Últimos Doscientos</td></tr>
</tbody></table>
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span><br />
<span style="font-family: Arial;"> Se realizaron los primeros cuidados a todos los heridos. Algunos estaban más graves que otros ya que habían perdido mucha sangre alcanzando el estado de shock, también nervioso como la enfermera ahora relegada de sus funciones. Sería una noche larga para todos.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> Desde lo alto del monte de San Cristobal se oían los disparos de las automáticas en Pamplona,mientras sus destellos eran como luciérnagas que decoraban la noche que se cernía sobre los edificios. Otra vez el caos,otra vez las luchas y los saqueos. Pamplona era una ciudad ingobernable. Las autoridades la habían abandonado ubicando su sede provisionalmente en la localidad cercana de Olite. Hasta allí todavía no había llegado la locura. Se trataba de trabajar en conjunto con el ejército y las policías nacionales y forales. Trabajo arduo ya que muchos habían abandonado sus labores en busca de un destino mejor.Las sectas apocalípticas de varias partes del globo hablaban del "fin del mundo",algunos sectores de la Iglesia opinaban que Dios estaba castigando a la humanidad y que Pamplona era el lugar elegido para el "escarmiento",los científicos hablaban de un mal incurable y progresivo. Pero nadie acertaba a dar una explicación de lo que realmente pasaba y cual sería su solución, si la tenía.Pamplona convertida en Sodoma y Gomorra para la expiación de los pecados.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> Como todas las mañanas desde el Centro de Plagas y Epidemias de San Cristobal se emitía un parte con las investigaciones que se habían llevado a cabo el día anterior. El gobierno en funciones en Olite era el recepctor de aquellos partes y en base a él dictaminaba algunas directrices. Aquel 26 de julio a las ocho horas, la hora habitual,nada se vio ni escuchó. La pantalla gigante que comunicaba con el Centro de Epidemias permanecía a oscuras.Se llamó en repetidas oportunidades y solo hubo silencio de radio.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> Dos vehículos militares más un vehículo médico partieron a las ocho y veinte desde el Centro Médico de la calle Amaya.Bajaron por la Avenida de la Baja Navarra. Dejaron a la izquiera el viejo Colegio de Médicos de Navarra y el Club Amaya y al llegar a la rotonda que va hacia Burlada giraron a toda marcha a la izquierda. Luego un par de giros más. Al llegar a la Ronda Oeste viraron a la izquierda nuevamente y cuando vieron el cartel de Artica a la derecha comenzaron a ascender el monte. Llegaron al portón del Centro de Investigación que inexplicablemente éstaba abierto de par en par. Los vehículos se detienen, a la expectativa.Se bajan del primero media docena de hombres fuertemente armados. De entre los árboles salen unas cuantas figuras que ,con su andar bamboleante y sus gruñidos de perros salvajes se dirigen a los autos. Los soldados disparan al tiempo que más y más sombras aparecen por todos lados. Se abalanzan sobre el auto médico y sacan a sus ocupantes que se defienden como pueden. Los soldados disparando, vaciando sus cartuchos. Muchos caen, pero muchos se levantan. Es la sombra de la muerte la que oscurece aquellos automóviles. Médicos, guardias, enfermeras,todos con las mismas caras,con los mismos rostros desencajados. El silencio de un día de verano interrumpido por cientos de disparos. Pero los inhumanos eran muchos. Muy pronto las armas callaron sus ronquidos. Muy pronto aquellas figuras no humanas se daban un festín imposible de describir,como aves carroñeras hundían sus fauces en todo lo que encontraban. El horror de los cuentos de Poe a pocos pies de altura de Pamplona.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> Ese fue el fin del Centro de Epidemias en San Cristobal. El fin de una pequeña llama de esperanza encendida por aquellos médicos que trabajaban en busca de algo y el principio de una oscuridad que se adueñaría de Pamplona para siempre.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> </span>Ficcionhttp://www.blogger.com/profile/00726924458302960122noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7822333028679606315.post-25825725437793357822012-02-24T14:40:00.100-08:002012-04-13T10:03:30.995-07:00Capitulo Once " A San Fermín venimos...."<span style="color: red; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> " A cane muto et aqua silente cane tibi"</span><br />
<span style="color: red; font-family: Arial;"> Cuidado con el perro que no ladra y con el agua silenciosa.</span><br />
<br />
<br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Tomás se levantó temprano esa mañana. Apoyó su pie derecho en el suelo ( para que el día vaya bien) y se calzó las viejas sandalias de cuero. Miró por entre los barrotes de la ventana y el cielo rojizo del amanecer se asentó en sus ojos.Desayunó junto a los otros en aquellos cuencos de barro y salió rumbo a su taller construido con madera y algunas piedras. Este médico además de curar los males del cuerpo con los pocos elementos que tenía a su alcance también curaba algunos males del alma, especialmente entre los jóvenes que muchas veces se hundían en el abismo de la desesperanza. Muchos de ellos querían abandonar el fortín en busca de nuevos horizontes.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Tiene que haber más gente por ahí fuera-decían.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Si,seguro que hay personas al otro lado-les contestaba - pero fuera es peligroso. Aquí estamos desde hace casi cinco años y no nos ha ido del todo mal,verdad?-les decís.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Del todo mal?,Vivir en esta carcel es no irnos "del todo mal"?-acusaban.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Ya vendrán tiempos mejores-respondía. Siempre amable,tratando de imponer un poco de juicio en esa sinrazón. Los más jóvenes siempre le escuchaban y le tenían en alta estima.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Y así muchas veces,desbaratando planes de fuga y haciendo de su hobby un pasatiempo que lo llevaba bien lejos en sus recuerdos: las bicicletas.Reparaba todas él solo. Las de dentro y las que de vez en cuando algún humano traía de todas las que habían colocado por toda Pamplona.Él mismo les había puesto a cada una de ellas el cartelito que rezaba"en la Ciudadela te estamos esperando". Se suponía que era un mensaje dirigido a los humanos. Aunque a decir verdad desde hacía meses que no venía ninguna del exterior con gente nueva.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Por los caminitos de la Ciudadela algunos estaban en plena actividad. Unos practicando con sus arcos y flechas, otros tirando sus lanzas contra cabezas de trapo a modo de dianas, a modo de inhumanos. Un poco más allá en los hornos de barro, las abuelas de costumbre moldeando el pan que degustaban todos los días. Una pequeña ciudad dentro de otra gran ciudad perdida para siempre y viviendo con los víveres de ésta.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Buenos días, Julia- saludó.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Hola Tomás, que tal vas?-le respondió.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Aquí andamos. La verdad es que no pude pegar un ojo en toda la noche. Esos gritos....</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Si,yo también los escuché, parecían muchos, no?</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Si, muchos- Bueno te dejo, hasta luego-</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Hasta luego, Tomás-</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Y cada cual siguió su camino.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Cerca de su taller vio a Andrea hablando con Merlín. Desde hacía un tiempo ellos querían hacer una batida en busca de más gente o de alguna salida. Una práctica que antes era habitual pero que en los últimos meses se había suspendido por orden de Iñaki.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Tenemos poco espacio y alimentos- era la excusa del jefe.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Estoy segura de que hay más humanos al otro lado- decía Andrea.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Si, yo también pienso así pero el jefe es el jefe y órdenes son órdenes. Bien sabes que no estoy de acuerdo con él en muchas cosas pero tengo que respetar sus decisiones. Fue elegido por la gente.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Lo sé- se lamentó Andrea- pero cuantos hemos encontrado así, treinta?cuarenta? Fuera no tienen escapatoria,aquí al menos... y suspiró profundamente.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Tomás se apuntó a la conversación.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Creo que deberíamos tirar bengalas como antes, desde algún lado nos verán-dijo</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Buena idea, Tomás. Se lo propondré a Iñaki esta tarde.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Tomás llegó hasta su pequeño refugio.Lo estaban esperando.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Hola Tomás, te estábamos esperando . El mayor de tres críos era el que habló.-Tengo una rueda pinchada-. Los chicos de la Ciudadela pocas veces podían hacer de "chicos". Ayudaban en todo lo que les mandaban o podían hacer pero algún que otro día se podían dar el "lujo" de jugar un poquito a ser "niños".</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Pero como no!-exclamó Tomás y con una habilidad fruto se su experiencia dió vuelta la bicicleta y en dos segundos desarmó la rueda.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> - Tomás, Tomás, por qué no nos cuentas cómo te escapaste de los inhumanos esa vez de los toros?- dijo uno.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Pero si ya os lo sabéis de memoria, mejor que yo- respondió Tomás.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Que lo cuente,que lo cuente!!- dijeron a coro los tres.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Está bien chicos, ahí va- dijo complaciente y otra vez volvió a relatar la historia. Era una historia que casi toda la Ciudadela conocía. Cada vez que la contaba le agregaba nuevos datos,verdaderos o inventados, tratando de despertar el interés en los demás.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Bueno-empezó- En las primeras épocas , cuando empezó este problema, este problemilla con los inhumanos- sonrió para sacarle dramatismo a la narración- Yo vivia cerca de la Plaza de Santiago. Un día que no había muchos inhumanos por la calles salí en busca de comida y de bebida. Caminé un poco por allí, después fui hacia Santo Domingo esquivando dos o tres inhumanos que me empezaron a correr. Pero, claro- fanfarroneó un poco- como yo era mucho más rápido pronto los esquivé. Me metí en un bar de cómida rápida cercano al Museo de Navarra para ver si encontraba algo allí dentro. Solo conseguí un par de botellas de gaseosa como máximo botín. Salí de nuevo a la calle y me sorprendió todo lo que ví. Una sorpresa desagradable. Me ví rodeado de repente por mas de veinte inhumanos. Esos seres inmundos me gruñian y estiraban sus garras para cogerme. Esquivé a uno, a otro y a un tercero le dí en la cabeza con un hierro que llevaba de arma.Empecé a correr y correr cuesta abajo. Me seguían de cerca y al llegar abajo de Santo Domingo me doy de frente con otra docena que venían subiendo con su andar cansino, arrastrando sus piernas, arqueando sus cuerpos desfigurados por la muerte. Eran muchos contra mí solo y entonces desde una ventana escuché la voz de una mujer que me gritaba " salta dentro del corral, salta". Yo apenas pude ver quien me gritaba pero ese grito me salvó la vida. Como pude me subí al viejo portón de madera al tiempo que le volaba algunos dientes podridos a un inhumano de una patada. Después me trepé hasta donde antes lanzaban el cohete. Lo que ví dentro me aterrorizó aún más. Allí los últimos seis toros de un encierro que jamás se corrió, flacos, famélicos-</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Que es famélico?- preguntó uno de los niños.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Muerto de hambre- contestó otro con aire de suficiencia.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Bueno, estos toros- prosiguió Tomás- me miraban con cara de pocos amigos. Calculad que estaba allí desde hacía unos cuantos días, casi sin comida ni agua y entonces pensé en que tenía ganas de ver un encierro privado. Levanté como pude la traba que separaba la vida de la muerte y algunos inhumanos se metieron dentro del corral. Lo que pasó fue como en esas películas mudas de risa. Los toros aún débiles se abalanzaban sobre los inhumanos, les hundían sus cuernos en el abdomen, en sus piernas, los atropellaban como locomotoras descarriladas pero se levantaban de nuevo e iban contra ellos. Los animales arremetían contra ellos, los levantaban por el aire. Uno de estos astados acorraló a un inhumano contra la pared. El inhumano no sabía que hacer, se cogía de un cuerno, se caía, se levantaba, era incrustado de nuevo contra la pared. Los demás corrían igual suerte, parecía una escena de bolos. Los únicos que no se levantaban eran los que eran atravesados en la cabeza.Y así pude escaparme, viendo esa lucha increible entre inhumanos y toros- concluyó Tomás</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Que historia mas guay- dijo el mayor de los chicos</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Así es, chicos- dijo Tomás -y aquí está la bicicleta arreglada. Le dió la vuelta y se la entregó a los chicos que se fueron al exterior del taller.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> Nadie a ciencia cierta sabía si esa historia era cierta o no, pero ya pertenecía al folclore de la Ciudadela y los chicos eran los que más disfrutaban con ella.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> -Tomás,Tomás,rápido! gritó Merlín- tenemos un herido.</span><br />
<span style="font-family: Arial;">El médico-bicicletero se lavó rápidamente las manos y salió al encuentro de Merlín. Las bicicletas y los recuerdos podían esperar.</span><br />
<br />
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<br />
<br />Ficcionhttp://www.blogger.com/profile/00726924458302960122noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7822333028679606315.post-50440893156328545622012-02-18T07:39:00.001-08:002012-04-13T10:00:29.298-07:00Capitulo Diez "Mala digestión"<span style="color: red; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> "Ab insomne non custita dracone"</span><br />
<span style="color: red; font-family: Arial;"> Para vigilar el dragón debe permanecer insomne"</span><br />
<br />
<br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> 21:00 horas. Comedor de la Ciudadela.</span><br />
<br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Los recién llegados eran el centro de atención. Nadie en el fortín creía que fuera de sus límites hubiera vida. Pero se equivocaron. A la hora de la cena se hacían turnos de 50 personas. Los demás vigilaban las entradas,hacían las fogatas para ahuyentar los insectos,entretenían a los niños con cuentos o preparaban las incómodas camas para dormir.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> En una de aquellas mesas Inaki hablaba con los recién llegados...</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">-Y cuéntame un poco cómo hicieron para llegar hasta aquí-</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">-Bueno-respondió Jota Jota-No fue nada fácil-Nosotros vivíamos en la calle Amaya, casi en el cruce con Iturralde y Suit cuando empezó esto. Al principio,cuando veíamos que las cosas iban a peor nos fuimos de allí a un lugar un poco más alejado,cerca de Estella. Estuvimos cerca de un año en casa de unos parientes pero cuando éstos murieron y ante la escasez de alimentos decidimos regresar aquí. Asi que en un par de caballos que merodeaban por la zona vinimos de nuevo para Pamplona ya que acá teníamos el único refugio posible: nuestra casa. Pero nos equivocamos. Nuestro hogar estaba destruido producto de las luchas del ejército contra los inhumanos y de repente nos encontramos sin víveres, sin casa, sin nada. Recorrimos las casas vecinas en busca de alimentos y pudimos hacernos con una pequeña reserva. Mi mujer por aquella época había dado a luz y nuestra situación era terrible.Nos encontramos con un grupo de supervivientes que vivían en el Monumento a los Caídos. Estaban bastante organizados,eran cerca de una docena.Tratábamos de no llamar la atención de los inhumanos. Tuvimos varias peleas con ellos y varios cayeron allí. Al final quedamos solo siete. Un moribundo que nos encontramos hace unos meses nos dijo que en la Ciudadela vivía gente. Entonces decidimos salir en vuestra búsqueda. Los otros tres salieron hace una semana. Prometieron que en cuanto llegaran aquí vendrían a por nosotros. Pero no fue así. Sin alimentos, casi sin agua,estábamos desesperados. Anoche tomamos la decisión. Saldríamos a la mañana siguiente-concluyó</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Merlín, el segundo,preguntó:-Y dinos como está la situación por alli?,Hay muchos inhumanos?</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Muchos es poco-aseguró Jota Jota.- Desde un hueco que habíamos abierto en el Monumento los veíamos. A veces se agolpaban de a cientos. Ocupaban toda la Plaza Conde Rodezno. Si uno miraba para Carlos III solo se veían inhumanos. Caminando, con su andar bamboleante,ensangrentados,peleando contra perros salvajes,con sus caras desfiguradas. Desde nuestro escondite sentíamos un miedo terrible.-terminó.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Y como hacían para abastecerse-preguntó el viejo de la Chantrea.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Teníamos sobre todo latas, agua mineral. De vez en cuando salíamos a buscar algo de comida por allí,pero se nos fue agotando. Muchas veces caminábamos entre ellos haciéndonos pasar por inhumanos hasta que se daban cuenta, ya que los nervios nos traicionaban. Y entonces corríamos, y corríamos más. Nos seguían como locos,como demonios enfurecidos. Algunos caían. Recuerdo a Miguel y su mujer Ana. Un día,en una de estas incursiones pudieron llegar hasta el aparcamiento de Blanca de Navarra y sacar uno de los autos allí abandonados.En ese auto iban ellos y Mauricio uno de los que manejaba el refugio. Dieron una vuelta en busca de comida.Llegaron hasta el hiper que estaba cerca del canal Seis, frente al Diario. Todavía allí se podía conseguir algo de agua y algún alimento no caducado. Aunque eso era lo de menos. Tuvieron que lidiar con varios inhumanos que allí se encontraron. Lamentablemente Ana fue alcanzada por los caníbales. Su cuerpo en el suelo desparramado entre aquellos seres. Miguel quiso defenderla pero todo fue en vano. Era tarde. Subieron al auto rápidamente con el escaso botín y cogieron rumbo al Monumento.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Que horrible-dijo Julia-Que pasó con ellos?preguntó.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Miguel no pudo soportarlo y a la semana se pegó un tiro.-En cuanto a Mauricio-hizo una pausa-era uno de los que salieron hace una semana. Nada supimos ya de él.</span><br />
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<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a href="http://3.bp.blogspot.com/-AAdfBIPJ630/Tz08IkAhhTI/AAAAAAAAAFQ/MvrewNsx_Fs/s1600/IMG_2028.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: auto; margin-right: auto;"><img border="0" height="240px" src="http://3.bp.blogspot.com/-AAdfBIPJ630/Tz08IkAhhTI/AAAAAAAAAFQ/MvrewNsx_Fs/s320/IMG_2028.JPG" width="320px" yda="true" /></a></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Uno de los puestos de bicicletas ubicado en la Plaza del Castillo<br />
Había una docena en diferentes lugares de Pamplona</td></tr>
</tbody></table>
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Creo que me voy a ir a descansar-dijo Fernando, el hermano de Jota Jota. Estoy cansado y no me siento muy bien. Debe ser la comida. Hacía rato que no comíamos algo tan rico como estos pollos,si me disculpan-y hacíendo un gesto con la mano a todos dijo un " buenas noches" y se retiró. Ya tenía asignada su cama en el pabellón,la ciento doce.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Los primeros cincuenta se retiraron para dejar paso a los siguientes. Inaki saludó y se retiró a dar la vuelta por los puestos de control como hacía todas las noches. Una rutina que cumplía a rajatabla.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Todo tranquilo?-preguntó a uno de los vigías.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Sí Inaki-le respondió desde lo alto-Aunque los notó algo alterados. Se están juntando muchos allí en la esquina.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Debe haber algún animal por ahí-Bueno-estad atentos, buenas noches-mañana será otro día.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Buenas noches- y volviéndo la cabeza hacia la Avenida del Ejército continuó su guardia.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> El silencio se adueño del fortín.Las familias que tenían sus aposentos separados se despedían. Se redoblaba la vigilancia. Los que manejaban en ese momento la defensa recorrían todas las puertas de acceso comprobando que estuvieran bien cerradas y con guardias. Esa vieja Ciudadela, refugio de los Últimos Doscientos,se oscurecia otra noche más. Los generadores se apagaron y se hizo el silencio absoluto. Como siempre,alguna rata o algún animal doméstico era motivo de pelea entre los inhumanos.-Problema de ellos-pensaba uno de los vigías.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Iñaki se acostó. Su habitación separada de la de los demás era un museo de Osasuna Nadie sabía como había hecho para juntar todos esos recortes de diarios,camisetas y algún balón.Muchas veces pasaba las noches sin dormir y entonces era cuando recordaba sus viejas épocas de jugador.Se acordó cuando un invierno frío,uno de los más fríos que había vivido desde las tribunas de su club, su Osasuna querido le había ganado al Barcelona super campéon. Que noche más emocionante!Tres a dos!Pero que frio que hacia!No alcanzaban ni las mantas,ni el pacharán que se habia tomado.Los dedos congelados,pero una satisfacción grandiosa. El viejo estadio del Reino de Navarra jamás volvió a vibrar como lo hizo aquella noche. Qué lejos había quedado eso! ¿Dónde habrían terminado los de su cuadrilla? ¿Alguno se habría salvado?</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Un grito rompió sus recuerdos. Era uno de esos gritos de terror que presagiaba algo malo. Un grito desde adentro del alma fruto de la desesperación. Cogió su arma y salió corriendo en dirección a aquel tumulto. Era en uno de los pabellones para dormir. Una luz que se enciende. Más gritos, carreras... Desde el Pabellón número Dos una pareja sale corriendo.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Auxilio,auxilio-gritaron.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Iñaki entró al recinto al tiempo que lo hacían dos o tres de sus centinelas armados con sus arcos. Que podría estar pasando? Lo que vieron los lleno de pánico. Allí, entre unas sábanas ensangrentadas alguién se debatía entre la vida y la muerte. Encima de él,con unos ojos poseídos por el mal estaba Fernando, uno de los recién llegados. Entre sus manos, aquel pobre hombre que tuvo la mala suerte de ocupar la cama número ciento once y que ahora yacía medio muerto. </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Iñaki no vaciló. Apuntó su arma y disparó. Fernando o lo que había quedado de él cayó al suelo alcanzado en su cabeza. Corrieron hasta Félix. Era uno de los cocineros del fortín. Apenas tenía un hilo de vida. Merlín le cogió entre sus brazos y le levantó la cabeza. Entonces Félix miró vagamente a Iñaki, respiró profundamente y pasó a mejor vida. Nadie de los presentes lo podía creer. Era la primera vez en tres años que algo así sucedía dentro de la Ciudadela. Los sanitarios retiraron el cuerpo de la infortunada víctima. Los generadores volvieron a encenderse. Era el protocolo que debía utilizarse en caso de algún ataque por la noche. No había sido la "buena comida" como dijo Fernando. Seguramente en su lucha contra los inhumanos alguno le había transmitido el mal. Ese mal que se despertó cuando precisamente casi todos estaban dormidos. Una víctima más entre sus moradores y que seguro no sería la última.</span><br />
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<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> </span>Ficcionhttp://www.blogger.com/profile/00726924458302960122noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7822333028679606315.post-25157941186420727492012-02-11T08:16:00.001-08:002012-04-13T11:36:56.231-07:00Capitulo Nueve " Recién llegados"<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> <span style="color: red;">"Si bene commemini, causae sunt quinque bibendi: hospitis adventus,praecens sitis, atque futura, aut vini bonitas, aut quaelibet altera causa"</span></span><br />
<span style="color: red; font-family: Arial;"> Si mal no recuerdo, son cinco los motivos para beber: la llegada de un amigo, la sed del momento, o la futura, la bondad del vino o cualquier otra cosa.</span><br />
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<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> El vigía de turno estaba atento. Desde su puesto de control en la entrada principal de la Ciudadela observaba todo cuanto estaba a su alcance. Con sus prismáticos alcanzaba a ver hasta la rotonda de la Avenida de Carlos III y para el otro lado hasta el Parque de la Taconera. Todo normal. Si uno se abstraía y observaba el cielo azul de Pamplona , el canto de algunos pájaros al amanecer se podía imaginar que nada de lo que se estaba viviendo era real. Ahora si uno bajaba la cabeza hacia la Avenida Del Ejército volvía de golpe a esa visión del mundo traída desde el fondo del horror. Cientos de inhumanos peleándose por un trozo de cerdo recién muerto, alguna ardilla o algún caballo salvaje era la vista habitual de los últimos años. No siempre fue así por supuesto. Esa avenida era el paso obligado para llegar al centro de Pamplona si uno venía desde San Juan, Iturrama, Ermitagaña, Mendebaldea y los demás barrios que formaban la urbe. Esa misma avenida que se cortaba al tránsito cuando miles de personas acudían para ver los fuegos artificiales de San Fermín. Ahora casi lo único artificial que había era esa vida confinada a los muros de la Ciudadela.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> - Atencíón,atención-dijo el vigía ubicado en el Baluarte. Aquella construcción dedicada a la cultura en Pamplona-Creo que viene alguien-pronunció.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Aquí vigía de la Ciudadela-respondió el otro-Por favor,repetir información-</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Aquí Baluarte- dijo el otro-Ubicación 15 horas,posibles humanos en dirección Ciudadela-</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> El vigía de la entrada principal apuntó con sus prismáticos la rotonda de Merindades. Observó detenidamente. No divisaba nada. Bueno,si. Vió como la especie humana se había ido por donde había venido y solo era un puñado de hombres que la mantenían con existencia. Una existencia humana y normal. Nada de nada. De repente detrás de una furgoneta oxidada vió aquel desplazamiento medido. No había dudas; se trataba de humanos!. Humanos!. Los últimos en llegar a la Ciudadela ya tenían un año allí. Todavía había vida allí afuera!.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Cogió rápidamente el walkie y llamó al Jefe.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">-Iñaki, me recibe?-</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">-Iñaki al aparato-se oyó del otro lado.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">-Tenemos visitantes en apuros-comentó el vigía-</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">-Llama rápidamente al Cuerpo de Centinelas-ordenó.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">El vigía obedeció. Accionó la alarma que comunicaba con el Cuerpo de Centinelas,esa fuerza especial creada por Iñaki para la protección de los muros. En dos minutos ya estaban listos.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">-A su posiciones-ordenó el segundo de la Ciudadela,Merlín. Este apodo se debía a que era un aficionado a la magia. Pasaba largos ratos practicando frente al espejo trucos con cartas para luego distraer a sus más cercanos.Algo había que hacer encerrado entre esas cuatro grandes paredes.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Media docena de centinelas ya estaban en sus posiciones. La escasez de armas había hecho que se volviera a viejas técnicas de combate y la confección de armas ya obsoletas pero que en los tiempos actuales eran de gran utilidad. Apostados en lo alto de aquellos muros tensaban sus arcos para enfrentar al enemigo. Los inhumanos deambulando sin sentido. Varias decenas se agolpaban frente a la entrada principal. Otros yacían en el suelo, se arrastraban como insectos,se chocaban,se levantaban. Sus caras desfiguradas por los golpes,el hambre y las infecciones eran una pequeña muestra de la inmundicia humana. Otros,con extremidades mutiladas eran lejanos vestigios de lo que alguna vez fuera un humano.Las esquinas de la avenida de Pio XII con la Avenida del Ejército y ésta con Yanguas y Miranda estaban bloquedas con vehículos para hacer más dificultoso el avance inhumano. Claro,se habían puesto cuando todavía se podía salir de la Ciudadela. Ahora era tal la plaga de inhumanos que era imposible hacerlo. Solo se salía para lo indispensable y solo el vigía del Baluarte podía hacerlo a través de una tirolina que lo comunicaba con la terraza de ese lugar. Así y todo los inhumanos pasaban. Es increíble lo que la especie humana aún reducida a tal podedumbre puede hacer para buscar comida. Así fue siempre y así lo será. También sobre la calle había numerosos cuerpos en descomposición,humanos o inhumanos producto de viejas batallas y a los que no se les pudo dar sepultura. Los centinelas observaban atentos.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Y no ,el vigía no se equivocaba.Entre los autos sigilosamente avanzaban. Eran dos hombres ,una mujer y un niño. Corrían,se agachaban,se levantaban nuevamente y se echaban a correr.El espanto se les veía en el rostro, sus gestos desencajados,el terror.En su carrera de vez en cuando se les cruzaba algún inhumano y los hombres revoleaban sus mazas y hachas y los volteaban. Solo dejaban de existir si se les daba un golpe en la cabeza . Y bien dado.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Pero claro, estos golpes sumado a los gritos de la mujer y el llanto del niño atraía a más inhumanos.Justo eso era lo que estaba pasando.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Rápido,tirad la bengala-gritó Merlín.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Un silbido y una estela en el cielo. Una pequeña explosión en el cielo. Todo para llamar su atención.Los nuevos la vieron y corrieron hacia la Ciudadela. Decenas de inhumanos los seguían. El niño en brazos de uno de los hombres. La mujer que blandía su hacha cortando extremidades. Los separaban apenas cien metros.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> - No llegarán-dijo Merlín afligido y cogiendo su walkie llamó a Inaki.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Inaki,tendremos que salir a buscarlos-</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Ya estoy aquí-contestó secamente ,como siempre. Hombre de poca carisma pero de mucho carácter . Como el que destilaba cuando despejaba balones en Osasuna.Llegó hasta su cuerpo de elite en lo alto de la Ciudadela.Y entonces los vió.Pelendo codo con codo,debatiéndose entre la vida y la muerte. La muerte les plantaba cara. Y en esa cara la expresión del mal.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Preparad los vehículos,salimos!-ordenó Iñaki.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> El dsipositivo de rescate se puso en marcha. Los conductores que se suben a las máquinas,se encierran en ellas.Los centinelas apostados en los torreones apuntado con sus flechas. Y empieza la función.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Que empiece la música -gritó uno de ellos. Y una lluvia de flechas incendiarias que se incrustan en las cabezas de los inhumanos del portón de entrada.Caen una docena en los primeros dos minutos.El portón que se abre. Las dos máquinas que salen con sus armas afiladas,clavándose en más cuerpos y pasando por encima de otros.Los que abrieron el portón lo cierran de golpe evitando la entrada de inhumanos.Alguna vez alguno se había colado dentro pero pronto fue reducido por la fuerza defensiva.Las dos máquinas tocando las bocinas llamando la atención de los visitantes que corren hacia ellos.Los centinelas desde la torre vaciaban sus bolsas de flechas. Los inhumanos caían como moscas,incapaces de esquivarlas,cayendo como moscas.Uno de los hombres se sube en la parte de atrás de una de las máquinas,la mujer levanta al niño y se lo entrega.Se sube a la otra máquina y el hombre tropieza cuando quiere hacer lo mismo.Lucha contra tres inhumanos y su lanza se incrusta en el craneo de uno de ellos.Cae al suelo, se abalanzan sobre él.Se levanta rápidamente y corre. Desde uno de los aparatos el otro hombre levanta su hacha y mata al más próximo.El perseguido trepa a una de las uñas del toro mecánico y los vehículos avanzan a la Ciudadela. La flechas caen y caen,unos cuantos menos.Las uñas, como un ariete van cortando en dos a los inhumanos y el hombre en lo alto de la máquina apenas puede sostenerse.El vehículo salta sobre cuerpos y hace que el hombre caiga al suelo. Se levanta a duras penas y corre.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Abrid la puerta-gritó Inaki.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Rápido,rápido-siguió Merlín.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">El portón se abrió y entran los dos vehículos. Junto a ellos se introducen cuatro o cinco inhumanos que detienen su marcha y muestran sus dientes. Uno de los defensores clava su estaca por la espalda en la cabeza de uno de ellos que cae fulminado. Julia arroja una de sus hachas y voltea a otro. Desde el torreón una andanada de flechas cae como lluvia sobre ellos. La batalla termina.Vuelve la calma.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Inaki y Merlín se cuadran delante de los visitantes. Los dos hombres, la mujer y el niño que no para de llorar.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Soy Iñaki-el jefe de este fortín-se presentó-y éste es mi segundo, Merlín. Bienvenidos.-terminó.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Gracias-dijo el mayor, todavía agitado.- Soy José Joaquín , pero todos me llaman Jota Jota y este es mi hermano Fernando, ella es mi mujer Matilde y mi hijo Pablo.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Julia-habló Iñaki-Lleva a Matilde y su niño al comedor con los demás niños,que le den algo de comer. Ella asintió y se los llevó.Una nueva vida comenzaba para todos ellos. Bueno, para todos no.</span><br />
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><img border="0" height="240px" sda="true" src="http://3.bp.blogspot.com/-TE6-kqIQA-o/TzLlmTftzQI/AAAAAAAAAFE/RhyaOZWG1mk/s320/IMG_2031.JPG" style="margin-left: auto; margin-right: auto;" width="320px" /></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;">Desde la entrada principal de la Ciudadela se controlaba<br />
toda la Avenida Del Ejército</td></tr>
</tbody></table>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://3.bp.blogspot.com/-TE6-kqIQA-o/TzLlmTftzQI/AAAAAAAAAFE/RhyaOZWG1mk/s1600/IMG_2031.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"></span></a></div>
<span style="font-family: Arial;"> </span>Ficcionhttp://www.blogger.com/profile/00726924458302960122noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7822333028679606315.post-73189072417362209542012-02-01T14:35:00.001-08:002012-06-23T16:28:10.034-07:00Capitulo Ocho "Pamplona en llamas" <span style="color: red; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">"Ardet nec consumitur"</span><br />
<span style="color: red; font-family: Arial;"> Quemada pero no destruida.</span><br />
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<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> El viejo del Paseo Sarasate (Paseo Valencia,como le gustaba decir) dobló el papel y se lo devolvió al australiano. No me digas que tú fuiste uno de los que se salvó de aquel desastre-dijo.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Si-contestó con pesar el extranjero y se quedó en silencio.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span><br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="http://1.bp.blogspot.com/-z5tO5-7mmaE/Tym4_UPv0FI/AAAAAAAAAE4/vbgWFzUrVHY/s1600/newspaper.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320px" sda="true" src="http://1.bp.blogspot.com/-z5tO5-7mmaE/Tym4_UPv0FI/AAAAAAAAAE4/vbgWFzUrVHY/s320/newspaper.jpg" width="257px" /></a></div>
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<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Jueves 12 de julio 2012</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">El aeropuerto de Pamplona,en Noaín era un mundo de gente. En el hall recién reformado no cabía un alma. Cientos de personas apiñadas frente a las carteleras electrónicas miraban la hora de sus vuelos.La entrada al aeropuerto estaba militarizada por los últimos desmanes. Después de haberse suspendido las fiestas y ante la poca información que brindaban las autoridades el grueso de los visitantes había abandonado la ciudad aunque muchos todavía estaban allí.En el aeropuerto. La entrada al aeropuerto estaba muy controlada. Nadie sin billete podía acceder a él. Así y todo era un descontrol. Luego de establecerse la cuarentena en la ciudad solo se permitía salir de ella a través del aeropuerto siempre y cuando los ciudadanos no presentaran ningún síntoma de nada.Los controles médicos eran muy rigurosos,cualquier atisbo de fiebre,sarpullido,dolor de cabeza ,malestar en general hacía que aquel individuo no viajara.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Una voz de chica del tiempo se oyó en el altavoz: </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">"Atención damas y caballeros. AirPlanet anuncia que la salida del vuelo 3126 rumbo a Madrid se producirá en treinta minutos. Por favor acercarse a la puerta 2 urgentemente para agilizar el embarque y no tener más demoras.Gracias".</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Muchos pasajeros corrieron hasta la cinta de las maletas y se colocaron desordenadamente en la fila.El personal de aeropuerto y el ejército trabajaban afanosamente. Durante el día más de treinta aviones habían despegado,algo inusual para aquel pequeño aeropuerto del norte de España. Aquellos "de fuera de Pamplona" que vinieron a pasar sus " sanfermines" huían de la ciudad.Vuelos hacia Madrid,Valencia,Barcelona. Cualquier lugar era bueno para olvidarse de aquellas fiestas,de aquellas muertes inexplicables, de aquella epidemia de no se sabe qué enfermedad. Serían las últimas fiestas.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Los sanitarios de la entrada detectan alguien sospechoso. Una mujer mayor, de aproximadamente 65 años, de rasgos nórdicos y mirada extraña. Lleva varias horas esperando salir. Esa espera fue lo que la delató. Se resiste. Comienza el forcejeo. Cae al suelo. La levantan y ante la mirada atónita de los demás saca sus dientes y los hunde en el primer oficial que tiene la mala suerte de cruzarse en su camino. Sus dientes no se despegan del cuello y la sangre chorrea de su boca. Parece un animal acorralado. Mueve de derecha a izquierda su cabeza tratando de arrancar algún trozo de carne fresca. Y lo logra.Los militares alertados por los gritos corren. Se abalanzan sobre ella. Se revuelcan en el suelo. Dueña de una fuerza impropia de una persona de su edad empuja a uno de ellos y otro, nervioso hizo lo que no debía. O lo que debía, quien lo sabe. El disparo le dió de lleno en el pecho. La mujer cayó al lado del sanitario.Se abalanzó nuevamente sobre él a recuperar parte del botín perdido por el disparo. Mordía donde podía y los gritos de horror de este enfermero retumbaban en todo Noaín.Otro disparo. La bala le atravesó la cabeza y esta vez no hubo réplica.Había muerto.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Los televisores del aeropuerto daban las noticias que podían escapar a la mordaza de la férrea censura impuesta por las autoridades.La manipulación que siempre se hace desde las esferas oficiales cuando no se puede o no se quiere decir la verdad. Desde el Centro de Epidemias del cerro San Cristóbal no se acertaba a dar con el virus mortal Y eso que muestras no le faltaban. Muchos cuerpos yacían en sus morgues a la espera de que alguno de ellos diera una clave, una pista para determinar su origen.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> John Wilkes ,de Australia era uno de esos pasajeros. Mostró su pasaporte y pasó por el detector de metales. Poco llevaba encima. Su gastada ropa de viaje y apenas un bolso de mano.Sabía un poco de castellano aprendido en su país.Este viaje lo tenía preparado muy bien, que hacer,donde ir, donde dormir,amigos conocidos en internet,la fuente de Navarrería donde podía dar el salto de la muerte,toros,juerga y más juergas.Sus otros colegas de viaje estaban desaparecidos. Los había visto un par de días antes cerca de la Catedral ,pero no sabía nada de ellos.Ya los vería en otro lugar. Ahora lo que le importaba era salir de allí. Y rápido.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> El avión abrió sus puertas. Los oficiales indicaba el camino. Sus armas amedrentaban un poco.Tenía el asiento 7b. Le hicieron dejar su bolso al pie de la escalinata,con su comprobante en la boca subió las escaleras.Entró al pájaro de fuego.Se sentó y esperó.A su lado una muchacha de rasgos indígenas. El avión que arranca su motor y las azafatas apurando a los rezagados. De pronto la máquina que se bambolea para adelante,una sacudida fuerte. Varios pasajeros desprevenidos se cayeron al suelo. Delante de él vió como una chica se le doblaba las piernas y caía.Algún pequeño bolso que golpeó alguna cabeza y caían al pasillo. Recobrada la calma,los pasajeros se tranquilizaron. Que había podido pasar?Sin quererlo el piloto había oprimido un mando antes de tiempo?Nadie se lo preguntó. Ni los pasajeros, ni las azafatas,ni los militares a pie del avión. Quizás si lo hubieran hecho....</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> "Atención damas y caballeros"-anunció la voz del capitán."Mi nombre es Manuel Quiroga y en pocos minutos despegaremos rumbo a Madrid-concluyó. Fin del mensaje.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Las puertas se cerraron y las turbinas se oyeron más fuerte al hacer notar su silbido. Al aeropuerto seguían llegando autobuses atestados de gente. Muchos no podía seguir viaje y los desmanes con el ejército se sucedían.De vez en cuando un disparo intimidatorio ponía las cosas en su lugar. Por poco tiempo.El avión que comienza a carretear por la pista.Adquiere velocidad. Los pasajeros sienten ese cosquilleo en el estómago y las pocas luces que todavía permanecen encendidas se divisan desde el aire.Luego lo que ya conocemos. El avión que da un giro violento,el micrófono de la cabina encendido dejar escarpar una lucha. La puerta que se abre y esa persona,vestida de aviador que irrumpe ensangrentada por el pasillo. Sus ojos no humanos despedían fuego,sus gruñidos horror.Una pasajera que grita y otros,policías de paisano se abalanzan contra él.El pasaje que se descontrola y el aparato también. Pierde altura,gritos,golpes. Cae en picado sobre Pamplona.Solo se elevó trescientos metros y aquel soñado cielo se veía más lejos. Un estruendo terrible y ese avión destino Madrid que causa la tragedia en Pamplona.Miles de fragmentos que se esparcen por el barrio de Iturrama. Llamas,caos. Gritos de socorro,hierros retorcidos entre cuerpos quemados. Un pedazo de ciudad convertido en cementerio. Una tragedia se sumaba a la otra.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span><br />
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><a 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<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">El avión que se estrelló en el barrio de Iturrama</span></td></tr>
</tbody></table>
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> John Wilkes,el australiano de los "Últimos Doscientos",salvó su vida.Malherido pudo salvar varias vidas hasta que cayó rendido entre los hierros. Pasó varios días en el hospital. A sus manos llegó el periódico local ,recortó esa noticia, y la guardó. Era como su partida de nacimiento y desde ese día la llevaba consigo.Ese pedazo viejo de periódico era el que le había extendido al viejo de Sarasate.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Así que fuiste uno de los pocos que se salvaron-preguntó el viejo.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Si,yo ser uno de los pocos afortunados-respondió el australiano que todavía no dominaba bien el castellano.-Después de dos o tres días en el hospital me dejaron ir y nunca más me fui-se lamentó</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Afuera del recinto amurallado se oían gruñidos de los inhumanos.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Ahí están de nuevo-dijo Andrea-Siempre esperando. Saben que tarde o temprano entrarán aquí.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -No lo permitiremos -dijo la señora del Sarasate-Todavía somo muchos aquí adentro-</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Si, contestó Andrea,muchos con poca comida. Tarde o temprano tendremos que irnos a otro lado-termino.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Vamos australiano-gritó el viejo de la Chantrea para romper un poco esa conversación-toca la armónica!Vamos!-animó.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> El australiano sacó su armónica del bolsillo y empezó a tocar. Ese sonido dulce y melodioso parecía sacado de otra época, de otro mundo.Tocaba bajo para no molestar a los que ya a esa hora se habían acostado. Algunos inhumanos alertados por ese sonido se agruparon contra una de las pesadas puertas de entrada. Golpeando, gruñendo, aullando. Empujando sus inmundos cuerpos, sus cabezas lastimadas,su olor a podrido y sus piernas y brazos rotos.El viento esparcía el sonido por aquella ciudad en ruinas Mientras tanto en la esquina de la Avenida del Ejército y Pio XII un cerdo que tuvo la mala suerte de tropezarse con varios inhumanos se debatía entre la vida y la muerte.El gruñido de esta inmundicia andante tapó el sonido agradable y melodioso de la armónica.La noche cerró su telón sobre la cabeza de los Últimos Doscientos de la Ciudadela". Fuera nadie descansaba.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span><br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span></div>Ficcionhttp://www.blogger.com/profile/00726924458302960122noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7822333028679606315.post-37585479157504680862012-01-26T13:33:00.000-08:002012-02-11T08:17:55.968-08:00Capitulo Siete:" Un tiempo de otro tiempo"<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"></span><br />
<a name='more'></a> Pamplona.Año del señor del 1610.<br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">El martilleo era constante. Los herreros trabajaban el metal que formaría parte de aquella defensa. Los maestros constructores organizaban a sus obreros y los distribuían por las dependencias. Muchas cosas para hacer. Las carretas con piedras del antiguo Castillo de Fernando el Católico entraban a la Ciudadela no sin gran trabajo. Los bueyes arrastraban su pesada carga por el lozadal en que se habían convertido las estrechas calles de Pamplona después de las últimas lluvias. El sol picaba en la espalda de los siervos que transportaban maderas sobre sus cuerpos llagados. Fuera de la fortificación algunos curiosos se asomaban,varios niños correteaban y se tiraban piedras. Otros más adolescentes trepaban encima de toneles de madera y los hacían rodar. De vez en cuando esos toneles eran los que les pasaban por encima.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Vamos, vamos, deprisa!-Sois una cuadrilla de haraganes!-gritaba enérgicamente uno de los constructores a sus obreros.Los carros apenas avanzaban. Por más que gritara aquellos bueyes no daban más de si. Su carga repetida varias veces al día habían mermado sus fuerzas..</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"></span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> La fortificación fue ordenada por Felipe II en 1571. Varios años después todavía no estaba concluída y la paciencia se iba agotando.El martilleo constante contra las piedras para moldearlas o contra el metal para fraguarlo se había convertido en algo cotidiano y los oídos eran inmunes a él. Las carretas entraron por la puerta principal mientras los gritos del constructor herían más que el martillo.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Moveos,moveos-seguía- Que así nos va a coger el día del juicio final !. No quisiera estar entre vosotros cuando la Trompeta de San Gabriel llame a los muertos para que abandonen sus tumbas para el Juicio!-gritaba.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Los bloques de piedra se amontonaban aquí y allá, por todos lados de forma irregular.Los carpinteros trabajaban en sus bancos apresurando la marcha. Otros niños corrían dentro de la construcción a pesar de estar prohibido. Muchos de sus padres trabajaban allí. Unas pocas mujeres traían escasa comida a sus maridos, trabajadores,a esa hora del día que éstos sin parar de trabajar comían de buen grado.Con poco se contentaban.De pronto un grito se escuchó por encima de los demás gritos. Un obrero cayó desde su andamio y estrello su cuerpo contra el suelo. Un borbotón de sangre empezó a manar de su cabeza. Fueron a socorrerlo pero era tarde.No hay socorro que valga.Otra muerte más dentro de aquellos pesados muros.. El ingeniero de la Ciudadela,Antonelli,informó a Felipe II en 1569 de que "Pamplona es ahora más frontera que metrópoli y que tendría que tener una fortificación fuerte para defenderse del peligro tanto de fuera como de dentro.Y con ese criterio se construyó. Lo que jamás pudo imaginarse Felipe II es que varias centurias más tarde aquella Ciudadela se convertiría en el reducto final de los supervivientes de Pamplona.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> - Así que un cerdo a la rastra,no?-dijo severo Iñaki, el jefe de la Ciudadela.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Carlos y Matías no alcanzaron a responder. Con sus cabezas mirando el viejo suelo de Pamplona solo escucharon los botines de su jefe alejándose. Iñaki mostraba su carácter enérgico como cuando era jugador del Osasuna. Su puesto de jefe lo había heredado de Fernando, el anterior mandamás de la Ciudadela alcanzado por un mordisco en la "Batalla de la Plaza de la Cruz",como se recordaba.En un acto de generosidad prefirió suicidarse antes de que se convirtiera en un peligro ambulante.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Carlos y Matías se dirigieron al Polvorín,el lugar de la Ciudadela que se utilizaba para almacenar las pocas armas que había y además donde se reparaban las máquinas y demás utensilios de combate.Habían quedado con Julia, la experta en afilado de hachas y una exigua espadachina. Más de un inhumano sintió( si es que podían sentir) como la afilada katana de Julia le seccionaba la cabeza inmunda. Dentro de la Ciudadela existían otros edificios. Además del Polvorín mencionado estaba la Sala de Armas y el Almacén de Mixtos.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Los supervivientes también construyeron otros rudimentarios espacios para vivir con sus familias, los que todavía tenían. </span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Saludaron al vigía de la Torre Sur y entraron al Almacén de Mixtos.Allí estaba Julia,con sus gafas protectoras y su melena a la francesa.Delgada, alta y dueña de una sonrisa contagiosa, 24 años.Callada,trabajadora y con un sueño no cumplido:ser periodista.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Hola Julia!-saludó Matías.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Que tal están?-les contestó Julia,sacándose sus gafas.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Bien-respondió Carlos-con unos cuantas broncas más encima-señaló.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Julia extendió la mano y dijo -Dame tu hacha Matías-</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">La afiladora comenzó a dar vueltas movida por el pedal que Julia apretaba con su pie derecho. Las chispas comenzaron a saltar y el acero reluciente comenzaba a tomar vida nuevamente. Vida para salvar vidas.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br />
</span><br />
<div style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br />
</span></div><div class="separator" style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; clear: both; text-align: center;"><a href="http://www.google.es/imgres?imgurl=http://static.noticiasdenavarra.com/images/2011/02/24/ciudadelnadd_3.jpg&imgrefurl=http://www.noticiasdenavarra.com/index.php/servicios/hemeroteca/%3Fshow%3Dall%26archiveDate%3D2011/02/24&usg=__nw7mrjCsFmjNPp9be4Ol7nmo2LE=&h=297&w=297&sz=37&hl=es&start=50&zoom=1&tbnid=pVvqGlsj5UPwIM:&tbnh=116&tbnw=116&ei=QschT8XMBMmChQelvKDyBA&prev=/search%3Fq%3Dciudadela%2Bde%2Bpamplona%26start%3D42%26hl%3Des%26sa%3DN%26gbv%3D2%26tbm%3Disch&itbs=1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><img src="http://t2.gstatic.com/images?q=tbn:ANd9GcSO06WP26bx6oxxIe24K5j9J80J73kzWjMLbe-zLw_Ib4ebLMILOvMC8cs" /></span></a></div><div class="separator" style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Asi era la Ciudadela de Pamplona antes del fin</span></div><div class="separator" style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br />
</span></div><div class="separator" style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; clear: both; text-align: center;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br />
</span></div><div class="separator" style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; clear: both; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> La tarde caía una vez más sobre aquellos humanos.Los vigías de las torres dejaban paso a sus sustitutos. Toda la gente dentro de la Ciudadela tenía sus funciones.Desde los que preparaban las comidas, los que arreglaban lo roto, los que preparaban armas,los que daban prácticas de tiro, los que enseñaban a leer a los más pequeños. En fin, una pequeña comunidad. Quizás la última.</span></div><div class="separator" style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; clear: both; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> - Creés que habrá alguien ahí fuera?-preguntó Andrea a su madre. Ambas frente a un fogón improvisado contemplaban la noche estrellada de Pamplona. El fuego no era tanto por el frío, que no lo había,sino para ahuyentar a los insectos. El humo era buen repelente.</span></div><div class="separator" style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; clear: both; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -No lo sé hija-respondió su madre.</span></div><div class="separator" style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; clear: both; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Andrea era una ex administrativa de una tienda de bricolage de la zona de Cordovilla. Sobrevivió de milagro junto a su familia escondidos en una residencia de la localidad de Cizur. Allí estuvieron cerca de dos semanas alimentándose de los pocos víveres que poco a poco se fueron agotando. Pasaron varias semanas hasta que encontraron más humanos. Y poco a poco se fueron juntando con más. En aquella fortificación no había más de doscientos residentes. Los últimos doscientos de Pamplona.</span></div><div class="separator" style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; clear: both; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> - Alguien contó-acotó un viejo venido de la zona de la Chantrea-que se han escuchado señales de walkie talkie lejanas-Creo que debe haber mas gente en algún lado-terminó.</span></div><div class="separator" style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; clear: both; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Madre e hija miraban el cielo ignorando lo que se decía alrededor. De pronto una estrella fugaz cruzó el firmamento.-Sabes lo que estoy pensando-preguntó Andrea a su madre.</span></div><div class="separator" style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; clear: both; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">-Si, en un deseo-respondió su madre.</span></div><div class="separator" style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; clear: both; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">-No-negó con la cabeza su hija-Estaba pensando en cuando íbamos a la Sierra del Perdón con el telescopio para ver las estrellas-</span></div><div class="separator" style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; clear: both; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Si que me acuerdo -respondió su madre-Que lejos están aquellos días!exclamó con un suspiro.</span></div><div class="separator" style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; clear: both; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Junto al fogón también estaba el autraliano O´connors, uno de los pocos supervivientes del avión caído de Iturrama allá por San Fermín 2012 y novio de Julia,y les acompañaban Luis y Teresa un matrimonio del Paseo de Sarasate. Con el tiempo cada uno iba adoptando como apodo el lugar donde vivían. Una forma de pertenecer a algún grupo. Una forma de buscar lazos comunes. Allí estaban los chantreanos,los de "Pamplona de toda la vida",los de las afueras, como eran los de Barañain,Cizur, los extranjeros como el australiano. Cada uno trayendo sus historias, sus vidas pasadas y olvidadas y tratándose de aferrar a todo lo humano posible. Esos fogones servían como catarsis.</span></div><div class="separator" style="border-bottom: medium none; border-left: medium none; border-right: medium none; border-top: medium none; clear: both; text-align: left;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Tú, australiano-habló el viejo de Sarasate-Cómo fue que te quedaste en Pamplona?Preguntó con curiosidad,aunque la historia la sabía de memoria. El australiano sacó un papel todo doblado y viejo. Era un recorte de un periódico y se lo dió al viejo... En la Ciudadela había silencio. Afuera de vez en cuando un gruñido sacaba a todos de sus recuerdos. El viejo cogió el papel,lo leyó y se lo dió a su mujer. El australiano suspiró. Su cabeza viajó atrás,como la de todos en aquellos momentos.</span></div>Ficcionhttp://www.blogger.com/profile/00726924458302960122noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7822333028679606315.post-16276933475157577422012-01-19T15:40:00.001-08:002012-04-13T11:24:32.398-07:00Capitulo Seis:" La batalla del Yamaguchi II"<span style="color: red;"></span><span style="color: red; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> " Nox atra cava circunvolat umbra"</span> <br />
<span style="color: red; font-family: Arial;"> La noche negra nos rodea con su envolvente sombra.</span><a href="http://4.bp.blogspot.com/-PXDF45Egvgo/TxsCSTA_eII/AAAAAAAAACg/KP1UrVoWOb0/s1600/SANY0043+%25282%2529.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"> </a></a><a href="http://1.bp.blogspot.com/-MO5FEIM-w2k/TxivKRuPZBI/AAAAAAAAACY/-lljv4ff8c0/s1600/matias+zombie.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320px" nfa="true" src="http://1.bp.blogspot.com/-MO5FEIM-w2k/TxivKRuPZBI/AAAAAAAAACY/-lljv4ff8c0/s320/matias+zombie.JPG" width="320px" /></a> <br />
<a name='more'></a><div class="separator" style="clear: both; text-align: left;">
<img border="0" height="320px" nfa="true" src="http://4.bp.blogspot.com/-PXDF45Egvgo/TxsCSTA_eII/AAAAAAAAACg/KP1UrVoWOb0/s320/SANY0043+%25282%2529.JPG" width="240px" /></div>
<br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Julio 2012. Cinco años atrás.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> La Novena Sinfonía de Beethoven rompió el silencio en la solitaria oficina. El teléfono movil vibraba sobre el escritorio atestado de papeles,lapiceros,agendas...</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> - Hola mi amor! dijo Matías desde la oficina de su trabajo en la avenida Carlos III.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> - Hola Maty,donde estás?-preguntó María, su medio novia.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Trabajando-respondió desganado.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Trabajando?-preguntó con sorpresa. -En San Fermín?</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Sí-contestó-Mi jefe que quiere que termine un trabajo para la Universidad de Navarra que ya debería estar terminado. Así que, aquí estoy,de guardia-</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Que mal!-se lamentó María-Estaba pensando que podríamos salir dentro de un rato con mis amigos de Mendebaldea.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Con quienes? Con los de la Real?-Imposible-terminó Matías.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Por qué? Preguntó su media novia.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Primero porque estoy trabajando y segundo porque ya te dije que algunos de tus amigos no me gustan-contestó medio enfadado-Y además es que son un poco....-Se detuvo en seco-</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Son? inquirio María.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Que sé yo, un poco, un poco,pesados. Eso, pesados.-respondió.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"></span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Hubo unos segundos de silencio rotos por la voz de María- Pero son mis amigos. Saldré un rato con ellos y luego a la noche te veo. ¿Nos vemos cerca de mi casa, a eso de las nueve? O es que vas a estar trabajando todavía ?- Se rió su novia.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -No, está bien. Te veo en el Planetario.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Ok, ahí estaré- afirmó María.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Nos vemos. Te quiero-le dijo Matías</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Yo también-contestó María y colgó. En todas las relaciones siempre hay alguién que dice "Te quiero" y otro que contesta " Yo también". María era la del "Yo también".</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> 21:00 Horas.Plaza de Merindades.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Subió al 12,el autobús que lo llevaría al Planetario.La calle llena de Sanfermineros. Unos iban y otros volvían.Y otros,que hace horas que no iban ni venían, ya que durmiendo en la calle trataban de reponer fuerzas.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> El autobús cruzó la Avenida del Ejército,que a esa hora todavía no estaba cortada por los fuegos artificiales. Dobló a la izquierda en la Plaza Juan XXIII y siguió por la Avenida Bayona. Casi llegando a Sancho El Fuerte apretó el timbre.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> "Parada solicitada",se iluminó en el cartel.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Bajó. Una brisa fresca le acarició la cara. Eran días de mucho calor. Por eso se agradecía cuando llegaba la noche y las estrellas se convertían en el techo de Pamplona. Cruzó por el paso de cebra de la Avenida de Barañain y la calle Ermitagaña. Miró a la derecha y vió gente en la puerta del tanatorio.-Se muere la gente en San Fermín?-pensó.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Llegó al Planetario y se sentó a esperarla. Vio un grupo de niños jugando en el parque ante la mirada atenta de sus padres (bueno, eso de atenta, era solo de unos pocos). Alguna que otra pareja caminando de la mano, amigos que reían y gritaban. Con sus vestimentas rojas y blancas y en sus manos las bolsas llenas de bebidas y bocatas rumbo a los fuegos. Donde mirara se veía gente, alegría, diversión.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Y pensar que dicen que esto se acaba el 21 de diciembre- pensó en voz alta- Que desperdicio! se quejó, en relación a lo de la profecía maya de la que muchos se habían hecho eco.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> 21:45</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Que raro que todavía no haya llegado- se extraño Matías. Siempre era puntual. Esperó unos minutos. La gente fue desapareciendo. De repente la Novena de Beethoven sonó.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Hola Maty- Perdóname pero no podré ir- la voz de María denotaba preocupación- Mi padre no se siente bien. Nos vamos al hospital, ya llamé al 112.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Que tiene? preguntó.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -No lo sabemos, se marea, desvaría. Te dejo, te dejo. Ya vino la ambulancia, te digo algo. Un beso-y colgó.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Fue la última vez que la oyó. Sentado frente al Planetario. Solo. El fin del mundo había empezado, pero no como decían los mayas.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Matías, Matías!-exclamó Carlos- Nos vieron!- gritó asustado.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Matías volvió a la realidad. Cogió su hacha con fuerza y aplicando un golpe certero en la cabeza lo hundío hasta el cráneo. La sangre del inhumano lo alcanzó en la cara. Al mismo tiempo Carlos con su lanza aguijoneaba el pecho a un par que lo amenazaba.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -A la cabeza- gritó Matías.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Sus gritos llamaron la atención de los demás. Eran más de lo que pensaban. Cerca de dos docenas. Torpes, lentos, pero que en grupos eran muy peligrosos. Sobre todo si uno tenía la mala suerte de caer ante ellos. Se te abalanzaban y se acababa la historia. El hacha le arrancó el brazo a otro inhumano e hizo trastabillar a varios. Caían y se levantaban como resortes.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Son muchos!- gritó asustado Carlos.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Lo sé- le contestó Matías- Tenemos que correr!Vamos!.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Pero esa misma idea tuvieron los inhumanos. Corrieron tras ellos. Uno gordo como un globo les hizo frente mostrando sus dientes feos. Volaron por los aires. Otros dos se tiraron a sus pies y lo hicieron caer. Carlos con su lanza mató a uno de ellos y al otro lo empujó con todas sus fuerzas. Cada vez eran más. Poco a poco los iban cercando. Llegaron hasta la barandilla del estanque. Los inhumanos se detuvieron y avanzaron despacio.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Cuidado,cuidado- gritó Matías.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Ahora!- siguó Carlos- y los dos , como muchas veces lo habían planeado, arremetieron por el medio de todos ellos y lograron tirar a unos cuantos. Luego con rabia contenida golpearon y golpearon. Carlos cayó y uno de ellos logró meterle un mordisco en la zapatilla.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -No!-gritó Matías- y le asestó un golpe en la nuca con su hacha. La sangre volaba por todos lados. Sus ropas parecían las de San Fermín. Bueno, por lo menos el rojo ya lo tenían.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Corrieron hasta la esquina inundada de pastizales. Se agacharon. De pronto un perro apareción en escena. Los desafiaba amenazante y sus ladridos volvieron a llamar la atención de los inhumanos. Otra vez a la carrera. Saltaron por encima de un Citroen C4 abandonado en la calle y cruzaron por la plaza de Yamaguchi. De allí quisieron cruzar por el callejón de los cines hacia la Avenida de Barañain. Pero su camino fue cerrado. Se dejaron sorprender. Tres o cuatro cogieron por detrás a Carlos que gritaba y se sacudía para todos lados. Matías golpeaba lcabezas de inhumanos y la sangre brotaba manchándolo todo. Logró sacar a su amigo de una muerte segura.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Te mordieron? preguntó preocupado.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -No,no- respondió.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Cuando lleguemos te revisaremos- Ahora tenemos que llegar hasta las bicicletas.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Como método de ayuda, los supervivientes habían desplegado bicicletas por toda Pamplona, para que en caso de necesitarlas las tuvieran a mano.Todos tenían memorizadas donde estaban. De ello dependía muchas veces sus vidas.Y era objeto de estudio obligatorio.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Al tanatorio- casi dijeron al unísono. Era uno de esos refugios de bicis.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Llegaron y se montaron. Volaron en dirección de la Ciudadela.Por el camino se cruzaron con muchos inhumanos. Habían aprendido a conducir con una mano mientras con la otra aniquilaban criaturas. Llegaron al cruce de Pio XII y la Avenida del Ejército. Tuvieron que dejar las bicis. Demasiada gente en la calle.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Estamos llegando- dijo Matías por su walkie.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Los vemos- le contestaron desde la Ciudadela.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Hay demasiados!,necesitamos ayuda! gritó Matías.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Los vamos a buscar- sentenció la voz seria desde el otro lado del aparato.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Las puertas de la Ciudadela se abrieron. La Avenida del Ejército estaba invadida. Más que nunca. Estaban hambrientos. Parecía que olían donde había vida. De la Ciudadela salieron dos máquinas de esas que se usaban para descargar mercancía de los camiones. Claro que modificadas. Estaban totalmente cerradas y en la parte trasera una escalerilla y una especie de cajón para que pudieran meterse un par de personas. Allí se subieron los expedicionarios al tiempo que las uñas de las máquinas cortaban cabezas,extremidades y de vez en cuando pegaban algún brinco cuando aplastaban cuerpos.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Entraron raudamente en la Ciudadela. La pesadas puertas se cerraron tras ellos. Por fin respiraron.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Hoy estuvieron cerca!- les espetó Iñaki, el ex jugador del equipo local Osasuna.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> - Hasta donde fueron?-preguntó- Estábamos preocupados. Ya saben que no deben alejarse del perímetro de seguridad!- les retó severamente aquel hombre.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Es que queríamos traer alguna oveja- contestó Carlos.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Y como lo pensaban traer? A rastras? preguntó irónico Iñaki- Entre cientos de inhumanos?. Es la última vez que desobedecen una orden directa. Ya saben que que para buscar comida deben respetar el Protocolo de Actuación Número Dos. Y vosotros actuasteis por cuenta propia- terminó muy enojado aquel hombre.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Este hombre, Iñaki, ex jugador del Osasuna y actual Gobernador de la Nueva Ciudadela, como la apodaban, el último bastión humano en Pamplona.</span><br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
</div>
Ficcionhttp://www.blogger.com/profile/00726924458302960122noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7822333028679606315.post-11587109638725421692012-01-11T11:47:00.001-08:002012-07-04T12:17:41.054-07:00Capítulo Cinco: "La batalla del Yamaguchi"<span style="color: red; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> "Pedibus timor addit alas"</span><br />
<span style="color: red; font-family: Arial;"> El miedo añade a las a los pies.</span><br />
<br />
<br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Entre las matas de la orilla divisaron como uno de estos inhumanos se enfrentaba mostrando sus dientes a unos cuantos perros salvajes que deambulaban cotidianamente por la zona de los Golem, aquellos cines de antaño. Si uno miraba la escena no podría distinguir quienes eran mas salvajes, si los perros o ellos....Viraron a la derecha justo en el momento en que uno de los perros sucumbía a las garras de la criatura . Otro perro se abalanzaba sobre él y lograba arrancar parte de esa inmunda y maloliente piel negra en descomposición. Al inhumano no pareció importarle mucho esa pérdida. Parte de su brazo izquierdo yacería allí, junto al estanque hasta que algún ave de rapiña quisiera darse el lujo de apropiarse de tan suculento botín.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Saltaron fuera del agua podrida hasta llegar a un claro entre el antiguo parque infantil y el planetario. Todavía se escuchaba la lucha entre las fieras.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"></span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> - Shhhhh- Silencio- dijo Matías agachándose.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Con cuidado- le respondió su amigo Carlos- creo que por allí hay algunos- señaló.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Ambos detuvieron su marcha, sus corazones parecían explotar. Si bien se habían enfrentado a los inhumanos en numerosas ocasiones, cada nuevo encuentro era un examen de vida. Un encuentro que podía pagarse muy caro. Se conocieron algunos años atrás, después que empezara todo y se habían hecho inseparables. Sobre todo en sus salidas desde el refugio de la Ciudadela en busca de comida. Comida auténtica, por supuesto. No la comida que comían " ellos".</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Rozaban la treintena, uno había estudiado publicidad y el otro, poco afecto a los libros, trabajaba como dependiente en un concesionario de autos en la zona de Burlada. Claro, eso era antes. Antes de esa locura que se había desatado en Pamplona.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Carlos serpenteaba los matorrales agazapado. Tenía la certeza que había mas inhumanos cerca. La experiencia manda. Pero era el olor a carne podrida lo que le hacía sospechar. No se trataba de ningún animal muerto, ni un perro, ni un jabalí. No. Se trataba de "ellos". Era un olor que viajaba por el aire y se incrustaba en las fosas nasales. Penetraba muy dentro y el cerebro enseguida lo asociaba a lo más horroroso de la anti-civilización. Lo asociaba a aquello horrendo, oscuro, siniestro que una vez posó sus alas de muerte sobre Pamplona.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Matías se dio la vuelta y le hizo un gesto a Carlos. Le daba la orden de avanzar. Era el que siempre tomaba la iniciativa. Se sentía responsable de la operación y de la vida de su camarada. Llegaron frente al planetario. Ese planetario de Pamplona, otrora referente de España y que sin embargo ahora, después de cinco años sin nosotros, presentaba un estado ruinoso. Sus paredes descuidadas, trozos de estructuras caídas producto de primigenios combates, matorrales crecidos a su alrededor, sus vidrios rotos...le daba un aspecto desastroso.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> En la rampa de acceso algunos inhumanos deambulaban sin sentido, como siempre. Subían y bajaban, se golpeaban, se caían al suelo, se levantaban, subían, bajaban...se chocaban entre si, se volvían a levantar. Una danza macabra de muerte esperando quien sabe qué. A algunos les faltaba alguna extremidad,otros con cortes en sus cuellos, en sus brazos, en sus caras. Un amasijo de cuerpos putrefactos que se habían adueñado de la ciudad en donde ahora eran sus amos. Y donde cada vez eran más. Inhumanos que vagaban por los caminos en busca de comida fresca, de comida humana o animal, eso daba igual. Pero tenía que ser carne viva, con sangre caliente. El que tenía la mala suerte de pelear con ellos y era alcanzado con algún mordisco, rasguño o cualquier tipo de contacto con la sangre era ya hombre muerto. Se habían sacrificado varias personas para evitar más contagios. Por eso se recomendaba no salir fuera del perímetro de seguridad de la Ciudadela. Solo sus puertas se abrían para la búsqueda de comida o para ir al campo de cultivo del antiguo estadio del Osasuna. Nada más. La Ciudadela era el reducto de los últimos supervivientes de la ciudad.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Los dos camaradas en silencio contemplando la escena. Los dos con sus ojos bien abiertos. Los dos tumbados en el suelo frente al planetario. Carlos le dijo algo a Matías. Pero Matías con su mente estaba lejos de allí.</span><br />
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><img src="http://tephotos.s3.amazonaws.com/places/mobile/Parque-Yamaguchi_fb9218bcfe76aa1fef761e0fe9f0b609574bb21a.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;" /></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Así era El Parque Yamaguchi antes que lo inhumanos colonizaron Pamplona</span></td></tr>
</tbody></table>Ficcionhttp://www.blogger.com/profile/00726924458302960122noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7822333028679606315.post-14159623114771412632012-01-03T04:46:00.001-08:002012-07-10T09:09:45.159-07:00Capitulo Cuatro " Encierro"<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><span style="color: red; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"></span></span><br />
<span style="color: red;">" Crudelis est quam mori semper timere mortem"</span><br />
<span style="color: red;"> Es más cruel tenerle miedo a la muerte que morir"</span><br />
<br />
<a name='more'></a><br />
Plaza del Castillo,martes 11 de julio,once horas.<br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Si bien las fiestas de San Fermín oficialmente se habían suspendido muchas personas no lo aceptaban, especialmente los extranjeros que tenían sus hoteles pagados hasta el día catorce. Pero la gran mayoría de los visitantes ya se había marchado. El motivo de la suspensión era la noticia que estaba circulando entre los principales medios de comunicación, la gente y el gobierno. Existía un virus que se estaba propagando por la ciudad y que para evitar males mayores se había adoptado esa medida. Muchos desconfiaban ya que en anteriores oportunidades se había alarmado a la población con otros epidemias, que si la aviaria, que si la porcina , que si la del pepino.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> - Debe ser una maniobra de los laboratorios- algunos decían.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Las autoridades médicas solo había lanzado unos pocos y escuetos comunicados sobre prevención, como la higiene, no ir de caza, al menor síntoma raro acercarse al médico,etc,etc,etc, lo de siempre. Pero no era lo de siempre.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"></span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> La corporación municipal mediante una reunión de emergencia había decretado el estado de sitio. Quedaban prohibidas todas las reuniones públicas, los comercios solo podía abrir por las mañanas, quedaban suspendidos todos los derechos constitucionales y se regía por la ley marcial. Además se había dispuesto controles en todas las entradas de la ciudad, no se podía entrar ni salir de ella. Pamplona estaba bajo cuarentena. Prestigiosos equipos médicos de Madrid y Barcelona especializados en plagas y epidemias estaban trabajando codo a codo para detectar el origen del mal estudiando los cuerpos de las personas fallecidas. Aunque el secretismo era absoluto. Los especialistas trabajaban en un lugar alejado de la población civil en las cercanías de San Cristóbal y en teoría eran los únicos que se podían mover libremente por cualquier lado, incluso salir de la ciudad.</span><br />
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><img src="http://t0.gstatic.com/images?q=tbn:ANd9GcSSYPN9CP517ja2B8tNJSWWADb--X1vlsT4Y8Q4ZSz26J9G1vaY" style="margin-left: auto; margin-right: auto;" /></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Laboratorio en el monte San Cristóbal</span></td></tr>
</tbody></table>
<br />
<br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Aunque poca gente se animaba a salir por las calles. Solo para proveerse de suministros. Muchos negocios decidieron cerrar sus puertas por miedo a saqueos, otros ante la falta de visitantes no podían hacer frente a las deudas y alguna gran superficie como el Carrefour después de arreglar los destrozos de unos días anteriores cerró sus instalaciones de Pamplona. Tanto esperar San Fermín y ahora.......se lamentaban.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> La Policía Nacional tenía el control de la ciudad. Su sede de la calle Chinchilla era un hervidero de furgones que salían o llegaban, en el ambiente se respiraba nerviosismo y preocupación. Sobre todo por no saber contra quien se estaba peleando. Algunos hablaban de algún virus debido al mal estado de algunos alimentos pero los más hablaban de la rabia. ¿Rabia en Pamplona? Un tipo de rabia desconocido.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Edificio del Casino de Pamplona, al lado del Cafe Iruña. En su balcón dos hombres forcejean. Uno de ellos con una botella rota en la mano amenaza al otro que estaba de espaldas a la plaza. Se escuchan sus gritos. Del otro solo unos gruñidos ininteligibles. Algunos pocos peatones detienen su marcha y observan. En el balcón los cristales de la botella entran y salen repetidamente del cuerpo de uno de ellos. Pero no grita, solo gruñe. Se entrelazan en un abrazo mortal y el que está de espaldas logra tirar al suelo al otro y se abalanza a su espalda. Le clava sus dientes y le arranca un pedazo de ella, como hizo algún boxeador famoso con la oreja de su adversario. Este, en un último esfuerzo se levanta y sacando fuerzas de donde no las tiene empuja por el balcón a su contrincante. Su cuerpo vuela escasos metros y después de rebotar en el toldo del Café Iruña cae al suelo. Un chasquido de huesos, un cuerpo inerte. Un destacamento de la Policía Nacional apostado en la esquina de la calle Estafeta alertado por el griterío acude prestamente al lugar. El otro hombre desde el balcón contempla la escena sujetándose el cuello y dando gritos incomprensibles a la gente hace señas con las manos. Luego cae desvanecido en el balcón.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Varios peatones corren en auxilio del herido en el suelo que yace entre las mesas del café. Pero ahí fue donde sucedió algo que no estaba en los planes de nadie. El cuerpo inerte de repente cobra vida, se incorpora y ataca a la primera persona que iba a socorrerlo. Su cara desfigurada, sus ojos blanquecinos, fuera de sus órbitas, sus brazos como dos tenazas ensangrentadas que agarran a su presa y entre sus dientes...entre sus dientes todavía tiene un pedazo de piel de su víctima.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Todo sucede muy rápido, los efectivos de la policía que se abalanzan sobre el agresor, lo tumban al suelo, este se resiste, muerde a un agente, luego a otro y les hace frente.. Un tercer agente saca su arma y le grita que se detenga. No hace caso. Un silbido de arma de fuego y una bala que se estampa en la pierna. Lo detienen. Pero sigue luchando. Dando gruñidos, amenazando con sus dientes. Eso no es una persona. Un agente cae al suelo y el endemoniado aprovecha para abalanzarse sobre él para hundirle su boca en el pecho. Un compañero con su porra lo golpea pero no hay forma de sacarlo. Al fin con más agentes interviniendo logran detenerlo.El resultado de la contienda no resulta nada barato. Un policía herido en un brazo, otro en el pecho y otros dos en las manos, el agresor herido, pero sobre todo, el vencedor es el miedo. El miedo a ese ser, a esa otrora persona poseída por el mal. Lo meten dentro del furgón. Seguramente dentro de él unos cuantos policías enfurecidos habrán dado rienda suelta a sus ganas. O no. Quién sabe.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> La sirena de la ambulancia inunda la casi vacía Plaza del Castillo. Años anteriores esa plaza y a esa hora estaba llena de gente de blanco y rojo que festejaba su fiesta. Ahora solo hay un grupo reducido y el único color es el rojo. El rojo sangre. Los sanitarios suben al balcón. Allí está el hombre semi-inconsciente, logran taponarle una profunda herida en el cuello, le ponen una vía, lo estabilizan, le administran oxígeno y no sin esfuerzo lo bajan hasta la ambulancia. El vehículo vuela por la Plaza del Castillo rumbo al Hospital. Dobla en el Paseo de Sarasate y gira en la rotonda del Tres Reyes. Nunca llegó al hospital. Según me enteré tiempo después la ambulancia se estrelló contra un árbol y atropello a un peatón que tenía la mala suerte de estar en el lugar equivocado. Una ambulancia encajada en un árbol. Un hombre moribundo que se quejaba en el suelo, una puerta abierta y dos personas arrastrándose fuera. Sus cuerpos manchados de sangre y sus ojos manchados de odio. A pesar de estar muy mal heridos fueron directo a la persona atropellada. Literalmente lo devoraron. Arrancaron sus entrañas como si se tratara de papel, como si solo fueran hojas de una planta. Ese hombre que saltándose los ruegos de su mujer había salido para comprar algo en los pocos comercios abiertos.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Si todavía nos quedan para tres o cuatro días- le había dicho.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Lo sé-respondió- Pero después quizás no encontremos nada abierto-agregó.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Bueno, pero ven enseguida- resignada le dijo su mujer.- Acuérdate de lo que dice la gente por ahí, que no es seguro ir por las calles-</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> - No temas ,volveré pronto- concluyó su marido.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Horas después supimos que no volvería mas. Esa víctima era mi vecino Juan. Ahi comenzamos a sentir en carne propia la gravedad de la situación.</span>Ficcionhttp://www.blogger.com/profile/00726924458302960122noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-7822333028679606315.post-11163545317241714532011-12-27T11:41:00.001-08:002012-04-13T09:47:33.390-07:00Capitulo Tres:" En el centro comercial" <span style="color: red; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> "A fronte praecipitum, a tergo lupi"</span><br />
<span style="color: red; font-family: Arial;"> Al frente el precipicio; los lobos, a la espalda.</span><br />
<br />
<br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> 19: 15. Casi siempre iba en auto, pero esta vez quiso ir caminando. Un poco de ejercicio no le vendría nada mal. Después de todo estaba a escasos cien metros del Carrefour. Dobló la esquina y entró por el parking con su bolsa de reciclaje, una lista escrita en su bolsillo y otra en su cabeza. Siempre era lo mismo. Bueno, casi siempre. Ese día iba a ser diferente.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Una ojeada rápida a su reloj azul; siete y cuarto. Todavía era temprano. Había demasiados coches en el parking. Sintió un claxon y saludó sin saber a quién. A lo mejor ni era para él ese sonido. Cuando estaba por entrar al hiper una explosión sorda se dejo oír. Los cimie</span><br />
<a name='more'></a>ntos del hiper se estremecieron un poco. Algunos vehículos vieron como sus cristales saltaban por el aire lo mismo que el cristal de la puerta de entrada.<br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Muchas imágenes se le vinieron a la cabeza inmediatamente. Imágenes de tiempos pasados. Pensó en un atentado de ETA, pero no podía ser. En esta época de crisis ya no había dinero para explosivos. La explosión no fue dentro del hiper pero como si hubiera sido.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /></span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"></span><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> La gente del parking se miraba extrañada, sin saber que hacer. Sin saber si salir o quedarse. Qué pudo haber pasado?. A los pocos instantes sirenas de ambulancias cruzando el cielo de Pamplona en su límite con Barañain, rompiendo la alegría de esos días festivos. Quizás anunciando algo difícil de imaginar.</span> <br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> La escalera mecánica rebosaba de gente. Todos iban como flotando en el aire, casi sin pisar los escalones, como empujados por el viento o el miedo...Empujados por las llamas de lo desconocido.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Corred,corred- La voz potente de un padre a sus hijas.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Era solo el principio. Decenas de personas se peleaban por bajar primero.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Demasiado lío para una explosión en el exterior-pensó. O habrá sido dentro? Se quedó inmóvil mirando la escena. A juzgar por el espectáculo creyó que otra bomba estaría por explotar en el hiper. En el rostro de la gente se veía un horror solo visto en las películas. Denotaban un miedo casi arcaico. Ese miedo primitivo a lo desconocido. A lo desconocido que muy pronto dejaría de serlo.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Tuvo miedo. En ese momento quería estar lejos. Quizás con su amigo haciendo el camino de Santiago. Le puso la excusa de que su jefe no lo dejaba. Pero en realidad no se sentía muy preparado para semejante viaje. Encima el calor...No, mejor para otra oportunidad. Donde estaría ahora?</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Un golpe fuerte en su pierna lo hizo volver a la realidad. Un carro de la compra le había golpeado y le hizo resbalar. No tuvo tiempo de contar los pies que pasaron por encima de él. Cientos quizás, no lo sabía.Cuando se incorporó otra vez la masa de gente lo golpeo contra la puerta rota de cristal provocándole un corte profundo en su brazo derecho. Un par de adultos y un joven le socorrieron. O eso creyó él. Se abalanzaron sobre su cuerpo y a duras penas los esquivó. Pero las bolsas recicladas de algún comprador fugitivo le hicieron resbalar. Y fue cuando le alcanzaron. Primero se entretuvieron con sus piernas. Su dolor era muy fuerte. Por mas que daba patadas y patadas esas gentes se aferraban a él y le hundían sus dientes. Su sangre se escapaba de su cuerpo y no podía entender como ese niño tenía tanta fuerza en sus dientes.Agarró un trozo de vidrio y lo hundió cuantas veces pudo en la cara del adulto de barba. Pero nada. Seguían en su empeño de despellejarlo. Un poco mas allá vio como otro chico caía contra la máquina de fotomaón perseguido por una docena de...como llamarlos. No tenía ya tiempo de pensar en nada. Arrinconado contra la pared, blandiendo un cristal inútil. Tres personas o lo que fueran arrancándole la carne a mordiscos. Quería despertar de esa pesadilla. Pero ese dolor era tan real...</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Dicen que cuando uno está a punto de morir le pasan por la cabeza mil imágenes de su vida en cámara rápida. Escenas de la infancia, juventud, amigos, lugares, parientes. Escenas vividas o inventadas en sueños. Trabajos, escenarios de otra época. Cualquiera que haya pasado por una experiencia así sabe de lo que hablo. Pero aquí era diferente. Las imágenes se sucedían unas a otras pero en cámara lenta, muy lenta. Como pidiendo permiso una a la otra. Jamás pensó que la agonía sería tan lenta. Sus piernas ya no le respondían, ya casi no las tenía. Veía su cuerpo en carne viva y partes de sus huesos al descubierto.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Su último pensamiento estuvo lejos de allí, en una mochila que nunca estrenó. Sin quererlo los dos amigos habían hecho el mismo camino.</span>Ficcionhttp://www.blogger.com/profile/00726924458302960122noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7822333028679606315.post-43249917992754727352011-12-22T09:57:00.002-08:002012-04-13T10:31:45.678-07:00Capitulo Dos-"Sin plomo 95"<div style="text-align: left;">
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><span style="color: red;"></span></span></div>
<span style="color: red;"> "Mors certa sed hora incerta"</span><br />
<span style="color: red;"> La muerte es segura, pero la hora es incierta.</span><br />
<br />
<a name='more'></a><br />
Varios vehículos se agolpaban bajo el techado de la gasolinera esperando su turno. Los empleados, en su mayoría inmigrantes, trabajaban a destajo para evitar los atascos de siempre. Aunque el problema no estaba tanto allí sino en la caja. Su compañero del interior no era tan rápido.<br />
<span style="font-family: Arial;"> Aunque su encargado les había prometido que uno de ellos se iría temprano, no le creían mucho. -Si la tarde está tranquila uno de vosotros podrá irse antes- había afirmado. Eso si, quería decir si no había nada que hacer. Pero siempre había que hacer cosas. Que barrer, que ordenar, que vaciar las papeleras. O simplemente esperar " por si pasa algo".</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> Bueno, lo cierto es que ellos seguían con sus mangueras surtiendo combustible en aquella tarde calurosa de San Fermín. Era el ocho de julio y la gente se multiplicaba por todos lados. Nacionales, extranjeros. Un sinfín de movimientos apurados, frenéticos. Unos mas atropellados que otros. En esos días ya casi no importaba el tiempo. El reloj no contaba horas sino los cuerpos sensaciones.</span><br />
<br />
<span style="font-family: Arial;"> Y allí estaban recargando sus coches para continuar con esas jornadas de nunca acabar.</span><br />
<span style="font-family: Arial;">-Esta fila de autos no se acaba nunca-pensaba José Luis, el más bajito de los empleados.-Son treinta euros- le dijo al señor de gafas con cara de mal humor.</span><br />
<span style="font-family: Arial;">-Cada vez más dinero por menos- contestó éste- Con el asunto de la crisis se aprovechan.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> José Luis permaneció en silencio.Con el tiempo había aprendido a no contestar nada. Educado pero indiferente. Solo preguntaba cuanto cargaba y actuaba en consecuencia.</span><br />
<span style="font-family: Arial;">- Cuarenta y cinco euros, la número seis, por favor- informaba.</span><br />
<span style="font-family: Arial;">- Gracias- le respondió la chica del coche rojo.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> Y así pasaban los días. Muchas veces , en sus tardes tranquilas miraba las montañas mas allá del polígono de Landaben y se acordaba de sus montañas, de su Ecuador. Hacía seis años que estaba aquí, traído por la miseria y por un tío afincado por estos lares.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> - Mis montañas son mas bellas- siempre solía decir. Bueno, en realidad estas son mini montañas- aclaraba.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> - Como tu, mini- le soltaba el encargado aludiendo a su altura. - Parece que el viaje en patera los encoge- se mofaba y lanzaba una risotada tan grande como repugnante.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> Siempre aguantaba esos chistes racistas de su jefe aunque no era mal tipo..</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> Descolgó una vez mas la manguera del surtidor y sintió el chirrido de unos neumáticos y alguien que gritaba. Instintivamente levanto los ojos. Un coche pequeño entró a toda velocidad y se estampó contra otro que guardaba la fila. Este a su vez atropelló a un pobre viejo que estaba pagando. La mala suerte de pagar en efectivo. Varias personas corrieron a socorrer y otros a estorbar. Entre el amasijo de hierros había una persona atrapada con la cara desfigurada por el golpe. O eso creían. Su acompañante daba gritos de dolor pero su queja no era humana. Desde ese momento todo pasó muy rápido. Un automovil comenzó a arder, personas corriendo y José Luis en un intento de sacar a la mujer de rizos de ese amasijo de hierros sintió dos manos fuertes que lo zambullían desde la ventana y una poderosa boca le arrancaba parte de su cara. Hizo un paso atrás, muy dolorido mientras la sangre le brotaba de su cara a borbotones. Desde dentro del auto unos ojos siniestros, nacidos de algo inhumano, de lo profundo de una noche de horror lo miraba mientras gruñía y se retorcía. Luego una explosión, cuerpos volando por el aire, cristales que se rompen. Sirenas de ambulancia del vecino Complejo Hospitalario de Navarra.</span><br />
<span style="font-family: Arial;"> El surtidor tres ya no existía. Igual que la vida de José Luis, ese inmigrante que no volvió a ver sus montañas. Su sangre esparcida en el suelo, su pierna quebrada y su cara con esa horrible mordedura. Murió mirando esa fuente del edificio de enfrente. Una cascada que caía por los escalones dibujando surcos de agua en esa tarde calurosa de Julio. Lo último que vió fue que dos personas vestidas de blanco y rojo tiraban al suelo a un joven y lo despedazaban a mordiscos, ensuciando sus asquerosas bocas con sus vísceras. Sentía gritos, ambulancias y el ardor del fuego. Sintió hasta que dejó de sentir.</span>Ficcionhttp://www.blogger.com/profile/00726924458302960122noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-7822333028679606315.post-32091638164381789092011-12-20T12:35:00.002-08:002012-07-04T12:02:55.777-07:00Capítulo Uno: Atardecer en Eunate.<div class="separator" style="clear: both; text-align: left;">
<span style="color: red;">"</span><span style="color: red;">Draco dormiens nunquam titillandus"</span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: left;">
<span style="color: red;"> Nunca harás cosquillas a un dragón dormido.</span></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: left;">
<span style="color: red;"> </span> </div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: left;">
<br /></div>
<div class="separator" style="clear: both; text-align: left;">
<a href="http://4.bp.blogspot.com/-mOdiD0q-FzQ/TxdMvTXRKvI/AAAAAAAAACQ/Ue5Fbe-V5ek/s1600/fabian+zombie.JPG" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="320px" nfa="true" src="http://4.bp.blogspot.com/-mOdiD0q-FzQ/TxdMvTXRKvI/AAAAAAAAACQ/Ue5Fbe-V5ek/s320/fabian+zombie.JPG" width="320px" /></a></div>
<span style="background-color: black; color: white; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> La furgoneta se detuvo unos instantes junto al camino. Los justos para dejar escapar a Dillinger el fiel compañero de caza. Las prisas hicieron que la puerta de la jaula estuviera mal cerrada y el perro aprovechara la ocasión.</span><br />
<span style="background-color: black; color: white; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> - Maldito perro-gritó su dueño. Ven para aquí-ordenó.</span><br />
<span style="background-color: black; color: white; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">El perro siguió su alocada marcha como si nada. Se escondía detrás de unos arbustos, desafiando a su dueño. Había algo extraño en su mirada, no era la de siempre. Su dueño lo había notado un poco extraño las últimas horas pero no le dió mayor importancia.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /><span style="background-color: black; color: white;"></span></span><br />
<span style="background-color: black; color: white; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"></span><span style="background-color: black; color: white; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Se estará poniendo viejo-pensó. </span><br />
<span style="background-color: black; color: white; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Pero esta vez era diferente. Nunca había desobedecido una orden. Cosa que le empezaba a preocupar. Se acercó a él para agarrarlo a la fuerza, pero nada. Su fiel perro lo esquivaba mostrando sus afilados dientes de cazador.</span><br />
<span style="background-color: black; color: white; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Te tengo-exclamó al fin.</span><br />
<span style="background-color: black; color: white; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Nada mas lejos de la realidad. El mastín le mordió el brazo de una forma que casi se lo arranca. Salió corriendo para perderse en el campo. José, el cazador,se tumbó en el piso con un dolor extremo. Miró su miembro y realmente estaba mal. Brotaba mucha sangre.</span><br />
<span style="background-color: black; color: white; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Voy a ir hasta el albergue, allí me darán ayuda- se dijo a sí mismo.</span><br />
<span style="background-color: black; color: white; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">A duras penas se levantó. Caminó lentamente hasta la entrada. Ropa tendida. Brisa de verano.Algunos peregrinos del camino que plácidamente tomaban el sol salieron a su encuentro. Lo llevaron adentro y junto al encargado del albergue le hicieron las primeras curaciones.</span><br />
<span style="background-color: black; color: white; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Tengo la furgoneta mal aparcada-alcanzó a decirles.</span><br />
<span style="background-color: black; color: white; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -No se haga problema-le respondieron.</span><br />
<span style="background-color: black; color: white; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Túmbese un poco y después lo acercamos al hospital de Navarra-lo tranquilizó el mas joven.</span><br />
<span style="background-color: black; color: white; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Después ya nada fue lo que era.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /><span style="background-color: black; color: white;"></span></span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><span style="background-color: white; color: white;"></span><br /><span style="background-color: black; color: white;"></span></span><br />
<span style="background-color: black; color: white; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">16:00 horas. Sol que quema.</span><br />
<span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"><br /><span style="background-color: black; color: white;"></span></span><br />
<span style="background-color: black; color: white; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Cansancio. Dolor. Calor. Por separado uno hace lo que puede pero si tenemos la mala fortuna de que estos tres elementos actúen en conjunción, la jornada la tenemos realmente complicada. Sus pies ya no le respondían. Eran como músculos ajenos a él. Por el largo camino que venía transitando diría que hacía siglos que caminaba. Pero no era para tanto.</span><br />
<span style="background-color: black; color: white; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Un par de autos pasaron a su lado. En uno de ellos, un coche pequeño, creyó ver una pelea, pero no le dió mayor importancia. Su cabeza estaba en otro lado. Lo verdaderamente importante en ese momento era la silueta que acababa de divisar. </span><br />
<span style="background-color: black; color: white; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Al fin-exclamó.</span><br />
<span style="background-color: black; color: white; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Recortada sobre el paisaje se alzaba solitaria. Era más bonita de lo que había visto en imágenes.Un cielo azul, sin nubes, pájaros que volaban de aquí para allá, como anunciando su llegada. Ironías del destino.Pero no lo sabía.</span><br />
<span style="background-color: black; color: white; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Vió una furgoneta mal aparcada a escasos cien metros de la entrada. Se salió de la carretera y enfiló a paso firme ( si se le podía llamar pasos y firmes) hacia esa iglesia. Santa María de Eunate estaba ante sus ojos.</span><br />
<span style="background-color: black; color: white; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Curiosa y hermosa a la vez. Le extraño no ver mas peregrinos. Creyó que a esa hora vería mas gentes buscando cobijo y descanso . Que cansancio! Y estaba tan lejos Santiago!.</span><br />
<span style="background-color: black; color: white; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> El camino de Santiago, una tradición que se remonta al medioevo y que guarda todavía ese espíritu que lo hizo famoso; la paz, la oración, la búsqueda de uno mismo, el camino interior.Lo había planeado junto a un amigo. Pero a última hora se le había echado para atrás.</span><br />
<span style="background-color: black; color: white; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> - Mi jefe no me da permiso- había sentenciado. Y eso lo había defraudado un poco.Pero no lo acobardó.</span><br />
<span style="background-color: black; color: white; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Entonces iré solo-pensó. Y empezó con sus preparativos. Que una mochila nueva, más grande que la que tenía, que la cantimplora, que un par de ropa interior, dinero, una brújula y otras cosas de las que se iba enterando. Utensilios de limpieza personal, chanclas, máquina de fotos.</span><br />
<span style="background-color: black; color: white; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> A medida que se acercaba su corazón latía mas despacio como anticipando el descanso. Dejó su mochila en el suelo y cogió su cámara de fotos.Le gustaba retratar cada lugar al que llegaba.Pero que no hubiera gente le llamaba la atención.</span><br />
<span style="background-color: black; color: white; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -A lo mejor es hora de misa o algo especial en la iglesia- pensó.</span><br />
<span style="background-color: black; color: white; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Allí estaba Santa María de Eunate, una iglesia encerrada entre muros, un centro de poder como decían. La puerta estaba cerrada con candado. Subió por la cuesta que se levantaba a la derecha y salta al interior. La puerta del recinto estaba abierta. Dentro solo penumbra. -No hay nadie-se dijo para sus adentros.</span><br />
<span style="background-color: black; color: white; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Se persignó y tomó una foto del interior y otra del techo. Otra a las sillas.Y ese flash que no paraba de encenderse y apagarse. Una luz que lo inundaba todo.Ese flash de esa máquina de ocho megapixeles que sus buenos euros le había costado pero que bien valía la pena.</span><br />
<span style="background-color: black; color: white; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Quizás fuera ese mismo flash lo que despertó a la criatura. Del fondo de la oscuridad se acercó dubitativa. Un paso adelante, otro, como pidiendo permiso. El lo vio venir y creyó que era otro peregrino. Le saludó: - Buenas tardes, no me hace una foto?- preguntó tímidamente</span><br />
<span style="background-color: black; color: white; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> El otro no respondió.</span><br />
<span style="background-color: black; color: white; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> -Quizás sea extranjero y no me entienda-pensó.</span><br />
<span style="background-color: black; color: white; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> Extendió su brazo con la cámara. A veces un solo gesto soluciona la barrera idiomática.</span><br />
<span style="background-color: black; color: white; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> El otro peregrino se abalanzó encima. Sintió un dolor espantoso en su rostro. -Le Había mordido!-. Su cámara voló como un puñal por el aire y ese gruñido lo dejo sin aliento, sin cámara, sin vida. Su cuerpo convertido en jirones de vísceras se repartían por el suelo de la iglesia. Su sangre de donante se desperdiciaba en ese perdido lugar de Navarra.</span><br />
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<span style="background-color: black; color: white; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;"> <span style="color: black;"><span style="background-color: white;">F</span><a href="http://www.blogger.com/"></a><span id="goog_1063127950"></span><span id="goog_1063127951"></span><span style="background-color: white;">uera</span></span>, una mochila sin dueño empezaba a ser parte del atardecer. Una mochila que jamás pensó que su viaje sería tan corto.</span><span style="background-color: black;">.</span><br />
<span style="background-color: black;"><br /></span><br />
<table align="center" cellpadding="0" cellspacing="0" class="tr-caption-container" style="margin-left: auto; margin-right: auto; text-align: center;"><tbody>
<tr><td style="text-align: center;"><img height="569" src="http://www.kultura.ejgv.euskadi.net/r46-516/es/contenidos/informacion/rutas_culturales_n/es_1540/images/eunate1.jpg" style="margin-left: auto; margin-right: auto;" width="402" /></td></tr>
<tr><td class="tr-caption" style="text-align: center;"><span style="font-family: Arial, Helvetica, sans-serif;">Una tarde apacible en Santa María de Eunate</span></td></tr>
</tbody></table>
</div>
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<a name='more'></a>Ficcionhttp://www.blogger.com/profile/00726924458302960122noreply@blogger.com1